Sep 10, 2022 / 08:00

Evangelio del 10 de Septiembre de 2022


¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Sábado, 10 De Septiembre
Sábado de la 23ª semana del Tiempo Ordinario
Calendario ordinario
San Salvio de Albi , San Nemesio de Egipto Más…

Evangelio según San Lucas 6,43-49.
Jesús decía a sus discipulos:
«No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos:
cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
¿Por qué ustedes me llaman: 'Señor, Señor', y no hacen lo que les digo?
Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica.
Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida.
En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.»

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al salmo 126, PL 9, 696

«Arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla»
«Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles» (Sl 126,1). «Sois el templo de Dios, y el Espíritu del Dios habita en vosotros» (1C 3,16). Esta casa es este templo de Dios, lleno de las enseñanzas y de las gracias de Dios, esta morada que contiene la santidad del corazón de Dios, y que el mismo profeta ha dado testimonio de ello: «Tu templo es santo, maravilloso por la justicia» (Dan 3, 53)???. La santidad, la justicia, la castidad del hombre son un templo para Dios.
Esta casa, pues, debe ser construida por Dios. Una construcción levantada con el trabajo de los hombres, no dura; lo que ha sido instituido por las doctrinas de este mundo no se aguanta; nuestras vanos trabajos y nuestros desvelos son guardianes inútiles. Será preciso, pues, construir de otra manera, guardar de otro modo esta casa. Es preciso no fundamentarla sobre el suelo, sobre arena movediza; es necesario poner sus fundamentos sobre los profetas y los apóstoles.
Es preciso levantarla con piedras vivas, mantenerla a través de la piedra angular, hacerla subir con estructuras progresivas hasta alcanzar la talla del hombre perfecto, la estatura del cuerpo de Cristo (1P 2,5; Ef 2,20; 4,12-13). Se la debe decorar con el esplendor y la belleza de las gracias espirituales. Si así debe ser construida por Dios, es decir, según sus enseñanzas, no caerá. Y esta casa se extenderá a muchas otras, porque lo que edifica cada fiel aprovecha a cada uno de nosotros para el embellecimiento y crecimiento de la ciudad bienaventurada.

CD/GL

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