May 22, 2025 / 11:59

La artista Tina Girouard 'regresa' al Museo Tamayo después de 42 años

Ciudad de México.-Tras 42 años la obra de la artista multidisciplinaria Tina Girouard (1946-2020) volvió al Museo Tamayo Arte Contemporáneo con SIGN-IN, una exposición que reúne 256 piezas y ofrece una mirada íntima a temas como el lenguaje, el hogar, el trabajo, los cuidados. Figura clave en la escena artística de SoHo en Nueva York durante los años 60 y 70, Girouard fue la primera mujer en exponer en este recinto en 1983.

“Aunque Girouard fue pionera en performance, instalación y arte textil –prácticas que contribuyeron a fundar un canon artístico en Nueva York–, por ser mujer su trabajo fue invisibilizado durante décadas. Esta exposición reivindica su quehacer creativo y la importancia de recordar a mujeres artistas que influyeron la manera en que entendemos el arte hoy”, señaló Manuela Moscoso, curadora de la muestra.

Un panel de 110 obras de grafito sobre papel, llamado ADN, abre la exhibición: cada recuadro contiene una figura abstracta o figurativa distinta; después siguen unos paneles de tela cocidos y pigmentados en los que la artista combina distintos patrones textiles, intervenidos con símbolos personales.

Muchas veces el trabajo de Tina Girouard ha sido explicado como un arte decorativo y doméstico: como es mujer y trabaja con textil, se asume que su obra es doméstica. Pero esa es una lectura muy reduccionista. Si alguien profundiza en su proceso creativo, advertirá aspectos mucho más complejos y relevantes, planteó Moscoso en el arranque del recorrido.

Una de las características más potentes de la exposición es el uso del espacio expositivo como parte de la obra: algunas paredes están completamente cubiertas por fotografías impresas a gran escala que funcionan como fondo y contexto para las piezas. En una de éstas, se ve a Tina Girouard barriendo bajo un muelle del puente de Brooklyn; sobre esa imagen se montaron tres paneles de tela: Niño, Casa y Evidencia contradictoria.

Queríamos crear esta profundidad de la que ella habla desde el lenguaje, no desde lo doméstico exclusivamente, explicó Moscoso.

La instalación también recupera cartas, cuadernos con reflexiones sobre el proceso creativo, fotografías de sus performances y escenas de su vida cotidiana junto a amigos en los barrios del sur de Nueva York, así como libretas donde anotaba los significados que otorgaba a los símbolos que plasmaba en sus textiles.

Sobresale un habitáculo que era utilizado en aquella época y el cual permite al visitante adentrarse en su universo personal y artístico. Asimismo, se proyectan secuencias de textiles en varias pantallas, lo que amplía la experiencia sensorial de la muestra. También se exhibe un panel de chapa de acero estampado.

Pionera del videoarte

Hay videos donde se ve lavando telas, con lo que evoca la idea del cuidado, del mantenimiento. Ella comenzó a trabajar el video cuando apenas surgía como medio, y eso aún no se le reconoce del todo. Fue una pionera del videoarte, añadió la curadora.

SIGN-IN se ha presentado en instituciones como el Ogden Museum of Southern Art en Nueva Orleans y el Center for Art, Research and Alliances (CARA) en Nueva York. Para su llegada al Museo Tamayo, se incluyó un apartado especial que rememora la exposición de 1983, llamada Vámonos a México, con fotografías del montaje y papelería de aquella época.

“En Nueva Orleans, donde ella vivió, la propuesta era mucho más cronológica, contaba su historia desde el nacimiento hasta su muerte. En Nueva York, los espacios eran más pequeños y se decidió no mostrar su trabajo sobre el restaurante Food, que realizó en colaboración con Gordon Matta-Clark.

Aquí, hemos traído mucha más obra porque los espacios son más amplios. También hicimos un esfuerzo por contar las historias y contextualizar las piezas a través de textos de sala y cédulas explicativas, apuntó Moscoso.

Entre las piezas más sobresalientes se encuentran Dambala (1991) y Bajo un hechizo (1992), elaboradas en Haití en colaboración con el artista Antoine Oleyant, con cuentas de vidrio, lentejuelas, acrílicos y otros materiales cosidos a mano sobre lienzo.

Se construyeron a partir de un lenguaje visual híbrido de símbolos y narrativas que hacía referencia a sus respectivas simbologías culturales, indica la ficha de sala. Girouard aprendió de Oleyant el léxico espiritual haitiano de los dioses y con él compartió imágenes derivadas de la migración de su familia de Nueva Escocia, Canadá, hasta Haití, y finalmente el sureste de Luisiana.

Para Amy Bonwell, sobrina de la artista, quien estuvo presente en la apertura de la colección, traer de nuevo a Tina al Museo Tamayo es un sueño cumplido: Cuando ella nació en Luisiana, mis abuelos la llevaron a San Antonio, Texas, donde hay una cultura mexicana muy fuerte. Creo que cuando le ofrecieron esa exposición en 1983, se sintió cómoda porque ya estaba familiarizada con la cultura mexicana y la amaba profundamente. Debió de ser muy emocionante para ella venir a la fuente de esa cultura, que conocía por Texas.

Bonwell contó que antes de estas exposiciones, la obra de Girouard estaba almacenada en una bodega con control climático. Ella conservó gran parte de su trabajo porque sabía el valor que tenía. Creía mucho en sí misma, incluso si el mundo del arte la había olvidado. Y ahora podemos disfrutar de eso. Es muy emocionante ver que su obra es apreciada, porque sé que eso la haría muy feliz.

Organizada por el Rivers Institute for Contemporary Art & Thought, SIGN-IN es el resultado de una investigación de cuatro años. Se inauguró ayer y permanecerá abierta al público hasta el 14 de septiembre en el Museo Tamayo (Av. Reforma 51, Ciudad de México).

Con información de: La Jornada

CD/AT

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