Oct 04, 2023 / 12:10

Fidel Herrera, su historia a través de los años del exgobernador de Veracruz

Desde joven Fidel Herrera Beltrán tuvo una gran habilidad para jugar béisbol. Quienes le conocieron le auguraron una buena carrera dentro de ese deporte, no en vano le pagaban por jugar, pero él prefirió otro pasatiempo todavía más rudo: la política. Si en el “rey de los deportes” encontró la disciplina para seguir adelante, en la política hallo sus máximas satisfacciones. Desde la Cuenca del Papaloapan vino a Veracruz a ver a Beto Ávila para que lo apadrinara, pero luego se arrepintió.

Fue el mayor de 5 hijos de la madre soltera y maestra veracruzana María Beltrán Vallecillo. Fidel nació hace 74 años en la congregación de Nopaltepec, municipio de Cosamaloapan, Veracruz., ubicado en la cuenca baja del Papaloapan, enorme “cuerno de la abundancia”, propicio para el cultivo de la caña de azúcar, plátano macho, mango manila, piña, arroz, frijol y maíz entre otros productos que sostienen la economía de la región del Sotavento.

Su abuelo Lucio Beltrán fue líder agrario y defensor de tierras, muerto a balazos por “guardias blancas”. La madre preparaba dulces y longaniza, que Fidel y sus hermanos vendían por las tardes para ganar entre 10 y 12 pesos diarios. Con ella tuvo una cercana relación, aunque no duro mucho tiempo, murió a los 42 años de edad víctima de un aneurisma.

Su abuela tenía un puesto ambulante donde vendía zapatos que compraba en Córdoba cada fin de semana hasta que logró tener un estanquillo.

El niño Fidel aprendió a leer y a escribir, aún antes de iniciar la escuela, con la ayuda de “doña Elvira” una mujer alegre y bailadora de danzón a quien acompañó a varios concursos de baile y que era una especie de ayudante materna.

Hasta el tercer año de primaria estudió en la escuela pública del pueblo y luego se trasladó a Tuxtepec, Oaxaca., donde cursó hasta el primer año de secundaria. Por aquel tiempo su abuela pidió ayuda a unos parientes para colocar al muchacho como mozo de un hotel.

Ya en la entidad oaxaqueña, la maestra Esperanza Morales detectó en el infante una habilidad para recordar cifras, datos, nombres y le encomendó cada mañana pasar la lista de asistencia. A los pocos días Fidel había aprendido los 42 nombres y apellidos de sus compañeros.

CD/MF

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