Qué necesidad de complacer a los flotilleros taxistas de aumentar las tarifas. Es notorio que ni un funcionario aborda un auto de alquiler, pues de todos los usuarios es sabido que las tarifas a cualquier destino son negociadas al momento entre taxista y usuario.

En el caso de las plataformas digitales ocurre lo mismo. Al solicitar un viaje en la aplicación, al cliente le aparecen varias ofertas para, que a su conveniencia seleccione la que más le agrade por las características del automóvil.

Ahora, posiblemente, pudiera suceder con el aumento oficial en tarifas para taxistas sería que de manera abrupta se dispararan las precios de las “dejadas”. Por ejemplo si actualmente se pregunta por una “carrera” que abarca la zona centro en la ciudad de Veracruz, el taxista pide entre 50 y 70 pesos, después de autorizar un aumento el operador estaría en libertad de pedir, probablemente, entre 70 y 100 pesos.

Las aplicaciones; de actuar con cautela podrían quedarse con el mercado ante la voracidad de los señores taxistas tradicionales.

Cuando se habla de aplicaciones de transporte abarca a los taxistas con concesión de Transporte Público y a los privados que dan excelente servicio, que por cierto están a nada de ser reconocidos. ¡agua! con los precedentes, ya está el ejemplo de Quintano Roo que con todas las protestas Uber llegó para quedarse.

Se debe recordar que Uber, In Drive, DiDI; que son las que tienen presencia invisible en Veracruz y varias ciudades,que por lo regular han ganado amparos para dar el servicio de primera y precios justas a que toda persona tiene derecho.

También se pudiera dar un escenario de aumentos generalizado en las aplicaciones. Algo de igual forma propiciado por las autoridades.

Lo mejor sería que se pausaran el alza de aumentos y se empezará por hacer revisiones exhaustivas en los vehículos de alquiler y hacer obligatorio el aire acondicionado y después hablar de las tarifas y ya, en definitivo, regular las aplicaciones de transporte que no son servicio público y cualquier persona tiene derecho de contratar cualquier prestación privada que más se acomode a sus necesidades.

Como dijera el clásico: “no se hagan bolas”.

CD/YC