Ago 06, 2023 / 07:04

Evangelio del día 6 de agosto de 2023

Domingo, 6 De Agosto
La Transfiguración del Señor
Calendario ordinario
Beata Isabel Remuiñán Carracedo , San Hormisdas de Campania
Evangelio según San Mateo 17,1-9.

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado.
Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.
De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo".
Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo".
Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
Transfiguración (Le Christ idéal du prêtre, Maredsous, 1951), trad. sc©evangelizo.org

"Allí se transfiguró en presencia de ellos" (Mc 9,2)

La transfiguración de Jesús, inesperada para los discípulos y plena de misterio, sin dudas fue para ellos fuente de una gracia singular: supieron desde ese momento que bajo el exterior del hombre con el que conversaban todos los días (cf. Flp 2,7), el verdadero Hijo de Dios velaba su suprema dignidad. Esta fe será confirmada con la venida del Espíritu Santo, el día de Pentecostés.
La palabra del Padre, escuchada por los discípulos, no salió de la nube que los cubría sólo para ellos. Todas las generaciones cristianas la recogieron. (…) Para cada uno de nosotros, Cristo está siempre pronto a transfigurarse y la voz del Padre no cesa de proclamar, con el ministerio de la Iglesia, la divina filiación de Jesús. Cristo no cambia, permanece el mismo, inmudable (cf. He 13,8). Siempre estamos "unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención" (1 Cor 1,30). Pero descubrimos de a poco la divinidad de su persona, el valor incomparable de su redención, la inmensidad de su mérito, el don de amor hecho a los hombres por su venida. Así somos iniciados a la ciencia eminente de Cristo, de la que habla el Apóstol (cf. Flp 3,8).
Sin embargo, comprendan que este conocimiento no es puramente intelectual, consiste más bien en una iluminación interior de la fe. Faz a esta revelación, íntima y sobrenatural, el cristiano siente nacer en él el deseo que su alma y su vida sean, cada vez más, conformes a las de Jesucristo.

CD/JV

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