Jul 06, 2024 / 02:10

Este es el puente romano más antiguo del mundo (y se sigue utilizando)

España - Desde tiempos inmemoriales, los puentes han sido símbolos de conexión y progreso. En el apogeo del Imperio romano, estos facilitaron la expansión territorial y nos han llegado como monumentos de la ingeniería y la arquitectura avanzada de la época. Entre estos, el Puente Fabricio destaca como una joya de la antigüedad: construido en el año 62 a.C., es el más antiguo de Roma que se conserva en su forma original y sigue en uso hasta hoy. Este artículo explora la historia y el legado de este puente, un ejemplo de la habilidad y la visión romanas que ha desafiado el tiempo.

La república romana y sus puentes
En el año 62 a.C., Roma se encontraba en un periodo de intensa transformación y turbulencia política. La República romana, aunque en su apogeo territorial, sufría tensiones internas que amenazaban su estabilidad. Figuras como Pompeyo, César y Craso se disputaban el poder en una compleja trama de alianzas y rivalidades. En este contexto de intrigas y expansión, los proyectos de infraestructura como la construcción de puentes servían tanto a propósitos prácticos como simbólicos, reflejo del poder y la permanencia del estado romano.

En este escenario emerge la figura de Lucio Fabricio, un curator viarum (supervisor de caminos), responsable del mantenimiento de las vías y de las grandes obras públicas, incluidos los puentes. Su mandato coincidió con un período en el que Roma buscaba solidificar su infraestructura para facilitar el comercio y la movilización militar. El Puente Fabricio, encargado por él, fue diseñado para reemplazar un anterior puente de madera que se había destruido en un incendio. Este puente era crucial para el tránsito cotidiano y simbolizaba la ingeniería y capacidad administrativa romana, uniendo el Campo de Marte con la isla Tiberina, cerca del corazón ceremonial de Roma. La dedicación y habilidad de Fabricio quedaron inmortalizadas en la inscripción grabada en el puente, testificando su rol como constructor y su compromiso con la calidad y durabilidad de la obra.

¿Cómo es el puente romano más antiguo?
El Puente Fabricio exhibe la maestría de la ingeniería romana en su diseño y construcción. Este puente de 62 metros de longitud y 5,5 metros de ancho se sostiene sobre dos amplios arcos de medio punto, un diseño emblemático de la arquitectura romana que permite distribuir uniformemente el peso sobre toda la estructura, facilitando así su estabilidad y durabilidad. Estos arcos, apoyados en un pilar central robusto en medio del río Tíber, representan el ingenio romano para manejar las fuerzas naturales.

Los materiales empleados en su construcción —toba, travertino y ladrillo— fueron seleccionados por su resistencia y disponibilidad local. La toba forma el núcleo interno del puente, proporcionando la masa necesaria, mientras que el travertino, un tipo de piedra caliza, se utilizó para el revestimiento exterior por su durabilidad y estética superior. El uso de ladrillo, añadido en restauraciones posteriores, refleja las adaptaciones y mejoras continuas en técnicas constructivas que caracterizaron a la ingeniería romana a lo largo de los siglos.

Un tesoro que aún funciona como puente
El Puente Fabricio ha sobrevivido más de dos milenios y ha continuado cumpliendo su función vital de conectar el Campo de Marte con la isla Tiberina en Roma. El puente fue renovado en el año 21 a.C. bajo Augusto y nuevamente en el siglo XVII por el Papa Inocencio XI, quien restauró los parapetos y la cubierta de ladrillo. Estas intervenciones han asegurado que la estructura mantenga su integridad sin alterar significativamente su estética histórica.

Hoy en día, el Puente Fabricio es una vía de tránsito esencial para peatones y un importante hito cultural. Su uso continuo es un enlace vivo con el pasado romano de la ciudad, ofreciendo tanto a locales como a turistas un portal directo a la historia de Roma. Este puente facilita el movimiento físico a través de una de las áreas más históricas de la ciudad, y también simboliza la continuidad de la historia y la cultura en el corazón de Roma

El Puente Fabricio es una obra maestra de la ingeniería, un elemento icónico en la cultura y la historia de Roma. Emblemático en su arquitectura, ha inspirado a artistas y escritores a lo largo de los siglos. Giovanni Battista Piranesi inmortalizó el puente en sus grabados del siglo XVIII, capturando su majestuosidad y detalle arquitectónico, lo que ayudó a fomentar un aprecio por el patrimonio romano durante el auge del neoclasicismo.

Culturalmente, el puente está intrínsecamente vinculado a la leyenda de Jano, el dios romano de las puertas y los comienzos, cuyas dos caras miran hacia el pasado y el futuro. Las hermas de cuatro cabezas de Jano, trasladadas al puente en el siglo XIV, simbolizan la vigilancia continua y la naturaleza omnipresente de Jano, protegiendo tanto la entrada a la isla Tiberina como a la propia Roma. Esta fusión de arte, mitología y arquitectura hace del Puente Fabricio un foco de narrativas históricas y un punto de reflexión cultural en el corazón de Roma.

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Con información de: Muy Interesante

CD/NR

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