Jul 04, 2025 / 05:00

Padecen choferes en Puebla precariedad y jornadas sin dormir de 40 horas

Puebla, Pue.- Bajos salarios, jornadas de trabajo de 12 y hasta 40 horas continuas frente al volante, problemas de salud y poca o nula profesionalización, son algunas situaciones a las que se enfrentan a diario los operadores del transporte público y de carga, uno de los oficios con las peores condiciones laborales en el estado de Puebla.

A esta precariedad se suma que muchos choferes carecen de prestaciones de ley y reciben pagos mínimos, como 1.99 pesos por kilómetro, lo que los obliga a recorrer largas distancias para obtener un ingreso suficiente.

Mientras que el salario promedio de un chofer de ruta de transporte público en Puebla varía, pero generalmente se encuentra entre los 8 mil 500 y 13 mil pesos mensuales, lo cual depende del derrotero y el concesionario.

El dirigente de la Federación de Transportistas Mexicoamericana de Carga, Pasaje y Turismo (Fetramex), Ángel Navarro Estrada, concedió una entrevista a La Jornada de Oriente para hablar de las jornadas extenuantes que enfrenta un conductor de transporte de carga frente al volante.

Reveló que la duración de las jornadas depende de la responsabilidad, carga y ruta asignada, como la Puebla–Culiacán, cuyo trayecto es de 35 horas continuas.

Esta situación ha llevado a niveles críticos a los choferes del transporte de carga, con hasta 40 horas al volante y sin dormir, lo que incrementa los riesgos de accidentes, afectaciones a la salud física y mental de manera irreversible.

Entre las quejas del gremio, señalaron que las empresas entregan cargas “quemadas”, es decir, con retrasos previos y con la exigencia de entregas inmediatas, sin considerar el tiempo de traslado ni las condiciones del camino, que en temporada de lluvias representan un peligro por los baches que pululan.

Además, el dirigente de Fetramex destacó que la infraestructura carretera resulta insuficiente y obsoleta, lo que provoca congestión vial y accidentes.

“Ya está muy chicas las carreteras, y lo que han hecho es ampliar un poco, pero no hay estudios en infraestructura, ya no cabemos y eso genera mucho accidente”, advirtió, sin contar que se debe cumplir con horarios estrictos y la inseguridad en algunas rutas.

El dirigente expuso que los operadores enfrentan penalizaciones económicas severas en los Centros de Distribución (Cedis), donde por retrasos de apenas minutos pueden descontarles hasta 8 mil pesos, una suma considerable para sus ingresos.

En algunos Cedis, tampoco les permiten bajar del vehículo ni para ir al baño o comer, lo que agrava el desgaste físico y mental de los conductores.

La falta de paraderos seguros y funcionales impide que los conductores descansen conforme a la Norma Oficial Mexicana NOM-087, que establece un máximo de 14 horas de conducción continua y un descanso mínimo de ocho horas.

La fatiga domina: testimonios de operadores

Julio César Jimárez Espinoza, con 43 años de experiencia como conductor, relató que las jornadas de más de 17 horas son habituales y que dormir solo es posible “picando el sueño de ratos”.

Expuso que la inseguridad ha obligado a los choferes a viajar en convoy para protegerse. “Ya no hay lugares seguros para decir: me voy a quedar a descansar aquí unas cuatro o cinco horas”, afirmó.

Otro chofer -que pidió el anonimato- secundó que las empresas exigen entregas en tiempos imposibles, sin importar las condiciones del camino ni el estado físico del operador. “Las empresas grandes, como Maseca, solo cargan y dicen a tal hora tienes que estar para entregar, sin fijarse en el tiempo real de recorrido”, señaló.

La presión por cumplir horarios genera castigos económicos, especialmente en el transporte de perecederos, donde el retraso puede significar descuentos de 2 mil o 3 mil pesos, sin considerar factores externos como el tráfico o el mal estado de las vías.

El consumo de “perico” para soportar 40 horas al volante

La prolongada falta de sueño y el agotamiento han llevado a muchos choferes a consumir sustancias conocidas como “perico”, entre las que destacan Asenlix, Redicres y Ritalin.

De acuerdo con información oficial, estos medicamentos contienen estimulantes como clobenzorex o metilfenidato, que actúan sobre el sistema nervioso central, aumentando el estado de alerta y reduciendo la sensación de fatiga. Su uso prolongado puede provocar insomnio, ansiedad, hipertensión y dependencia.

