Jul 28, 2023 / 07:33

No existen campañas iguales

***Todas las campañas electorales son diferentes, por lo tanto, no existen campañas iguales. Intentar copiar o repetir esquemas sin un conocimiento cabal de la realidad es un error. En una campaña electoral todo cambia en forma permanente. Por ello, los estrategas de una campaña saben que lo único que no cambia es el cambio. La flexibilidad estratégica es un principio esencial. El que se mantiene rígido e inmutable, rápidamente es sobrepasado por la realidad.

En la actualidad, los comunicadores políticos modernos son, esencialmente, “guerreros de la comunicación” pues, hoy en día, la actividad política es pura comunicación, es decir mensajes que deben ser emitidos, neutralizados o derrotados. Un ejemplo de lo dicho, es la información que manejan los nuevos dictadores que, bajo la máscara de “demócratas”, ejercen el control absoluto.

No se enfrentan ya directamente a los medios de comunicación a través de métodos tan abiertos y brutales como la expropiación, sino que los controlan “indirectamente”, de manera oculta y efectiva, a través de la corrupción y el chantaje. Saben que sólo a través de los medios de comunicación, lograrán controlar a la población “levantando” algunas noticias, ocultando otras o ejerciendo el “terrorismo de imagen” para destruir a las personas o instituciones “incómodas”, y todo esto sin disparar una sola bala.
Por otro lado, una situación que también se presenta en las “falsas democracias”, es la autocensura, es decir aquellos medios que, ante una situación crítica, prefieren callar o ponerse de perfil. En política la comunicación es fundamental y, la política moderna es, ante todo, mediática.

Es necesario precisar, que la comunicación política no necesariamente está dirigida a ganar una elección. La comunicación política puede utilizarse también entre otras aplicaciones; para una campaña política gubernamental, para un referéndum, para conseguir una ley o, por el contrario, para derogarla. Es decir, la comunicación política abarca un espectro muy amplio.

El ser percibe y es percibido. Este concepto es fundamental porque, para el elector, su percepción es la realidad. Parecerá paradójico que, en la discusión filosófica, la apariencia ha sido siempre rechazada por ser un solo un reflejo de la realidad. Sin embargo, en la comunicación política, la percepción es el punto de partida y de llegada. Uno puede tener una imagen de sí mismo, pero si la gente me percibe de manera distinta, esa percepción que el ciudadano tiene de mí, es la que prima, pues es la que decide el voto.

Por ejemplo, si un candidato se presenta a sí mismo como honrado y comprometido pero la gente lo percibe como mentiroso y corrupto, lo que finalmente prima es la percepción ciudadana. En este sentido, en términos de comunicación política, lo que importa es saber cómo las personas están percibiendo la realidad. En general, todo gobierno, institución o personaje público debería hacer un seguimiento permanente de su imagen para saber cómo es percibido.

¿Cómo se forma la percepción?

La comunicación no es solamente la palabra. Existe una comunicación verbal y una no verbal. La comunicación verbal apela a la palabra, a la razón, al pensamiento y abarca apenas el 4 por ciento de la comunicación humana. La comunicación no verbal comprende los gestos, las actitudes, los sentimientos, los colores utilizados, los movimientos del cuerpo y abarca el 96 por ciento.

A principios del siglo XX se empieza a estudiar, de manera sistemática, la expresión no verbal, pues los científicos intuyen que la forma de caminar, moverse y gesticular revelan mucho del carácter y las emociones de la persona. Es decir, el cuerpo, por su movimiento y por su mirada, comunica.

Un inteligente discurso pronunciado por una persona de hombros caídos, voz apagada y mirada errática, no convencerá. El mensaje no verbal que ese hombre nos transmite nos alerta, en niveles profundos de nuestra conciencia, que “algo” no funciona, no convence, que no vale la pena prestar atención, despierta nuestra intuición, nuestro sexto sentido, es decir, nuestros códigos de comunicación más antiguos. De hecho, en muchos debates, la energía y la convicción interior de los candidatos, pesan más que los argumentos.

CD/YC

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