May 08, 2025 / 11:42

Alfredo Daza regresa al Palacio de Bellas Artes tras siete años de ausencia

México.- Que México sea un gran exportador de cantantes de ópera no es del todo cierto, según el barítono Alfredo Daza. La verdad, no creo que seamos tantos, sostiene para poner en tela de juicio una idea que se ha afianzado desde hace varias décadas.

En México nos gusta decir que somos grandes exportadores de cantantes, pero si contáramos cuántos rusos hay en las casas de ópera del mundo, con todo y que están vetados, veríamos que la realidad es otra. Lo mismo pasa con los estadunidenses y los coreanos, por mencionar otras nacionalidades. Lo cierto es que no somos tantos mexicanos.

De regreso en el país para alternar con el connacional Jorge Lagunes el papel protagónico de la nueva producción de Rigoletto, de Giuseppe Verdi, que presentará la Compañía Nacional de Ópera (CNO) en el Palacio de Bellas Artes a partir de hoy, el cantante poblano resalta que la tesitura vocal predominante a escala internacional entre los intérpretes latinoamericanos es la de tenor.

En nuestro caso, considera, tiene que ver con las características del mexicano: es de cuello corto y no muy alto. Al final, son cosas que influyen en el instrumento que es uno mismo. Al no ser de gran estatura, el tenor ha sido de los productos que exporta México.

Con cerca de 30 años de trayectoria, que cumplirá el año próximo, y reconocido como una de las voces mexicanas más importantes a escala internacional, Alfredo Daza habla de la dura competencia que hay en el plano internacional para su tesitura vocal.

Ser barítono es tener una competencia muy fuerte, porque la abundancia de voces operísticas, desde siempre, hace que estemos en desventaja: somos seis a uno. Es decir, por cada siete cantantes, seis son barítonos y uno tenor, en el caso de los hombres, explica.

Es una competencia brava, pero ya han existido otros barítonos mexicanos que han hecho carreras honorables. Es muy difícil, pero son las cartas que me tocaron y con esas juego.

En entrevista, asegura que él encuentra la tesitura y el desarrollo del barítono más interesantes que los del tenor: Me encanta ser el villano, el mejor amigo; tener que vérmelas con ser coestrella. Así es este mundo del arte lírico.

Por ejemplo, menciona que, aun cuando la ópera se llama Rigoletto, lo más esperado es el aria La donna è mobile, cantada por un tenor. Es una realidad y una de las cosas que conlleva ser cantante de este género. Estamos más que acostumbrados a esa desigualdad, pero son las cartas que me tocaron, insisto, y las disfruto.

Añade: Me encanta ser barítono. La competencia es de todos sabores y hago lo mío. Siempre intento hacerlo no sólo desde el corazón y el lado honesto, sino estar superbién preparado y afrontar todo con gran responsabilidad.

Nacido en 1976, Alfredo Daza regresa al Palacio de Bellas Artes tras siete años de ausencia. La más reciente ocasión hizo historia al protagonizar dos títulos consecutivos: Macbeth y Stiffelio, en 2018.

Ahora llega a este Rigoletto de la CNO con el personaje de ese legendario bufón aún calientito en la garganta, tras debutarlo hace un año en el Staatsoper Unter den Linden de Berlín, en una aclamada puesta del estadunidense Bartlett Sher, compartiendo créditos con la soprano rusa Aida Garifullina como Gilda.

Cuenta el barítono que debió esperar mucho tiempo por ese papel y que llegó en el momento justo. “Estaba consciente de las grandes dificultades de este rol; de hecho, me fue ofrecido hace años, cuando todavía no era tiempo. Tuve que declinar la invitación por respeto, porque conocía bien al personaje.

Gracias a Dios tuve experiencia antes con otros 12 papeles verdianos. Así me volví consciente de lo dificultoso que puede ser y lo que se requiere. Fue una gran decisión esperar. Es básico para un cantante que aspira a una carrera larga saber decir que no y reconocer cuándo es el momento.

En su opinión, el papel de Rigoletto es una de las cúspides de la tesitura baritonal verdiana, al lado de Macbeth, Yago y Falstaff. Son los más difíciles, porque son verdaderos maratones vocales. Hay mucho requerimiento de energía y actoral.

Tour de force agotador

Daza describe que el protagonista de esta ópera se distingue por tener muchos colores y matices en términos vocales y actorales: “Empieza bufo y después adquiere una tesitura más grave y oscura (…) Es un ser desgraciado que conoce el amor puro, pero también el odio y el sentimiento de venganza”.

Uno de los retos de este rol es su postura física. Al ser un jorobado, afecta la respiración, lo cual es esencial para el canto. Después de cada ensayo, uno termina exhausto, además de que la carga emocional también es densa, puntualiza.

“Con esta ópera, Verdi alcanzó la frontera entre el bel canto y el Romanticismo, y ya se vislumbra lo siguiente: el verismo. Es un tour de force agotador.”

Alfredo Daza califica esta obra de superactual, al tratar temas como abuso de poder, feminicidios, desapariciones y cancelación, como se denomina hoy a la censura. Recuerda que Verdi y Franceso Maria Piave, el libretista, se inspiraron en el drama de Víctor Hugo El rey se divierte, pero lo adaptaron ante la censura que éste recibió, cambiando a los personajes de Triboulet por Rigoletto y al rey por el duque de Mantua.

Con dirección escénica del mexicano Enrique Singer y concertadora del francés Benjamín Pionnier, el elenco de Rigoletto lo encabezan Alfredo Daza y Jorge Lagunes; Arturo Chacón-Cruz y Leonardo Sánchez, como el duque de Mantua, y Leticia de Altamirano y Génesis Moreno, como Gilda, alternando las funciones, que comienzan hoy y continúan los días 11, 13, 15 y 18.

Con información de: La Jornada

CD/AT

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