Jul 18, 2025 / 04:00

Esta es la razón por la que los perros pequeños viven más que los grandes, según especialista de la UNAM

*Factores genéticos, metabólicos y ambientales juegan un papel clave en la esperanza de vida de los perros

El ciclo de vida de un perro, tan lleno de momentos entrañables, se ve marcado por una gran diferencia entre las razas pequeñas y grandes.

Mientras que los canes de menor tamaño suelen disfrutar de una vida más larga, los de talla grande enfrentan una esperanza de vida significativamente más corta.

Un perro de raza grande vive, en promedio, entre 7 y 10 años, mientras que uno de talla pequeña puede alcanzar entre 15 y 18, según explica el doctor José Guadalupe Aranda, académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.

Ya sea la carga genética, el estilo de vida y la demanda metabólica, las razones detrás de esta marcada diferencia son diversas.

La clave está en el metabolismo

Uno de los factores principales que explican por qué los perros pequeños viven más es su metabolismo, de acuerdo con información publicada en Gaceta UNAM.

Los perros grandes envejecen más rápido, en parte, porque su organismo se esfuerza más para funcionar.

Como ejemplifica el doctor Aranda, el corazón de un gran danés trabaja mucho más que el de un chihuahua, lo cual influye directamente en el deterioro de órganos y tejidos con el paso del tiempo.

Este ritmo interno, combinado con las diferencias genéticas entre razas, también impacta la longevidad. “Debemos hablar de ‘años metabólicos’ en lugar de los ambiguos ‘años perro’”, sugiere el académico, al referirse a que la edad biológica y no la cronológica puede ofrecer una mejor referencia del estado de salud de un animal.

Además, existen diferencias significativas entre razas. Por ejemplo, los perros braquicéfalos, como los bulldogs o los pugs, suelen vivir menos que aquellos con hocicos más largos.

“No sólo por su estructura craneal, sino por los problemas respiratorios y cardíacos derivados de su genética”, explica Aranda.

Las modificaciones que los humanos han hecho para resaltar ciertas características estéticas han resultado, en muchos casos, perjudiciales para la salud de estas razas.

Una vida más larga, en nuestras manos.

Más allá de la genética y el tamaño, el ambiente en que vive el perro también influye. No es lo mismo un perro que habita dentro del hogar, bien cuidado y alimentado, que uno que vive en la intemperie, señala el especialista.

En este sentido, los humanos tienen un rol determinante. Desde la dieta hasta la atención veterinaria, todo suma. Aranda advierte sobre dos tendencias peligrosas: alimentar a los perros con dietas crudas (régimen BARF) o convertirlos en veganos.

Ambas prácticas pueden generar deficiencias o problemas de salud severos. “aunque los perros son carnívoros no estrictos (a diferencia de los gatos), alimentarlos sólo a base de plantas puede provocarles carencias. En este renglón lo mejor es apegarnos a las dietas convencionales; ello ha demostrado conseguir mayores tasas de sobrevida en pacientes de cualquier talla”, recomienda.

También subraya la importancia de las revisiones médicas regulares, especialmente en perros mayores:

“Una revisión cardíaca, auscultaciones, estudios de sangre, ultrasonidos, rayos X de tórax… hay muchos estudios que se pueden practicar de manera preventiva para detectar anomalías de forma oportuna” Finalmente, el académico reconoce que aún hay mucho por investigar en torno a la longevidad canina, pero confía en que los avances científicos contribuirán a mejorar tanto la calidad como la duración de vida de nuestros compañeros.

“Por fortuna, es mucho lo que podemos hacer para darle una mejor existencia a estos, nuestros compañeros de vida, y para hacer que estén junto a nosotros durante más tiempo”, concluyó.






Con información de: Infobae

CD/GH

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