Jul 28, 2024 / 00:50

¿Existe el canibalismo en el mundo animal?

España - El canibalismo es una conducta que se puede dar en muchas especies animales; el término en sí se refiere al consumo de individuos de la propia especie. Si nos centramos en los seres humanos, el nombre apropiado es antropofagia. Solo de pensar que haya humanos capaces de tener este tipo de conductas se nos ponen los vellos de punta, pero aunque puede parecer extraño o incluso repulsivo, este comportamiento tiene una serie de causas y consecuencias en la naturaleza, por ello es interesante que conozcamos algunos ejemplos de canibalismo en el mundo animal.

Es importante mencionar que el canibalismo no es un comportamiento común en la mayoría de especies, sino que, en general, suele producirse en situaciones de estrés, como escasez de alimento o alta densidad de población. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los primeros animales caníbales que veremos, los peces. La conducta caníbal en estos vertebrados acuáticos se considera como una de las principales causas de mortalidad en la larvicultura, una técnica de cría en piscifactorías. Esta conducta se define como un tipo especial de predación que consiste en matar a un ejemplar de la misma especie para consumirlo parcial o totalmente. Se trata de un tipo de canibalismo llamado intracohorte y es una conducta adaptativa para condiciones de escasez de alimento. Para los pequeños alevines supervivientes, el canibalismo puede convertirse en una macabra forma de aprendizaje, ya que en algunas especies de peces, los individuos jóvenes pueden aprender a reconocer y evitar a sus depredadores naturales mediante la observación de ejemplares adultos consumiendo a otros de su especie.

No es tan común, pero puede ocurrir lo mismo en algunas especies de aves, cuyos individuos jóvenes pueden ser devorados por sus propios progenitores cuando no hay suficientes recursos para alimentarlos a todos. Y lo mismo ocurre en algunas colonias de murciélagos, donde las crías son consumidas en ocasiones por los adultos para evitar la competencia intraespecífica por los escasos recursos.

Es importante mencionar que el canibalismo también puede tener efectos negativos en ciertas poblaciones, ya sea de peces, aves o mamíferos, porque si se descontrola y se da en una frecuencia muy alta, puede llevar a una disminución en el tamaño poblacional y en la diversidad genética.

Otra causa diferente que puede terminar en canibalismo es la competencia por la pareja o por el territorio. Es lo que ocurre en algunas especies de reptiles, tras el combate entre dos machos en el que el vencedor puede llegar a matar y consumir a su contrincante. Se ha observado también esta conducta en aves, sobre todo antes de cortejar a una posible pareja, de manera que el macho vencedor se asegura eliminar al contrincante y el acceso total a la hembra.

En muchos géneros de arañas la hembra devora al macho tras la cópula para obtener la energía
y nutrientes necesarios para criar a su prole. En la imagen, arañas de jardín reproduciéndose
En muchos géneros de arañas la hembra devora al macho tras la cópula para obtener la energía y nutrientes necesarios para criar a su prole. En la imagen, arañas de jardín reproduciéndose
Shutterstock

LAS «FEMMES FATALES» DEL MUNDO ANIMAL
El canibalismo visto como una estrategia de supervivencia de ciertas especies lo podemos observar perfectamente en muchos géneros de arañas, donde la hembra, normalmente de tamaño mucho mayor que el macho, puede devorarlo tras la cópula para así obtener energía y nutrientes que necesitará para sacar adelante a su futura prole. En torno a esta lucha por la supervivencia, los machos han entrado en una guerra armamentística evolutiva, haciéndose con estrategias de distracción, entretenimiento y sigilo, para poder fecundar a la hembra y escapar sanos y salvos, prácticamente sin que esta se dé cuenta. Entre ellas está la curiosa técnica de envolver un insecto en una gran cantidad de tela de araña y entregárselo como ofrenda a la hembra, para llevar a cabo una cópula fugaz mientras esta se entretiene «desenvolviendo» el inteligente regalo. También hay casos de machos que «atan» a las hembras, dando lugar a un curioso «bondage arácnido».

Quizás el caso más conocido en el reino animal es el de los insectos de la familia Mantidae, las conocidas como mantis religiosas. Las hembras de algunas especies de mantis devoran la cabeza del correspondiente macho con el objetivo de conseguir un apareamiento mucho más eficaz y una mayor cantidad de nutrientes para llevar adelante su futura maternidad. Tras decapitar a su «querida» pareja y eliminar ciertos centros nerviosos de control de impulsos, el macho aumenta la frecuencia de movimientos copulatorios convirtiéndose en un semental bastante más efectivo. Además, varios experimentos científicos han podido demostrar que las hembras hambrientas de las mantis religiosas eran capaces de alimentarse de machos de menor tamaño con los que ni siquiera llegaban a realizar la cópula. Había una diferencia de un 40 % de aumento de fertilidad entre estas hembras y las hembras hambrientas.

Hay casos, como el de Tenodera sinensis, la mantis china, en los que el macho de la propia especie supone hasta el 63% de la dieta de la devoradora hembra.

