Los seis felinos salvajes de México y los retos que enfrentan
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Desde mantener el equilibrio poblacional hasta ser indicadores clave del estado del medioambiente, los felinos enfrentan crecientes desafíos
La biodiversidad de México, reconocida como una de las más ricas del mundo, enfrenta una crisis alarmante debido a la acelerada pérdida de hábitats naturales.
Los felinos silvestres que habitan en el país no solo son esenciales para el equilibrio ecológico, sino que también actúan como indicadores clave del estado de los ecosistemas, según información publicada por diversas instituciones como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).
Sin embargo, estas especies enfrentan amenazas crecientes, como la fragmentación de sus territorios, la caza furtiva y la expansión de actividades humanas.
Entre los felinos que habitan en México se encuentran el jaguar, el ocelote, el jaguarundi, el margay, el puma y los linces, cada uno con características únicas y roles fundamentales en sus respectivos ecosistemas.
El jaguar: el felino más grande de América
El jaguar (Panthera onca), considerado el felino más grande del continente americano y el tercero a nivel mundial, es una especie emblemática en México. Este animal ha sido venerado desde tiempos precolombinos por culturas como los olmecas, mayas y aztecas, quienes lo representaron en su arte y mitología, según la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA).
Su cuerpo robusto, patas poderosas y pelaje con manchas negras lo convierten en un depredador ágil y adaptable. Algunos ejemplares presentan melanismo, lo que les da un aspecto completamente negro.
Históricamente, el jaguar habitaba desde el suroeste de Estados Unidos hasta Argentina, pero su distribución actual se ha reducido de su área original debido a la destrucción de su hábitat y la caza. En México, se encuentra principalmente en Campeche, Chiapas y Quintana Roo, aunque también hay poblaciones en la Sierra Madre Occidental y los Chimalapas.
Este felino es crucial para el equilibrio ecológico, ya que regula las poblaciones de sus presas. Sin embargo, enfrenta amenazas como la fragmentación de su hábitat y los conflictos con ganaderos, quienes lo ven como un peligro para su ganado.
La PROFEPA advierte que la desaparición de grandes depredadores como el jaguar puede desencadenar efectos en cadena que desestabilizan los ecosistemas. Por ello, su conservación es prioritaria para garantizar la salud de los entornos donde habita.
El ocelote: un felino de hábitos nocturnos
El ocelote (Leopardus pardalis) es un felino de tamaño mediano que destaca por su pelaje con rosetas alargadas y manchas oscuras. Según la PROFEPA, este animal habita en diversos ecosistemas, desde bosques secos y selvas húmedas hasta matorrales y bosques de montaña.
En México, su distribución incluye las planicies costeras del Pacífico y el Golfo, la Península de Yucatán y el Istmo de Tehuantepec, aunque está ausente en la Península de Baja California y el centro del país.
De hábitos solitarios y nocturnos, el ocelote es un depredador oportunista que se alimenta de roedores, aves, reptiles y otros animales pequeños. Su reproducción varía según la región, pero generalmente ocurre entre diciembre y febrero, con camadas de uno o dos cachorros. A pesar de su adaptabilidad, la pérdida de hábitat, la caza ilegal y el tráfico de su piel han reducido sus poblaciones, colocándolo en la categoría de Peligro de Extinción según la NOM-059-SEMARNAT-2010.
El jaguarundi: un felino discreto y poco conocido
El jaguarundi (Herpailurus yagouaroundi), también conocido como onza, es un felino de tamaño pequeño a mediano con un cuerpo alargado y esbelto. Su pelaje varía entre tonos amarillos, café rojizo y gris oscuro, con un vientre más claro. Según la CONANP, su distribución abarca desde el sur de Texas y Arizona hasta el centro de Argentina, incluyendo las costas del Pacífico y el Atlántico en México.
Aunque su piel carece de valor comercial y no es objeto de caza, la población de jaguarundis enfrenta amenazas como la pérdida de hábitat y la falta de conocimiento sobre su importancia ecológica. Por ello, está catalogado como Amenazado en la NOM-059-SEMARNAT-2010 y es considerado una especie prioritaria para la conservación.
El margay: un experto en la vida arborícola
El margay (Leopardus wiedii) es el felino más pequeño de México, con un peso que oscila entre 1,3 y 5 kilogramos. Según el Programa de Acción para la Conservación de las Especies en Riesgo elaborado por la SEMARNAT y la CONANP, este animal está especialmente adaptado a la vida en los árboles, pudiendo girar sus patas traseras para descender con la cabeza hacia abajo.
Habita en bosques tropicales húmedos y secos, así como en bosques mesófilos de montaña y templados, desde el nivel del mar hasta los 3.000 metros sobre el nivel del mar. Su dieta incluye pequeños mamíferos arborícolas, aves y reptiles. Aunque se conoce poco sobre su comportamiento reproductivo en estado silvestre, se sabe que su periodo de gestación dura aproximadamente 80 días y que las camadas suelen ser de una sola cría.
El puma: un depredador adaptable
El puma (Puma concolor), también conocido como león de montaña, es un depredador tope que regula las poblaciones de presas en los ecosistemas templados de México. Según la PROFEPA, este felino es ágil y esbelto, con un pelaje que varía entre tonos leonados, grises y rojizos. Sus crías presentan motas dorsales hasta los 6 o 10 meses de edad.
El puma es altamente adaptable, habitando en bosques, desiertos, selvas y montañas nevadas. En México, su presencia es notable en estados como Aguascalientes, Michoacán, Durango y Chihuahua. Sin embargo, enfrenta amenazas como la caza furtiva y la pérdida de hábitat debido a la urbanización.
Los linces: depredadores oportunistas
Los linces, que incluyen especies como el lince rojo y el lince canadiense, presentan variaciones en el color y longitud de su pelaje según la estación del año. Según la CONANP, estos felinos suelen habitar en bosques, aunque algunas especies se adaptan a llanuras y matorrales. Su dieta incluye lagomorfos, roedores, aves y pequeños ungulados.
Aunque el lince canadiense y el rojo no están en peligro de extinción, sus poblaciones han disminuido en algunas regiones debido a la caza y la transformación de su hábitat. Entre las principales amenazas para los linces se encuentran la contaminación por agroquímicos, la deforestación y los incendios forestales.
Con información de: Infobae
CD/WM
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