Ya se sienten los nervios de las próximas elecciones 2024
***A tan sólo unos meses de las próximas elecciones, algunos grupos políticos -no todos- comienzan a ponerse nerviosos. Los más obedientes han venido haciendo los deberes y el resultado se verá reflejado en las urnas; a otros, sin embargo, los más rezagados, les van a cobrar las facturas.
Y es que pasan los años, van pasando las legislaturas y la clase política no termina de concienciarse de que el primer día de una campaña es el día después de conocer el resultado de las elecciones. Los partidos trabajan intensamente para obtener el mejor resultado posible y cuando finaliza el proceso, finaliza su campaña.
Es aquí donde radica la diferencia entre una campaña política para ganar y una campaña política para gobernar. Si bien es cierto que en una y otra el quién (candidato), el para quién (ciudadano) y el para qué (ganar confianza) coinciden, las diferencias son considerables, algunas de las cuales tienen que ver con dos aspectos fundamentales: espacio y tiempo.
El espacio de una campaña electoral se sitúa en un foro, en la calle, en los medios de comunicación, en las asociaciones, en los barrios, en el “puerta a puerta”, a ras de piso yaya, en una cafetería, cantina, restaurante, tarde pastelera, en síntesis, en todo aquel lugar que permita al candidato demandar en tiempo record el voto. Ahora bien, si es cierto que en una campaña para gobernar el espacio se asienta en aquel organismo público desde el que se lleva a cabo la propia gestión, no menos cierto es que no se debe descuidar aquel espacio electoral, mucho más cercano, que un día propició el triunfo.
En cuanto a la temporalidad, una campaña electoral es más corta, pero también más intensa; su finalidad es postular a un candidato que genere la suficiente credibilidad y confianza como para conseguir el voto del ciudadano.
Algunos de los principales planteamientos que hacen quienes se dedican a las campañas políticas son siempre las mismas: ¿por dónde hay que comenzar? ¿Qué aspectos debemos tocar? ¿Cómo abordar la campaña? ¿Se hacen todas igual?
No hay dos campañas iguales, ni tan siquiera parecidas. Cada campaña electoral es un mundo, como un mundo son los candidatos, los equipos, las estrategias, el electorado, el adversario y los mensajes. No sirve el “café para todos”, así que conviene adaptar los parámetros ad hoc.
En cualquier campaña electoral, el éxito o no de la misma radica en la estrategia que se diseñe, en la hoja de ruta que se siga para ganar la contienda en la mente del electorado. Este es el eje vertebrador que guía todo el proceso. Muchas y muy variadas pueden ser las estrategias: cuantitativas o cualitativas; positivas, negativas o mixtas; de tierra, mar, ciberespacio o mixta.
Sea cual fuere la elegida, la clave es diseñar, planificar y ejecutar campañas cada vez más persuasivas, cada vez más emocionales, cada vez más cerca del sentir del electorado.
En la planeación del diseño de una campaña persuasiva, personas, lenguaje, objetos y contextos contribuyen y dan forma al proceso persuasivo para lograr el efecto deseado. La combinación de estos elementos constituye la dinámica de influencia o el proceso de comunicación persuasiva.
Pero la estrategia también puede fracasar. Y puede ser por múltiples razones, empezando por una interpretación errónea de las demandas ciudadanas y terminando por un diseño inadecuado, pasando por una selección de acciones insuficientes, improductivas o nulas. De ahí la importancia de constituir un War Room que detecte las tendencias y las oportunidades de voto; que diseñe la estrategia adecuada; que defina las tácticas concretas; y que desarrolle soluciones para prevenir posibles ataques.
El War Room, o Cuarto de Guerra es el laboratorio en el que se construye el éxito o el fracaso de una campaña, conformado por expertos con capacidad de investigación, de análisis y de gestión: un consultor político, un jefe de prensa, un responsable de marketing y publicidad y un jefe de campaña. Es, en definitiva, el cerebro y el corazón de toda campaña política, el que no puede faltar y el que debe ser planificado con tiempo.
Una campaña electoral es un proceso muy corto en el que hay que aprovechar muy bien el tiempo para conseguir el mayor número de votos posibles. Por eso, analizar aquí todos aquellos aspectos que se deben tener en cuenta a la hora de planificarla no procede. Sería objeto de un extenso manual como tantos otros.
REFLEXIÓN: No dejes de creer en la magia del momento.
CD/MF
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