Jul 23, 2024 / 08:28

Es más fácil ganar una elección que gobernar

Vargas comenta que los que conocen de política dicen que es más fácil ganar una elección que gobernar. La campaña electoral está llena de promesas de los políticos que, en los días previos a las elecciones, realizan numerosos compromisos en sus programas y mítines con objeto de lograr el voto. Algunos de ellos, incluso imposibles de cumplir. En campaña electoral los políticos se desatan. Entran en pánico. Unos pueden perder el poder, otros lo acarician. Como decía el gran Groucho Marx, “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. A esto se dedican los políticos.

En política todo es poco creíble. Se hacen diagnósticos a la carta, basados en datos inventados, no contrastados, que difieren según el color político del cristal con que se mira, y por tanto se quiere hacer ciencia basándose en datos no contrastados.

Los mismos datos, sean sobre lo que sean, son interpretados de forma radicalmente diferente por los políticos. Esto es una clara demostración de lo inconsistente que puede llegar a ser la política.

Además, la política es una gran creadora de promesas. Todos recordamos el famoso “puedo prometer y prometo”. Prometo que si gobierno, prometo que seré implacable contra…, prometo que subiré o bajaré tal impuesto, prometo que las pensiones subirán, prometo…todo lo que se les ocurra. Y cuando alguno de los “prometedores” alcanza el poder, se sacan otra de las grandes frases del gran Groucho Marx, “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.

En fin, todo es una gran mentira, una farsa que se repite en cada proceso electoral.

La política es una pseudociencia basada en grandes mentiras. Cuando se hacen las cuentas básicas, todo es más que dudoso. Si le preguntas a un político, ¿y todo eso que promete con qué dinero se pagará? ¿Cómo es posible eso si además dice que bajará impuestos? Estas y otras muchas preguntas se les pueden hacer, y siempre contestarán lo mismo. Si ahorramos de esto o de lo otro, si suprimimos gastos superfluos, si luchamos contra la evasión fiscal, etcétera.

En esto de la política, Groucho Marx y Pinocho son los íconos.

Lo triste es que después de todos estos años, todo es igual. Promesas incumplidas. Pero seguiremos votando, eligiendo a quién prometa lo que queremos oír, disculpando a los nuestros y manteniendo este sistema basado en las mentiras, las falsas promesas, el engaño consentido, y siempre con la esperanza de que esta vez será la última. Parece que los nuevos partidos traen frescura, pero no en el sentido del aire fresco, más bien en el del más de lo mismo. Más cerca del quítate tú para ponerme yo que ahora nos toca a nosotros. ¡Hay que ser fresco!

Los compromisos políticos no solo sirven como indicador de lo que se va a realizar durante el gobierno en el caso de vencer en las elecciones. También son útiles para transmitir las ideas de un partido.

Mediante estos compromisos, aun a sabiendas de la imposibilidad de que se cumplan, las distintas formaciones intentan mostrar un posicionamiento, expresar un estado de ánimo o expresar una jerarquía de valores. Eso orienta al elector en cuanto a los valores que representa un partido y los valores que representa otro.

Pese a todo, el uso de promesas electorales que no se van a cumplir genera desconfianza en el ciudadano.

CD/YC

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