Jun 15, 2022 / 08:00

Evangelio del 15 de Junio de 2022


¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Miércoles, 15 De Junio
Miércoles de la 11ª semana del Tiempo Ordinario
Calendario ordinario
Beato Clemente Vismara , San Lotario de Séez

Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha,
para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella
De la oración, XXXV (Conferencia IX, trad. L. y P. Sansegundo en Juan Casiano. Colaciones, 1957, p. 224, rev. Monjes Benedictinos de Medellín - Colombia)

“Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta” (Mt 6,6)
Debemos observar con particular fidelidad el precepto evangélico que nos manda permanecer en el recinto de nuestra habitación, cerrada la puerta, para ofrecer la oración a nuestro Padre. Veamos la manera de dar cumplimiento a esa prescripción del Señor.
Oramos en nuestro aposento cuando ponemos a cubierto nuestro corazón de la realidad circundante, apartándole del tumulto y turbación de pensamientos y cuidados que le solicitan. Luego, en la soledad de nuestro interior, manifestamos al Señor en secreto y familiarmente nuestras necesidades. Orar con la puerta cerrada es dirigir nuestras súplicas sin mover los labios, en un perfecto silencio, a Aquel que penetra los corazones, no menos que las palabras.
Oramos en secreto cuando hablamos a sólo Dios con el corazón y la aplicación de la mente, no manifestando más que a Él nuestras cuitas, de tal suerte que ni siquiera las potestades enemigas pueden columbrar nuestra plegaria. Esta es la razón del profundo silencio que debemos observar en la oración. Porque no sólo no debemos distraer a los circunstantes con nuestro susurro y clamor, turbando su atención, sino también celar a nuestros enemigos – que multiplican entonces sus asaltos – el fin e intención de nuestras plegarias. Con esto ponemos en práctica el precepto que dice: “Guarda las confidencias de tus labios aun de la esposa que duerme en tu seno”. (Mi 7,5)

CD/GL

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