Sep 02, 2022 / 10:03

La figura del político profesional es criticada

 ***Según Max Weber “hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política o se vive de la política”. Para el pensador alemán, la diferencia entre ambas situaciones se encontraba en el plano económico. “Vive de la política como profesión quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos; vive para la política quien no se halla en este caso”.

La figura del político profesional siempre ha sido criticada y mal vista. Envuelta en un aura de codicia y egoísmo, se les percibe como personas volcadas en obtener poder y reconocimiento.

Hoy, los profesionales de la política están en buena medida presentes en los partidos, desde los que saltan a los espacios de representación. La relación entre ambos no deja de ser compleja y en ocasiones uno impone su designio al otro. El modelo ideal de democracia representativa ha enfatizado la idea de que los políticos son reclutados, formados y proyectados hacia las instituciones por los partidos; pero esto no siempre es así. La propia dinámica democrática, junto con otros factores de índole social, cultural o económica, posibilita modelos diferentes en los que los políticos pueden configurar carreras independientes. Pero en ambos casos, y a pesar de su amplia y reiterada connotación negativa en medios populares, la lógica de la profesionalización no deja de estar presente.

Este desempeño de una forma peculiar de profesionalización, se ve entonces animado por el hecho de que el político, durante su vida activa, posee y manifiesta un bagaje más o menos amplio de activos personales bajo la figura de atributos y cualidades que se engarzan con aspectos institucionales del sistema político. Todo ello conforma una suerte de capital político. Esta relación entreverada se da en un proceso de retroalimentación que es el motor de una carrera especial, y muy diferente de la que se da en el ámbito de otras profesiones; carrera guiada en buena parte por la ambición y en la que se siguen pautas definidas.

La idea es que el político, a lo largo de todo el proceso, capitaliza un escenario que va variando en el tiempo, con miras a progresar en su andadura y fin de culminar ésta lo más satisfactoriamente posible para sus intereses. Éstos pueden ser de orden material, de orden espiritual, o una combinación de ambos. Los primeros traducen la búsqueda egoísta de una sensible mejora de su situación económica, mientras que los segundos buscan dar cumplida satisfacción a su vocación inicial altruista de servicio y compromiso social, o pueden reflejar la búsqueda de otros propósitos de carácter hedonista o incluso megalómano.

En el inicio de toda carrera política se conjugan los activos individuales de que el político dispone como su capital original, con los mecanismos institucionales de entrada, que pueden tener carácter partidista o no. Cualquier individuo que entra en política, con independencia de sus elementos fenotípicos, tiene un capital que puede proceder de cinco fuentes que no son incompatibles: la primera es estrictamente política y se deriva del proceso de investidura que le otorga su adscripción a una formación política concreta, cuyo interés fundamental radica en reclutar a personal para sus fines; la segunda proviene del nivel de formación adquirida y posiblemente completada con cierta experiencia profesional en instancias laborales, la cual termina dotándole de la expertise técnica que le abre la puerta del mundo de la política por su funcionalidad; la tercera se deriva de la posesión de altas cotas de popularidad, debidas a la práctica de una actividad cuya amplia exposición social es similar a la de los artistas, los deportistas y los comunicadores sociales, y cuya imagen es un eficaz reclamo a la hora de la captura de los votos; la cuarta procede del legado familiar, es decir, de la pertenencia a una familia cuyos antecedentes y experiencia en la vida política proveen al candidato de símbolos, contactos y redes.

CD/YC

Otras: