Ene 19, 2023 / 09:30

En política no se debe tolerar la corrupción

Guardando las proporciones a nivel mundial hay diversas formas de hacer política de acuerdo a su régimen. Incluso en México se dice que en el estado de Veracruz quien no es político es periodista.

Desde luego que quien vino a darle una movilidad a sus expresiones fue Fidel Herrera. Comentan sus allegados que en varias ocasiones ponía en jaque a los asistentes a ciertos eventos.

Por ejemplo, le decía al que estuviera a su lado de acuerdo a su estado de ánimo. Mira como nos miran porque nos ven platicando al oído, ya los viste, ahora sonríe, pero sonríe y mira cómo se quedan todos quitos tratando de interpretar lo que estamos hablando.

Hablando en esos términos era muy perverso en la política. Le gustaba jugar con los sentimientos de los actores.

De tal suerte que cada formación política elige libremente su forma de actuar. Hay quienes eligen una forma autoritaria, despreciando el consenso y el acuerdo con otras fuerzas. Hay quienes basan su proyecto en destruir e ir en contra de otros proyectos en vez de tener uno propio.

Los hay quienes se aprovechan de la desesperación de las capas más desfavorecidas de la sociedad para intentar ganar votos prometiendo a cambio una ayuda o un puesto de trabajo o una vivienda. Incluso hay quienes se radicalizan y hacen del insulto y la confrontación su modo de subsistencia para obtener visibilidad y estar constantemente en los medios.

Ciudadanos actúa en política de forma muy clara y muy sencilla. Busca el interés general a través de la honradez, el trabajo, el sentido común y la transparencia. Hay quienes tienen muy claro no concebir ni tolerar la corrupción y no van a dar tregua ni a quienes la toleran ni a los que la incentivan, ni mucho menos a quienes la practican, ya sea desde fuera o desde dentro de sus filas.

Otros con sus propuestas y posicionamientos buscan mejorar la vida de todas las personas. La política para algunos se ciñe a las responsabilidades públicas que han concedido a través de las urnas. Posibilitan mejoras y proyectos sin contraprestaciones, salvo la exigencia de mejorar y hacer más transparente la gestión de los que gobiernan. Y por ello los atacan y los van a seguir atacando.

Otros más consideran que al margen de ideologías o posicionamientos políticos existen unos mínimos y básicos valores constitucionales y morales muchos más importantes entre los que se encuentra el respeto hacia todas las personas sin importar ningún otro condicionante.

Los indignos comportamientos de representantes institucionales que se vienen reiterando sólo producen vergüenza ajena. Esta es la mejor definición del sentir de todos los componentes. Vergüenza ajena por ver cómo son testigos del comportamiento de semejantes “políticos”.

Se niegan a decir que todos los políticos son iguales. Cuando se usan tópicos que tienden a generalizar a todos por la mínima, se cometen injusticias que no se ajustan a la realidad. Claro que no todos los políticos son iguales... ¡a Dios gracias!

En apenas un año de andadura de los nuevos parlamentos y ayuntamientos, se han visto ya muchas formas de gobernar. Por un lado, tenemos las ocurrencias y disparates.

En cambio, al otro lado hay una política de raza que destaca por su compromiso, por su tesón y por su dedicación. En solo un año muchos estarán consiguiendo cautivar a los ciudadanos con su sencillez, con su buena política, con su imagen fresca y moderna y con un lenguaje que entiende todo el mundo. Incluso han seducido a esa parte del electorado que tenía resquemor con ciertas siglas que le reconoce simpatía y respeto.

En los últimos 30 años la actividad política se ha consolidado como uno de los campos de atención pública más potentes para intelectuales, académicos de las ciencias sociales y medios de comunicación en México. Al lado del lento, pero persistente proceso de desestructuración del régimen político pos–revolucionario que simbolizaban tanto un sistema de partido virtualmente único como un hiper–presidencialismo sin igual en América Latina, la atención pública se concentró, desde los primeros años ochenta, en la compleja dinámica de una oposición de derechas e izquierdas que fue modificando —mediante negociaciones políticas, conflictos locales y reformas electorales de distinto signo— el rostro autoritario de un régimen petrificado, con déficits crecientes de legitimidad, eficacia y estabilidad política y económica. Este proceso, sus ideas centrales, sus actores, sus estructuras y reglas, así como las nuevas instituciones y los resultados esperados y perversos observados, fueron el objeto de estudio de nuevas generaciones de sociólogos y politólogos de muy diversas escuelas y corrientes teóricas, que conformaron agendas de investigación con una variedad considerable de métodos, productos y orientaciones.

El argumento central que se desea explorar en este ensayo es que el proceso de cambio político fue acompañado por la estructuración de una agenda de investigación y debate académico que articuló diversas "comunidades epistémicas" en torno a la ciencia política mexicana contemporánea. Esas comunidades han examinado e interpretado desde diversos ángulos el cambio político mexicano, que van desde las descripciones de estudios de caso con análisis cualitativos, hasta trabajos que utilizan de manera intensiva métodos comparativos y cuantitativos diversos. La hipótesis central es que se pueden distinguir tres momentos principales del cambio político en México, que agruparon diversos conjuntos de estudios en el campo de la ciencia política mexicana, y que ensayaron distintos enfoques y métodos en el análisis de sus fenómenos. Uno es el momento de la crisis del autoritarismo mexicano; otro el de la transición política, y el tercero es el de la ineficacia institucional y los problemas de consolidación democrática. El primero ocurrió principalmente en la década de los ochenta, en el contexto de la crisis económica y la creciente incapacidad política para que el régimen asegurara no solamente el dominio de un partido sino el de una oposición política sistémica. El segundo es el que ocurre en los años noventa, cuando se colocan temas como la alternancia política a nivel estatal y municipal, el surgimiento de nuevas agrupaciones políticas, el análisis del desempeño gubernamental, el problema de la gobernabilidad y el cambio político.

CD/YC

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