Martín Caparrós recibió en Madrid el doctorado honoris causa de la UdeG

Madrid.- Con la emoción desbordada por este “abrazo hecho de papiros, dorados, cordialidad y sonrisas”, el escritor y periodista argentino Martín Caparrós recibió en el Instituto de México en Madrid el grado de doctor honoris causa de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en una ceremonia que estaba prevista en la capital tapatía, junto con los otros dos grandes del arte, Joan Manuel Serrat y Leonardo Padura, pero a la que no pudo asistir por los impedimentos para viajar desde que padece esclerosis lateral amiotrófica.
En su discurso rememoró sus “30 o 40 viajes por México”, país que le dio “influencias decisivas”, entre ellas, y de manera muy destacada, su larga y profunda amistad con Carlos Fuentes, a quien descubrió con 12 años al leer La muerte de Artemio Cruz, que le abrió los ojos por primera vez a su propia condición de escritor.
Caparrós (Buenos Aires, 1957) llegó a la sede de la embajada de México en Madrid, donde se ubica el Instituto de México, en silla de ruedas y una sonrisa de oreja a oreja. Ni las dificultades para mover las manos y sujetar sin ayuda el diploma de reconocimiento o para tocar la medalla conmemorativa le impidieron recordar sus peripecias y aprendizajes por México.
“Estoy emocionado con esto porque es como un abrazo hecho de papiros, de dorados y, sobre todo, de cordialidad y de sonrisas. Me gusta y me impresiona, y lo siento no sólo como un abrazo de Guadalajara, sino como un abrazo de México en general”, afirmó con la voz quebrada de la emoción.
Experiencia con Claudia Sheinbaum
Después empezó un discurso que fue como si estuviera contando un cuento de su experiencia vital por nuestro país y de sus grandes referentes, entre ellos, además de Carlos Fuentes, su “gran amigo de la vida” Juan Villoro.
“Me faltó México en mi vida. La primera vez que fui me atrajo; fue en 1980 y fue una llegada difícil, porque empezó en el mercado de comida de Mérida, Yucatán, donde comí algo que no debía comer y por lo cual pasé 10 días comiendo huachinango hervido. Desde entonces he ido ¡30 o 40 veces!, y he estado en buena parte del país, en ciudades del Atlántico y del Pacífico, en varios puntos de las fronteras sur y norte, y en muchos de los demás estados mexicanos.”
Incluso recordó cuando conoció a la actual presidenta, Claudia Sheinbaum, cuando era jefa de gobierno de la Ciudad de México. “Me hicieron ir a la casa de gobierno en el Zócalo a las seis de la mañana, y resulta que ella ya estaba reunida con su grupo de seguridad que le estaban dando el parte de todo lo que había pasado el día anterior, entre lo que había crímenes y delitos importantes.
“La escuché un rato largo hablar de cosas duras; recuerdo que después, lo primero que le pregunté fue si era tolerable empezar todos los días de tu vida escuchando hablar de crímenes. Ella se rió y simplemente me dijo que eso era así.
“Alguien me contó hace poco que actualmente sigue empezando su día así, ya no sólo de la Ciudad de México, sino de todo el país.”
Caparrós, quien ha escrito crónica, ensayo y novela, y es autor de libros fundamentales de la literatura contemporánea de nuestra lengua, como Hambre o Ñamérica, explicó que cuando dice que le “faltó México” es porque se quedó con ganas de haber vivido un tiempo en la Ciudad de México.
“Siempre me intrigó y me atrajo muchísimo la ciudad. Sin embargo creo que la conozco y lo que más me impresiona y recuerdo es una pequeña escena, cuando intentaba entrar al Metro a las seis de la tarde, cuando masas humanas compactas giraban contra mi dirección. Nunca tuve tal sensación de energía desatada como viendo esa masa que avanzaba en mi dirección, compacta e impenetrable; para mí, eso es una forma de síntesis de la Ciudad de México, con esa energía siempre visible y en movimiento.”
Un bigote pegado a un hombre
En cuanto a las influencias mexicanas “decisivas” en su vida, Caparrós citó dos: la primera, más mundana, cuando se convirtió en “un bigote pegado a un hombre” durante un viaje a Mérida en 1980, en el que un barbero le cortó el pelo y la barba y le cortó el bigote tal como lo tiene hasta ahora, 45 años después. La segunda, crucial, su descubrimiento de Carlos Fuentes: “Mi verdadero descubrimiento como escritor fue cuando tenía 12 o 13 años y leí La muerte de Artemio Cruz, que para mí fue una revelación, de ver que había un narrador en primera, en segunda y en tercera persona. Eso me marcó absolutamente; yo no sabía que se podía contar algo así. Desde entonces siempre leí a Fuentes con la mayor intensidad e interés.
“Mi deuda con él era tal que en la primera página de mi primera novela, después de las 10 primeras líneas no sólo está nombrado, sino que está escrito en esa segunda persona.”
Además recordó que le deslumbró su generosidad y su constancia. “Hubo un momento en que los cuatro o cinco escritores que formaron el famoso boom latinoamericano empezaron a estar como en la cumbre de la literatura, en los años 60, y se suponía que tenía que derivar en un movimiento de renovación o de vanguardia de las letras. Está muy claro que de todos los grandes del boom, el único que siguió buscando fue Carlos Fuentes, nunca olvidó que para él la literatura era la búsqueda, no haber encontrado”, señaló.
Así que “con este reconocimiento pensé mucho en él. Recordé nuestro último encuentro, el primero de mayo de 2012, cuando comimos juntos en el hotel en el que se hospedaba en Buenos Aires.
“Lo encontré muy flaco; cuando salí caminando me paré en un semáforo y se me ocurrieron frases sobre él, las anoté y cuando las escribí me di cuenta de que eran frases para un obituario. Murió 15 días después. Y ahora, que ustedes vengan desde Guadalajara y me traigan este diploma, esta medalla y este cariño, se me hace como si también, en un raro pase de magia, viniera Carlos Fuentes y me dijera: ‘bueno, no estuvo tan mal’.”
En representación de la UdeG viajaron a Madrid para la ceremonia Mara Nadiezhda Robles, rectora del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas, quien señaló en su discurso: “te amamos, Martín, porque eres un vocero de la causa, de las causas, aunque no pretendieras ser activista, por lo que escribes y porque lo que escribes tiene repercusión”; Marco Antonio Núñez Becerra, rector del Centro Universitario de la Ciénega, afirmó: “con el nombramiento venimos a decirte algunas cosas; la primera, y más importante de todas, es gracias por haber aparecido en nuestras vidas. A ti, a tus padres y a tus circunstancias que nos entregaron al mundo entero un ser humano que ha sido capaz de divertirnos, conmovernos, hacernos reflexionar y cultivarnos.
“Gracias por la ingente cantidad de páginas escritas, bien escritas, llenas de inteligencia, compromiso y emociones. Gracias por las crónicas, las novelas, los reportajes, los ensayos y los demás escritos que nos has dejado y que ya forman parte de una de las más valiosas reliquias de la humanidad, la de la palabra escrita.
“Eres, junto con Serrat y Padura, una de las personas a quien admiramos y seguimos para intentar hacer las cosas de mejor manera.”
Con información de: La Jornada
CD/AT
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