Instrucciones para mí
Ficciones
Marcela Lucía Casagrande
Pretendo que sean precisas y taxativas. Casi con la simplificación de una opción múltiple, sin trampas. Que no se requiera pensar mucho. Y principalmente ...¡que no fallen!
INSTRUCCIONES PARA ESCRIBIR DERECHO EN RENGLONES TORCIDOS
Prólogo:
Seguramente usted habrá soñado con impresionar en aquélla primera cita. Sé de algunas personas que han llegado al punto, de hacerse un listado de temas de conversación. La gracia en cambio está, en tirarse al vacío. Pero usted no puede. Es una de esas personas que le encantaría ser habitué de un gimnasio, contar chistes, tener un arsenal de anécdotas y bailar con gracia en las fiestas. Pero no. Desearía estar bronceado, pero es un puma blanco teta. No termina de asumir las entradas y adoraría ser un pelado valiente. No consigue sacarse de encima el gesto de levantar con índice y pulgar, la remera apretada que se le pega odiosamente al estómago y que destaca lo que no quiere. Seguramente usted alguna vez se haya preguntado: “¿Cómo hacen otros para ir con la camisa siempre bien planchada y los zapatos lustrados? ¿Cómo puedo hacerlo yo, si viajo en colectivo? ¿Cómo caerle bien a las personas y ser receptivo? ¿Y para qué todo ésto? Si yo me gusto como soy ¡Si a mí en el fondo, bien en el fondo, no me interesa ser agradable!”
Pero el “ideal” que persigue no es sólo externo y sé que usted demanda, no ser siempre el que cambia el rollo de papel higiénico. No ser el que siempre llega puntual. Quiere de una vez por todas encontrarle un sentido a ser contribuyente cumplidor. Quiere no ser el único que cree en la justicia. Reclama tener un jefe que sepa más que usted. Del que pueda aprender. O que por lo menos no se olvide de lo que usted le enseña. Pero no. Tiene el mandato de ser correcto, de escribir derecho en renglones torcidos. Y traga saliva, contiene lo vomitivo, mantiene la compostura y procura juntar todo el acervo de paciencia y templanza que la vida le prodigó.
Capítulos:
I- Cómo ser “correctos” en la vida.
II- Perfectos con relación a quién.
III- Corrección a costa de qué.
IV- ¿A quién le sirve ser perfecto?
V- Cómo ser mejor persona en ambientes hostiles.
INSTRUCCIONES PARA DETECTAR EFICAZMENTE AMIGOS, SIN MORIR EN EL INTENTO
Prólogo:
¿Cuántas veces usted se ha preguntado? ¿Será realmente mi amigo? Porque un amigo no es no lo mismo que un compañero de trabajo. Por más que al amigo lo vea dos veces al año y al compañero todos los días. Pueden superponerse o no las categorías. Y muchas veces al que sentimos “amigo” en una época, termina pasando a ser un ex compañero de trabajo, con el que la “circunstancia”, ha construido la cercanía emocional. Hay un momento preciso, después del cual, el conocido, el vecino, el compañero, pasa a otra categoría.
¿Realmente mi amigo es el que es sincero a rajatabla? ¿O es aquél que sabe lo que me hace mal? El amigo es el que sabe callarse cuando lo necesito. Es aquél al que el silencio no lo asusta. Es el que sabe cuándo necesito, que desaparezca un rato también. El que me presta su oído, no su oreja. El que me compra el regalo que a mí me gustaría y no el que le gusta a él. Es el que sabe ser una tumba. Es el que mete la pata sin querer. Es aquél con el que no vamos a llorarnos después de muertos. Es ese con el que nos cagamos de risa en vida.
Capítulos:
I- Quiénes son mis amigos.
II- Qué llegaría a hacer por mis amigos.
III- Cómo identificar a un amigo y no perderlo en el camino.
IV- Cuándo y cómo decir: “no”.
V- Cómo mantener la amistad.
INSTRUCCIONES PARA DETENER EL TIEMPO. O COMO PONER EN PAUSA UN MOMENTO.
Prólogo:
Siempre digo: “tiempo”, cuando me preguntan qué quiero de regalo. En ocasiones el tiempo es benévolo y se encarga de hacer lo que uno solo no puede. Si el hilo del carretel de la vida no se sabe de cuántos metros es...¡feliz de aquél que cree sin ver!
La muerte es democrática, la vida no tanto. Cuando al fin, la muerte y la naturaleza discuten, el comercio del hombre con los objetos llega a su fin. Y si quisiera parar el tiempo en un momento, hacer un pause de un instante, tal vez no sea difícil. Cerraría los ojos. Dejaría el cuerpo como un traje abandonado, sin que el temor a lo desconocido se apodere de mí. Un sentimiento de gratitud brotaría del alma como una borrachera. Bailaré el vals de los quince con el nonno. Escucharé incrédula a papá decir, que un día las personas se van a poder ver cuando hablen por teléfono. Mojaré el pan en el tuco de mamá. Veré al Azul Brasso hacer acuarela en el agua. Escucharé su máquina de coser. Sentiré el olor a libro recién comprado y el de la compraventa de historietas. Jugaré al elástico, pediré una vuelta más en calesita y me tiraré del tobogán. Escucharé la salida de los cines de Lavalle que pensé inmortales y el silencio de las bibliotecas. Descubriré en la esquina de El Cedrón, a los pollos equilibristas del spiedo y que no era difícil repulgar empanadas. Y si puedo detendré la brisa, en las parras que tenían casi todas las casas del barrio y el ruido del tren se trenzará con campanillas lilas, al costado de las vías. Me estancaré en atardeceres, cumpleaños, papel glacé, camiones y plastilina. Y si lo logro será como el primer beso y esperaré a los chicos otra vez, a la salida del jardín.
A veces considero, que lo mío es un eterno ladrido de un perro con recuerdos. Quisiera lograr que no fuera un vano ladrido de perro a la luna. Pero aunque vano sea, siento que peor hubiera sido callar.
Capítulos:
I- Darle cuerda al reloj.
II- Para qué detener el tiempo.
III- Cómo saltear los malos recuerdos.
IV- Cómo un recuerdo se selecciona a sí mismo.
V- Dónde y cómo guardar seguros, los buenos recuerdos.
CD/YC
* Las opiniones y puntos de vista expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de Cambio Digital.
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