Una mantis religiosa hembra devorando a un macho de su especie. Es probable que el caso de los insectos de la familia Mantidae sea el más conocido de canibalismo en el reino animal.
Una mantis religiosa hembra devorando a un macho de su especie. Es probable que el caso de los insectos de la familia Mantidae sea el más conocido de canibalismo en el reino animal.
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AUTOSERVICIO
Pero si estas conductas nos parecen extrañas o nos llaman la atención, hay un comportamiento que es incluso más extremo que el simple canibalismo. No parece que tenga mucha lógica y mucho menos parece algo que favorezca la evolución, pero ocasionalmente algunos animales se comen partes de sus propios cuerpos. A este extraño proceder se le llama «autocanibalismo». Donde mejor se entiende esto es en casos, que están perfectamente documentados, de animales como perros, felinos, osos e incluso simios, que han llegado a comerse su propia piel o automutilarse ingiriendo músculos, tendones e incluso huesos propios tras quedar atrapados en trampas o lazos. Pero no creo que podamos considerar estas situaciones como de «autocanibalismo» propiamente dicho, porque estos animales simplemente lo que hicieron fue eliminar partes de su cuerpo en una situación desesperada de vida o muerte.

Sin embargo, existen otros animales que destruyen partes de su propio cuerpo, aparentemente por otras razones. Es el caso de las ascidias o tunicados, una clase de animales pertenecientes al filo urocordados, que «se comen» literalmente «su propio cerebro» como parte de su ciclo de vida. Estos animales marinos viven sus primeros momentos como larvas nadadoras parecidas a diminutos renacuajos, pero luego se adhieren a una roca convirtiéndose en organismos sésiles, es decir, fijos al sustrato. Es entonces cuando experimentan una metamorfosis que los vuelve totalmente irreconocibles. Al transformarse en un organismo filtrador que vive fijo en una roca, el adulto no tiene necesidad de mantener el ganglio o vesícula cerebral que usa la larva para percibir la luz y la gravedad, por lo que elimina y reabsorbe, tanto este órgano como otros que les resultan innecesarios. Es más una manera de reciclar materia viva que de comer para nutrirse.

EL SÍMBOLO DE LA VIDA Y LA MUERTE
Más llamativo si cabe es el caso del autocanibalismo accidental, como el que se da en algunos animales que se comen sus propias colas. Un estudio sobre serpientes del género Thamnophis publicado en la revista Behavior, sostiene que son capaces de reconocerse a sí mismas gracias a una impronta química propia. Esta capacidad de autoconocimiento puede equipararse con la habilidad de reconocer el propio reflejo en el espejo que se da en otros animales como los primates o los delfines. Pero, si son capaces de reconocerse, ¿cómo se explica que intenten comerse a sí mismas?, o ¿por qué no dejan de engullir cuando detectan que se están comiendo su propio cuerpo? Cuando una serpiente empieza a morder su propia cola, como consecuencia del estrés, llegará un momento en que sufrirá un shock o perderá tanta sangre que inevitablemente morirá. Suele pasar cuando las serpientes criadas en cautividad no pueden regular correctamente su temperatura. El sobrecalentamiento puede hacer que su metabolismo se eleve, lo que hará creer a su cerebro que tiene hambre, aunque en verdad no la tenga. Al ver delante de ella una cola que se mueve, la puede confundir con una presa, empezando a devorarse a sí misma hasta que alguien intervenga o se mate definitivamente.

«La serpiente que se muerde la cola» es la frase que se suele utilizar para definir al uróboros, una representación simbólica circular de una serpiente o dragón devorándose a sí mismo, cuya antigüedad se puede rastrear hace más de 3000 años. Basándose en la realidad de la autofagia de las serpientes, en la antigüedad el uróboros servía para representar la naturaleza cíclica del tiempo y de la vida en general y de muchas otras cuestiones en particular. La propia vida y la muerte, todas las estaciones y muchos otros ciclos naturales quedan perfectamente representados en esta conocida imagen.

COMEDORES DE PLACENTA
En muchas especies de mamíferos también podemos encontrar un curioso tipo de autocanibalismo bastante común: la placentofagia. Esta práctica animal consiste en que las hembras recién paridas se comen su propia placenta tras el alumbramiento. Existen varias explicaciones sobre las ventajas que puede tener para estos animales. Una de las menos consensuadas es que sirva para aliviar el dolor de acabar de dar a luz. Entre las más extendidas se encuentra el hecho de que, además de obtener un gran beneficio nutritivo tras el esfuerzo extremo que supone parir, de esta manera consiguen eliminar todo el rastro de sangre y tejidos para evitar atraer a posibles depredadores, impidiendo así que su vida y la de su cría corran riesgo.

De vez en cuando se escucha en los medios de comunicación que alguna actriz o cantante famosa ha practicado la placentofagia. En humanos no hay registros históricos documentados en las distintas culturas de madres que realizasen este «ritual», por lo que parece que se trata de un fenómeno relativamente reciente en el mundo occidental. A veces, hay quien alude a posibles beneficios para la madre como el de estimular una mayor lactancia o prevenir la depresión postparto, pero ninguno de ellos ha sido corroborado por estudios o investigaciones científicas. Está claro que los seres humanos comedores de placenta son un raro caso de animales que mastican una parte de sí mismos sin una buena razón para hacerlo.

En conclusión, podemos determinar que el canibalismo es un comportamiento complejo, presente en muchas especies animales. Sus causas y consecuencias en el mundo natural también dependen de muchas variables, aunque, como hemos visto, es un comportamiento que prima en situaciones de estrés. En algunas especies, puede ayudar a controlar la densidad de población, además de evitar el colapso de los ecosistemas o incluso ayudar a mejorar la genética al eliminar individuos con características menos deseables y más débiles. Quedémonos con que, aunque a nosotros los humanos nos pueda parecer bastante repulsivo, en la naturaleza es una forma más de supervivencia y adaptación.

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Con información de: Muy Interesante

CD/NR

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