Son medicamentos de venta controlada, pero los operadores los adquieren sin mayor restricción en farmacias o en “cachimbas”, donde los precios van de 200 a 450 pesos por cartera de 10 pastillas o cápsulas.

Las “cachimbas” son refugios nocturnos en las carreteras para que los operadores descansen, donde pueden comprar “perico”, café, refrescos, alimentos, gasolina e incluso prostitución.

Hay otros conductores que recurren al consumo de peyote, “cristal”, cocaína, grandes cantidades de café y refrescos de cola para mantenerse despiertos, con alta probabilidad de adicción.

Incluso algunos consideran que los estimulantes deberían autorizarse oficialmente para el consumo de choferes, dada la realidad del sector.

Su vida familiar también se ve afectada. Muchos pasan semanas lejos de casa, perdiéndose momentos importantes con sus hijos y seres queridos.

Y las consecuencias para la salud son graves: la mala alimentación y el sedentarismo favorecen enfermedades como diabetes, problemas renales y cardiovasculares, mientras que el estrés y el cansancio crónico deterioran la calidad de vida.

En la “micro” a veces ni para la comida sale

Esta situación es similar a la que enfrentan los choferes de microbuses y rutas en la ciudad de Puebla, quienes laboran más de 12 horas al día para ganar lo mínimo.

Roberto Sánchez, de la Ruta 3, que va de La Libertad hasta las oficinas de la Secretaría de Finanzas, explicó que un conductor de transporte público debe entregar una cuenta diaria al dueño de la unidad de entre 800 y mil 200 pesos.

Aunado a lo anterior, agregó, está el consumo de gasolina y el pago de multas de 10 y 20 pesos al checador por atrasos en su recorrido, lo “que al final te deja 200 pesos en los bolsillos”.

“Ser chofer ya no alcanza para vivir; a veces solo nos permite pagar la comida; vamos al día, y otras ocasiones salimos a tablas”, señaló.

La jornada laboral de Roberto inicia a las 5 horas y concluye casi 12 horas después. Para cubrir la cuota, necesita al menos entre cuatro y cinco vueltas a su derrotero para juntar el pago al dueño del microbús y quedarse con unos 500 pesos.

La tarifa se logra obtener sin perder tiempo en horarios de comida, “cuando hay hambre, pasamos por una torta y refresco, pero no nos detenemos, seguimos trasladando a la gente”.

En algunos casos, reveló que son los propios operadores quienes corren a cargo del pago de mantenimiento y desperfectos de los camiones, bajo el pretexto de que deben mantener en buen estado las unidades para evitar percances.

Mientras que otros conductores consultados, de las líneas CREE–Madero y 30A, coincidieron que cada vez más el estrés de cumplir con la cuota diaria les ha generado problemas crónicos de salud, como hipertensión.

“Tenemos mucho estrés, porque no solo pensamos en cumplir con la cuota, sino en cómo vamos a pagar la escuela de los hijos y las deudas”, comentó Miguel Ramos, quien lleva 15 años en el oficio de chofer.

Sin otra alternativa de trabajo, comentó que lo único que le queda es seguir “echándole ganas”, porque no hay otra manera de ganarse la vida.

En el estado de Puebla, no se puede determinar con exactitud el número de choferes de transporte público; sin embargo, se estima que hay 36 mil unidades de transporte público en la capital y su zona metropolitana, según estimaciones oficiales.

Aumentan casi 45% asaltos en el transporte público

Además de los bajos salarios y los problemas de salud, los choferes del transporte público en Puebla se enfrentan a diario a la inseguridad.

De acuerdo con cifras de la Fiscalía General del Estado (FGE), de enero a mayo de 2025 se incrementó en casi 45 por ciento los robos en el transporte público.

En los primeros cinco meses del año, se registraron 579 asaltos a pasajeros, mientras que en el mismo periodo, pero de 2024, fueron 400 casos.

La situación de los choferes de carga y transporte público evidencia la urgencia de una reforma integral que garantice jornadas laborales seguras, infraestructura adecuada, salarios justos y respeto a los derechos humanos de quienes mueven la economía del país.

Con información de: La Jornada

CD/AT

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