"Por políticas culturales desconocidas, el silencio rodeó al poeta Enrique González": Laura González

Ciudad de México.- El poeta Enrique González Martínez es conocido sobre todo por su rompimiento con el modernismo de Rubén Darío. Para la exposición de la Biblioteca de México, su nieta, la historiadora del arte Laura González Matute, no quiso hablar de tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje, frase célebre del libro Los senderos ocultos (1911), sino del hombre en favor de la paz, quien presidió la comisión organizadora del Congreso Continental Americano de Paz, celebrado en 1950 en la Ciudad de México.
Para ese fin, la exhibición Enrique González Martínez (1871-1952): Poeta por la paz reúne alrededor de 150 objetos entre fotografías, libros, muebles, revistas, retratos, cuadros, objetos artísticos y documentos personales. Organizada cronológicamente, revela una pequeña parte del archivo de unos 15 mil documentos que González Matute heredó de su padre, Héctor González Rojo (1902-1978), tercer hijo del poeta.
Se trató, pues, de rescatar al hombre que pugnaba por la paz debido "al clima de guerra que se vive en el planeta", señala la curadora González Matute a La Jornada. Las acciones de González Martínez quedaron registradas en el mural perdido Pesadilla de guerra, sueño de paz (1952), de Diego Rivera. El muralista pintó al poeta, ya canoso, parado junto a la pintora Frida Kahlo, en silla de ruedas, recabando firmas.
La muestra también coloca de nuevo en la mira del público el nombre de este personaje que en 1949 fue el primer candidato mexicano al Premio Nobel de Literatura. En 1944 recibió el Premio Nacional de Literatura Ávila Camacho, que se convertiría en el Premio Nacional de Artes y Literatura.
Sin embargo, después de su fallecimiento, el poeta fue olvidado. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres.
"En vida, mi abuelo fue muy reconocido, siempre se hablaba de él. Tras su muerte, se seguía escribiendo sobre su figura; sin embargo, alrededor de 1960 vino un silencio absoluto. En varias antologías no se le incluye. Son políticas culturales literarias en las que de repente hay poetas que por razones que no conocemos a fondo los van borrando de la historia. Puede ser porque no van acordes a sus poéticas o quizá les hagan sombra. Con González Martínez fue muy claro".
Investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas, González Matute ejemplifica con el caso del pintor y muralista Manuel Rodríguez Lozano: "Por muchos años no hubo quien hablara de él, hasta que hace poco lo revivieron con una exposición en el Museo Nacional de Arte".
Para la especialista, su abuelo rompe con el modernismo para ofrecer una poesía de avanzada, de corte mucho más vanguardista, profunda, con más alusiones a la vida y la muerte. Además, es un momento relevante en la historia de México: Estamos en plena revolución, hay una problemática. No se puede seguir hablando de princesas y castillos. Es momento de reflexión y análisis respecto de qué está pasando.
Otra vez el silencio
González Martínez fue objeto de un homenaje nacional con motivo de su centenario natal, en 1971. Se colocó una placa en la fachada de su casa en Guadalajara, su ciudad natal. El acto se difundió; sin embargo, allí se acabó. Otra vez el gran silencio, asegura la estudiosa.
El archivo que heredó González Matute no sólo incluye recortes desde 1903, cuando su abuelo editó su primer poemario, Preludios, sino desde 1895, “en que platica que siempre tuvo la idea de publicar, aunque era médico –su profesión original– en Sinaloa. También daba a conocer sus traducciones de obras literarias de inglés y francés a español”.
Recibió el archivo desordenado, porque nunca se había trabajado. Había material deteriorado, incluso que se había perdido, porque se mojó. Gracias al apoyo de varias becarias, el fondo se empezó a organizar. Ahora se divide en carpetas, aunque también hay material en cajas.
“Tengo muchas fotografías y cartas de personalidades como Antonio Machado, Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Pedro Henríquez Ureña. Entre las joyas de la exposición destacan los diplomas que provienen de instituciones extranjeras, medallas y un busto del escultor Guillermo Ruiz.
Enrique González Martínez (1871-1952): Poeta por la paz permanecerá hasta el 7 de septiembre en la galería Abraham Zabludovsky de la Biblioteca de México (Plaza de la Ciudadela 4, colonia Centro). En el transcurso de la exposición se realizarán conversatorios, mesas, talleres, e incluso una sesión de ajedrez, que recuerda la partida del poeta con el campeón cubano José Raúl Capablanca.
Con información de: La Jornada
CD/AT
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