Jul 23, 2023 / 07:43

Evangelio del día 23 de julio de 2023

Domingo, 23 De Julio
16o domingo del Tiempo Ordinario
Calendario ordinario
Santa Brígida de Suecia , San Rómula
Evangelio según San Mateo 13,24-43.

Jesús propuso a la gente otra parábola:
"El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.
Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.
El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'.
'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".
También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".
El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!"

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Homilía atribuida a San Macario de Egipto (¿-390)
monje
Homilía 24, 4 (PG 34, « Saint Macaire l'Egyptien », en Lettres des Pères du désert, coll. Spiritualité Orientale, nº 40, Abbaye de Bellefontaine, 1985), trad. sc©evangelizo.org

Hasta que toda la masa haya levado

Si alguien amasa harina sin mezclar levadura, puede aplicarse, mezclar y trabajar, pero la masa no levará y no podrá ser un buen alimento. Cuando se mezcla levadura, ella actúa en toda la masa y la hace levar, como en la comparación que el Señor aplica al Reino… Lo mismo para la carne. Si se es negligente en ponerle sal para conservarla…olerá mal y será inadecuada para consumir. De forma semejante, represéntate la humanidad entera como la carne o la masa y piensa que la naturaleza divina del Santo Espíritu es la sal y la levadura que vienen de otro mundo. Si la levadura celestial del Espíritu y la buena sal de la naturaleza divina… no son introducidas en la naturaleza humana humillada y mezclada a ella, el alma no perderá jamás el mal olor del pecado y no podrá levar a causa del peso y la deficiencia de la "levadura de la mezquindad" (1Cor 5,7).
El alma se equivoca mucho si se apoya sólo sobre su propia fuerza y se cree capaz de obtener por ella misma el éxito, sin la ayuda del Espíritu. Entonces, no estaría hecha para las moradas del cielo ni para el Reino… Si el hombre pecador no se aproxima de Dios, no renuncia al mundo ni espera con esperanza y paciencia un bien ajeno a su propia naturaleza, no gustará jamás la verdadera vida. Debe esperar la fuerza del Espíritu Santo y que el Señor le instile desde lo Alto su propia vida divina…Si recibe la gracia del Espíritu y no se aleja de él, no lo ofende con sus malas acciones, persevera largo tiempo en el combate y "no entristece al Espíritu" (Ef 4,30), tendrá la felicidad de obtener la vida eterna.

CD/JV

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