Imparable, tráfico ilegal de huevos de tortuga golfina en Oaxaca
En Morro Ayuta y La Escobilla miles de huevos de tortuga golfina son saqueados por hombres, mujeres y niños; se venden hasta en 30 pesos la docena
El tráfico ilegal de huevos de tortuga golfina se encuentra imparable en dos de las playas de anidación más importantes del mundo. En Morro Ayuta y La Escobilla, al sureste del estado de Oaxaca, la crisis económica provocada por la pandemia de covid-19, incrementó la presencia de los llamados “hueveros”.
El saqueo se realiza a pie, caballo o motocicleta, por parte de hombres, mujeres y niños, que llenan costales y costales después de que las hembras terminan de desovar.
"Es una de las problemáticas fuertes que tenemos, los saqueadores; en esta temporada de pandemia que aumentaron los desempleos, las personas bajaron a las playas en busca de un recurso más fácil", reconoció Teresa Luna, encargada del Campamento Tortuguero Morro Ayuta.
Por su parte, Kelvin García, técnico para la Conservación de Costa Salvaje, explicó que en las noches de arribadas llegan hasta 250 saqueadores, y en días normales, sin nidadas masivas, alrededor de 30 personas que buscan huevos de tortuga golfina en los 15 kilómetros de playa de Morro Ayuta.
"El saqueo ya es de todos los días, no solamente en las arribadas, porque aún cuando no hayan nidadas masivas, por día salen entre 10 y 40 tortugas a desovar", detalló.
Calculó que habitantes de las comunidades cercanas a Morro Ayuta roban alrededor del 20 por ciento de los nidos por temporada.
En La Escobilla, la situación no es diferente, ya que también miles y miles de huevos de tortuga son extraídos para ser vendidos en el mercado negro.
"Es una constante en Oaxaca, sobre todo en las playas de arribada que es donde ocurre en mayor número; aunque se tiene la presencia de Profepa y la Secretaría de Marina, que intentan hacer su labor, sigue habiendo saqueo", señaló Erika Peralta, encargada del Santuario Playa La Escobilla.
El tráfico de huevos de tortuga se realiza por redes organizadas conformadas por saqueadores, acaparadores y compradores, que son conocidos por todos en las comunidades.
"Viene mucha gente de varias ciudades de la República Mexicana, a lo mejor con la idea de probar algo exótico, de probar el huevo o la carne de tortuga en esta zona", lamentó la bióloga Teresa Luna.
Huevos de tortuga se venden hasta en 30 pesos la docena
Los huevos de tortuga llamados “limones blancos” en la región, como una forma de esconder el comercio ilícito, se pueden comprar a plena luz del día en 30 pesos la docena o 200 pesos el ciento.
Una aleta de tortuga golfina se vende como carne en 50 pesos y un cuarto de litro de aceite en 250 pesos.
A pesar de que la temporada de arribadas está en marcha, en la carretera que conduce de Puerto Escondido a Huatulco, y en los caminos a las playas de nidadas, no hay operativos de seguridad ni nadie que realice acciones de inspección y vigilancia.
Una vendedora contactada por Excélsior en la comunidad de Barra de Colotepec de nombre Sandra, traslada desde La Escobilla los huevos de tortuga en una bolsa de mano sin mayor preocupación, a bordo de camionetas del transporte público.
La mujer asegura que es muy fácil llevar huevos de tortuga en autobús a la Ciudad de México o enviarlos por paquetería.
"Mi tía ha llevado huevos en su bolsita normal en el camión o los manda por el servicio de mensajería, en una cajita nada más", reveló.
🥚🐢 Miles de huevos de #tortuga golfina son saqueados; se venden hasta en 30 pesos la docena.
— Excélsior (@Excelsior) November 24, 2021
➡️➡️Así operan las redes organizadas de venta clandestina: https://t.co/iB0SzTOHE1 pic.twitter.com/dBZrdyUx7r
El Chaca, de saqueador a protector de la tortuga golfina
Isaac Sosa, mejor conocido como el El Chaca, aprendió de su padre a saquear huevos de tortuga golfina en Morro Ayuta, desde que estudiaba el cuarto de primaria.
"Yo me acuerdo que tenía 10 años y ya venía a robar huevos a la playa", relató.
En una buena arribada, sacaba entre 5 mil y 7 mil huevos de tortuga golfina para vender y ayudar con los gastos de la casa.
"Era huevero, cuando había huevos de tortuga pues me dedicaba a saquear, también comercializaba la carne, el aceite, todo lo que se podía aprovechar", comentó.
Durante 31 años, El Chaca, realizó esta actividad ilícita en la que fue ascendiendo hasta llegar a acaparador, es decir, que compraba a otros, acopiaba y después vendía al mayoreo al mejor postor.
"Muchas personas han podido estudiar porque sus padres vienen aquí a sacar el sustento de la familia, sobre todo ahora que se cancelaron los apoyos del programa de empleo temporal. Yo logré dar educación a mis dos hijos con la venta de los huevos", justificó.
Pero la suerte de Isaac se acabó a finales de 1999, cuando fue detenido en posesión de 40 mil huevos de tortuga en la carretera que conduce a Salina Cruz.
"Iba en una camioneta con un compañero y nos detuvieron, los policías nos llevaron presos y nos enviaron por seis meses a la cárcel de Tehuantepec", indicó.
Al salir de prisión en marzo de 2000, El Chaca regresó a la playa a seguir saqueando, aunque ya tenía la leve intención de dejar el negocio, por lo que comenzó a tomar cursos de conservación y ecoturismo.
El tiempo siguió transcurriendo, mientras tanto Isaac combinaba el robo de los huevos con la pesca, hasta que en 2016 logró traer sus primeros turistas a Morro Ayuta para que conocieran y admiraran a la tortuga golfina.
A la par, consiguió contactar a los integrantes de Costa Salvaje para colaborar con ellos en la protección de la especie, convencido por fin de que lo mejor es cuidar nuestros recursos naturales.
Hoy, Isaac Sosa ocupa el cargo de comisariado ejidal de su pueblo en Río Seco y comparte su experiencia con saqueadores para tratar de que sigan sus pasos.
Luis Rojas, gerente de Conservación de Costa Salvaje en Oaxaca, dijo estar convencido de que la educación ambiental es una de las llaves para acabar con el tráfico ilegal de huevos de tortuga en las playas de anidación.
Resaltó que por ello realizan talleres en las escuelas con los niños de las comunidades, con el fin de poner fin a prácticas que se tratan de justificar argumentando los usos y costumbres de los pueblos.
"Estamos convencidos de que ahí es donde se puede cambiar el chip, para que cuando los pequeños crezcan ya no consuman carne ni huevos de tortuga", manifestó.
De esta forma, un equipo de jóvenes entusiastas se dedica a dar pláticas y realizar actividades recreativas de concientización en los planteles escolares cercanos a Morro Ayuta y La Escobilla para que los menores dejen de ver como algo normal el saqueo del patrimonio natural de México.
Con información de: Excélsior
CD/YC
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