Abr 22, 2022 / 10:45

Oportunidad de ajustar cuentas

  ***La derrota del proyecto de reforma constitucional en materia eléctrica ofrece también la oportunidad de ajustar cuentas con una parte de la clase política que le debe mucho a la desmemoriada sociedad.

Muchos ciudadanos aprendieron en estos días que las redes sociales sirven para algo más que intercambiar insultos en épocas de polarización. Hicieron un marcaje personal a los diputados opositores que atajó la posibilidad de que el gobierno comprara las voluntades necesarias para ganar esa votación.

Aliado del viejo PRI salinista, del PAN foxista, del peñanietismo y ahora de Morena, los ejemplos de las operaciones oscuras que involucran al PVEM abundan. Hoy nadie en el gobierno federal quiere recordarlo, pero el Partido Verde fue la causa de que se adelantaran aquellos videoescándalos con que, hace 18 años, en 2004, sus adversarios iniciaron el descarrilamiento del proyecto político del entonces jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador. El PVEM estaba en su peor crisis porque se filtró a la prensa un video de Jorge Emilio González Martínez, negociando un soborno de dos millones de dólares con un desarrollador de Quintana Roo para conseguirle, ilegalmente por supuesto, permisos para construir cuartos de hotel en la zona de reserva ecológica de Cancún. El video era tan contundente y sus consecuencias tan graves para el partido y el “niño verde”, que él, su padre y otros miembros de la cofradía acudieron al ex presidente, Carlos Salinas de Gortari, para pedir su ayuda y evitar la destrucción de la franquicia familiar disfrazada de partido. Aquella ayuda tenía un precio, pero en política todo lo que se puede comprar resulta barato y, bajo la lógica de que un escándalo mayor siempre desplaza a otro escándalo menor, la solución que se operó fue adelantar algo ya programado: detonar los videos que el argentino Carlos Ahumada tomó de Gustavo Ponce, René Bejarano, Ramón Sosamontes y Carlos Imaz Gispert, cuando recibían fajos de billetes con ligas y en bolsas, del argentino y en sus propias oficinas. Los videoescándalos estaban pensados para detener el avance del tabasqueño que, hasta ese momento, era el más sólido precandidato presidencial y muy probable ganador de la elección presidencial de 2006. Exhibirlos estaba decidido, pero sería en una fecha posterior. Sólo se adelantaron para ayudar al PVEM a superar, por desplazamiento y desmemoria, las críticas y el desgaste por el video de su líder, pues resultaba más atractivo e impactante ver a los lopezobradoristas recibiendo sobornos de Ahumada, que ver y oír a Jorge Emilio González extorsionando a un desarrollador inmobiliario de Quintana Roo.

CD/YC

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