Para Graciela Iturbide, la fotografía es un ritual que surge de instantes mágicos

Madrid.- La mexicana Graciela Iturbide explicó que para ella la fotografía es un ritual, es mi modo de vida, que se basa en un momento entre azaroso y mágico, cuando aprieta el botón para que emerja la sorpresa y el hallazgo. Cuando habla la luz es la exposición retrospectiva que inauguró ayer la propia Iturbide en la Casa de México en España. Incluye 115 imágenes que pertenecen a Fomento Cultural Banamex y fue curada por el artista mexicano Juan Rafael Coronel Rivera.
En su primera visita a España desde que le fue concedido el Premio Princesa de Asturias de las Artes, Iturbide, nacida en la Ciudad de México en 1942, provocó enorme expectación. Los medios de comunicación eran decenas y prestos para seguir de viva voz la narración de la historia de algunas de sus fotografías más emblemáticas, que forman parte de la exposición, como Nuestra señora de las iguanas, captada en 1979 en la sierra Mixteca, que se ha convertido en símbolo de la lucha feminista y de las resistencias populares; en la región donde fue tomada se es conocida como la medusa de las iguanas.
También habló de otras imágenes clásicas dentro de su enorme acervo, como La mujer ángel, El baño de Frida, sus autorretratos, y las series del Niño Fidencio y del desierto de Sonora. La exposición es uno de los principales atractivos del festival PhotoEspaña 2025.
En un encuentro con medios de comunicación, Iturbide respondió a la pregunta de qué es y qué ha sido para ella la fotografía, después de toda una vida dedicada a captar imágenes con sus tres cámaras analógicas: “Para mí, la cámara y la fotografía es mi modo de vida, y es un ritual. Por eso me encanta tomar mis fotos; todavía trabajo con rollos analógicos para llegar a mi casa, revelar, hacer mis contactos, verlos.
Cartier-Bresson, a quien tuve la suerte de conocer en París, dice que hay un momento decisivo, que es el momento en el que aprietas el botón de la cámara. Además, para él no había que cortar nada. Para mí, hay dos momentos decisivos: uno cuando me sorprendo y tomo la imagen que veo, y otro en el laboratorio, cuando veo los rollos, los contactos, en el que a veces me equivoco, elijo mal las fotos. La fotografía es para mí un ritual, es mi pasión.
Su forma de entender ese oficio se basa más en los sentimientos que se alojan en la parte más cerebral del ser humano: Se fotografía con el ojo, con la cabeza y con el corazón. El más importante es el corazón, porque el ojo es el que ve, no el que descubre, y el corazón es el que siente. El azar es muy importante. Yo nunca hago proyectos con guiones: veo lo que el azar me ofrece.
La exposición actual en Madrid es la misma que se exhibió por primera vez en 2018, en la que se mostró casi la totalidad de la colección de Fomento Cultural Banamex, la cual reunió casi 300 fotografías de Iturbide; están diseccionadas en 20 módulos y abarcan desde los pueblos originarios, los pájaros o algunos de sus viajes más importantes, así como su forma de ver el paisaje como una geometría perfecta. El curador Coronel Rivera advierte al respecto: “a Graciela Iturbide le interesa que en sus imágenes esté presente la composición áurea, misma que le es innata. Esta manera de comprender la mathemata, la filosofía pitagórica de la vida, y por tanto el arte, le corre por las venas”.
La artista mexicana, quien ha viajado por el mundo con su cámara, como hizo por India o por Japón, relató que uno de los momentos más difíciles como fotógrafa fue cuando acudió a la fiesta de la cabra en Oaxaca.
“Siempre digo que si hubiera ido a la fiesta de la cabra en la Mixteca sin mi cámara, seguramente no hubiera podido, porque había cabritas muy pequeñas, en las que veías sus lágrimas o cómo las mataban con cuchillo. Y yo, como estaba detrás de la cámara, pude hacerlo. Para mí fue una experiencia realmente maravillosa, a pesar de lo fuerte, pero siento que gracias a la cámara me acordé de que en la Biblia Dios pidió a Abraham que sacrificara a su hijo Isaac y que a la mera hora se arrepintió.
Leí un poco esa parte de la Biblia porque la imaginación siempre tiene que ver con lo que estás fotografiando, sobre todo cuando has leído algunos pasajes. Ha sido mi experiencia más dolorosa de fotógrafa, pero también soy un poquito morbosa y me gusta ver las cosas fuertes que ocurren en el mundo, no nada más lo bonito.
La fotógrafa mexicana también relató cuando estuvo durante un tiempo fotografiando escenas de funerales de niños en México y por qué tuvo que parar: “Perdí a una hijita cuando ella tenía seis años. A partir de entonces me dediqué a fotografiar a los angelitos, que en México los ponemos en sus cajitas con flores y con sus medicinas cuando son muy pequeñitos.
“Un día me encontré en Dolores Hidalgo, en Guanajuato, a un señor que llevaba con toda su familia una cajita con su niño muerto. Estaban parados, y le pregunté si lo podía acompañar y si lo podía fotografiar. Yo sólo lo iba siguiendo, y de repente, en medio de camino al cementerio, el señor de la cajita me volteó a ver asustado y yo, sin saber qué pasaba, vi que en medio del camino estaba la muerte. Era un hombre que tenía todo el cuerpo picoteado por pájaros, no sé si lo habían sacado de una tumba y si alguien lo había ido a tirar al cementerio.
“Después de verlo y de acompañar al señor hasta el entierro de la niña, cuando la dejaron en su tumbita salieron de repente miles de pájaros que eran los que habían picoteado al señor, que son para mí los pájaros de la muerte. Fue cuando sentí que la muerte me dijo: ‘ya basta de fotografiar eso sólo para sufrir’. Entonces ya no volví a fotografiar angelitos.”
Iturbide también explicó lo que le interesa retratar en esta etapa de su vida: “Después de fotografiar pueblos originarios, pájaros, jardines botánicos y objetos, resulta que fui a Lanzarote como hace un año y medio, y me encantó el sitio, porque descubrí el principio y el fin del mundo.
La lava, los volcanes, que para mí es la forma en la que nos vamos desarrollando en la naturaleza, como fuimos creciendo, evolucionando, para ver lo que es el principio y el final del mundo, de la vida. Por eso también fotografío muchas piedras, como hice en Japón o en Machu Picchu, pero todo lo voy encontrando por azar y lo voy poniendo en la cajita que corresponde.
La exposición de Graciela Iturbide estará abierta al público hasta el 14 de septiembre en la Casa de México en España.
Con información de: La Jornada
CD/AT
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