Monterrey, Nuevo León.- La influencer regiomontana Lupita TikTok, cuyo caso ha detonado una tormenta en redes sociales, decidió instalarse fuera del Hospital Regional Materno Infantil de Monterrey para no separarse ni un instante del lugar donde su hija, Karely, lucha por sobrevivir.

Con su pareja, Ricardo Medellín, y su representante, ha pasado días y noches en vela, enfrentando la crudeza de la intemperie, pero también aferrada a una esperanza que se niega a soltar.

Bebé de Lupita TikTok fue diagnosticada con muerte cerebral

Después de que su hija fuera diagnosticada con muerte cerebral, el clima emocional en torno a Lupita estalló. Su historia se volvió viral, no sólo por el drama que atraviesa, sino por la serie de acusaciones que involucran al hospital.

“Nos están asesorando de todo lo mal que se ha hecho desde el nacimiento hasta el día de hoy”, afirmó James Flores, parte de su equipo, en redes sociales. Señala, con firmeza, presuntas negligencias médicas que ya están siendo analizadas por un grupo legal.

Sin embargo, desde el hospital se emitió una versión completamente distinta. Una enfermera aseguró que la bebé ingresó ya con condiciones gravemente comprometidas: meningitis, deshidratación severa y otras infecciones.

“Ya no se podía hacer nada por la niña”, declaró, desmarcando al personal médico de los señalamientos que han circulado con fuerza en internet.

Lupita TikTok rompe el silencio
Entre versiones cruzadas y un ambiente lleno de tensión, Lupita decidió hablar ante las cámaras, aunque recientemente, por recomendación legal, ya no emite más declaraciones.

Antes de guardar silencio, alcanzó a compartir un rayo de esperanza que conmovió a muchos.

“Ya, estamos muy felices y contentos. Ya la podemos ver los dos a gusto, (Ricardo) ya vio a la bebé y lloró mucho”. La escena fue descrita con un tono íntimo y sincero, alejado del espectáculo digital que la rodea.

Cuando se le preguntó por el estado de salud de su hija, su voz no titubeó ante los medios de comunicación.

“Ahí anda, está mejorcita y ya se está recuperando. Estoy muy agradecida porque sí lo dejaron pasar y todo eso. Ya está mejorando, estamos orando por ella todos los días y todas las noches”. Su fe, tan firme como su permanencia frente al hospital, parece ser el ancla que mantiene a flote su ánimo.

La bebé ya ha sido registrada oficialmente. Su nombre, Karely, se pronuncia ahora con un matiz de resistencia. Mientras tanto, Lupita, Ricardo y su equipo permanecen afuera, refugiados en un toldo que más que sombra les ofrece un símbolo: no se moverán hasta que la niña salga por su propio pie, o al menos, con un futuro posible.

Esta historia, con tintes de tragedia, devoción y confrontación pública, ha expuesto no solo una lucha personal, sino un cuestionamiento profundo al sistema médico y a la vorágine que puede desatar una historia compartida en redes. Entre plegarias, diagnósticos contradictorios y abogados listos para accionar, la vida de una bebé se convirtió en el centro de un país que observa, opina y se divide.

Con información de: infobae

CD/GU