Ago 16, 2021 / 07:49

Evangelio del día 16 de agosto de 2021

Lunes, 16 De Agosto
Lunes de la vigésima semana del Tiempo
Calendario ordinario

Evangelio según San Mateo 19,16-22.

Luego se le acercó un hombre y le preguntó: "Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?".
Jesús le dijo: "¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos".
"¿Cuáles?", preguntó el hombre. Jesús le respondió: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio,
honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo".
El joven dijo: "Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?".
"Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".
Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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San Atanasio (295-373)
obispo de Alejandría, doctor de la Iglesia
La vida de san Antonio, padre de monjes, 2-4

«Tendrás un tesoro en el cielo»

Después de la muerte de sus padres, cuando Antonio tenía entre dieciocho y veinte años…, un día entró en la iglesia en el momento en que leían el Evangelio y escuchó lo que dijo el Señor a un rico: «Si quieres ser perfecto, ves, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres; después, ven, sígueme y tendrás un tesoro en el cielo.» Antonio tuvo la sensación de que esta lectura estaba dicha para él. Salió inmediatamente y dio a los habitantes del pueblo todas sus propiedades familiares. Después de haber vendido todos sus bienes muebles, repartió entre los pobres todo el oro que la venta de sus bienes le había proporcionado, poniendo a un lado una pequeña parte para mantener a su hermana.
Otro día que entró también en la iglesia, oyó que el Señor decía en el Evangelio: «No os preocupéis por el día de mañana» (Mt 6,34). No pudiendo soportar el haber guardado alguna parte de sus bienes, la distribuyó también entre los más pobres. Confió a unas vírgenes conocidas y fieles que vivían juntas en una casa, el cuidado de su hermana para que la educaran. Y desde entonces, viviendo cerca de su casa, se consagró al trabajo ascético, atento sobre sí mismo y perseverando en una vida austera…
Trabajaba con sus propias manos porque había escuchado esta frase: «Si alguno no quiere trabajar, que no coma» (2Tes 3,10). Compraba su alimento de pan con lo que ganaba y distribuía entre los indigentes el resto que le quedaba. Oraba sin cesar porque había aprendido que es necesario «orar sin cesar» (Lc 21,36) en privado. Prestaba tal atención a lo que leía de las Escrituras que no se olvidaba de nada sino que lo retenía todo; desde entonces su memoria podía suplir sus libros. Todos los habitantes del pueblo y la gente de bien que lo visitaban asiduamente, viéndole vivir así, le llamaban amigo de Dios. Unos lo amaban como si fuera su hijo, otros como si fuera su hermano.

CD/JV

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