Dic 12, 2024 / 07:16

En el sexo, ¿hablar o callar para aumentar la estimulación?

“Los encuentros eróticos son espacios que tienen el potencial de ser tremendamente ricos a nivel estimular. Todos los sentidos pueden intervenir y contribuir a sumar sensaciones para aumentar esa riqueza. Habitualmente, los sentidos que más protagonismo han tenido en la sexualidad son el tacto y la vista. No obstante, otros sentidos que han estado más olvidados pueden dar mucho juego, siendo lo relacionado con el oído (escuchar a nuestra pareja y/o expresarnos sonoramente antes, durante o después de los encuentros) una interesante baza a explorar para aquellas personas que les pueda apetecer”, afirma Diana Lozano López, psicóloga sanitaria y sexóloga de Centro TAP Tratamiento Avanzado Psicológico.

Cuando se piensa en la riqueza estimular que se puede sumar desde el sentido del oído generalmente nos vienen a la mente las verbalizaciones lingüísticas, pero también son maneras de ganar estimulación cualquier muestra de placer que se transmita a nivel sonoro: gemidos, sonidos guturales, carcajadas, suspiros o inhalaciones intensas de aire.

“El hecho de entrar o no en códigos verbales o lingüísticos es una decisión muy personal que no tiene por qué ser binaria, es decir, no tiene por qué darse una respuesta únicamente en términos de sí o no a la pregunta de si te apetece probarlo. Hay numerosos registros con distintos focos y diferentes niveles de intensidad o voltaje erótico que pueden ayudar a ir viendo cómo nos encontramos al respecto”, señala Lozano. 

La psicóloga de Centro TAP pone los siguientes ejemplos: puede haber personas que disfruten enormemente de que su pareja les haga explícito que una determinada práctica le está gustando, pero no les resulte grato verbalizar fantasías. Del mismo modo que puede haber personas a las que les ayude a excitarse escuchar lo que su pareja “les va a hacer”, pero les desagrade que utilicen con ellas o ellos apelativos sexuales.

Como pasa con otros sentidos, más intensidad estimular no es igual a más placer, sino que es algo absolutamente mediado por los gustos idiosincrásicos de cada persona.

Decir ‘groserías’ durante las relaciones sexuales 

Hay personas que disfrutan enormemente de los códigos verbales explícitos durante los encuentros eróticos (aquellos que incluyen descripciones claras y concretas de prácticas, coloquialismos, incluso palabrotas). Y, al igual que cualquier otro factor que requiere ajuste y consentimiento en una relación con otra persona, es importante negociarlo para asegurarse que el otro o la otra también lo desea y lo va a disfrutar”, aconseja Lozano.

Para algunas personas este tipo de códigos puede resultarles ajeno, indica la sexóloga, “pero es importante recordar que solo se trata de una forma de expresar nuestra sexualidad y que, en absoluto, es señal de ninguna patología o problema en el área sexual. Una clave importante es decidir y ser asertivos con lo que nos apetece y lo que no, pero no juzgar ni sacar conclusiones que vayan más allá”.

El lenguaje y la voz como armas de erotismo

“La relación positiva entre el lenguaje y la sexualidad no es una realidad actual, sino que hay numerosos ejemplos que vienen de largo: desde las relaciones epistolares subidas de tono, hasta las novelas eróticas, pasando por las ‘líneas calientes’ que durante mucho tiempo causaron furor”, comenta Lozano.

El lenguaje, ya sea escrito u oral, puede contribuir a hacer trabajar la imaginación y eso puede aportar un interesante aliciente extra a la sexualidad que permita diversificar y tener sensación de novedad o exploración.

Asimismo, destaca la experta, “está absolutamente estudiado que la voz es un elemento que podemos asociar a la percepción del atractivo. Seguramente, hayamos oído experiencias de personas que escucharon una voz que les cautivó, o nosotros mismos hayamos sentido atracción y sensaciones agradables al oír una voz con características concretas en alguna persona”.

¿Hablar de sexo aumenta el deseo? 

En general, cualquier fórmula que haga que tengamos la sexualidad presente en positivo -ya sea leer una novela erótica o fantasear con alguna persona que nos resulta atractiva, por ejemplo- va a contribuir a mantener e incluso a aumentar los niveles de deseo. En ese sentido, hablar de sexualidad, siempre y cuando nos haga sentir bien y no nos conecte con ninguna emoción negativa, puede ser una estupenda fórmula para tener la sexualidad más presente.

Así, Lozano explica que “todo lo que nos lleve a entender que hay mucha sexualidad al margen de las propias prácticas eróticas, que paladear los deseos antes de verlos cumplidos puede ser un recurso interesante, así como que, además de la piel, el cerebro es la zona erógena más poderosa que tiene el ser humano, puede ayudarnos a disfrutar de una plenitud y satisfacción erótica mucho mayor. Y por supuesto, para aquellas personas que les apetezca, hablar de sexualidad puede llevarnos sin duda en esa dirección”.

Cada persona en función de su recorrido biográfico, sus gustos y su estilo puede vivir de forma diferente la introducción de verbalizaciones eróticas en sus dinámicas de pareja, por lo que utilizarlas o no es una decisión absolutamente personal; lo que sí que es básico es poder comunicar lo que nos gusta o nos apetece, así como lo que no.

Pero, ¿hablar de sexo sigue siendo un tema tabú para muchas parejas? Según Lozano, “siendo la sexualidad un área tan asociada con la intimidad, es fácil que para muchas personas acabe conectándose de una forma u otra con la sensación de estar expuestos o el miedo al juicio. Del mismo modo que hay personas que se muestran cautas al visibilizar sus deseos, sienten pudor al mostrarse en desnudez o se coartan al expresar altos niveles de disfrute y placer, también hay muchas personas que no se dan permiso para hablar con naturalidad de sexualidad o utilizar códigos verbales como recurso erótico”.

En este sentido, merece la pena diferenciar a aquellas personas que no les apetece hablar de sexualidad o entrar en esos códigos, frente a los que sí que les gustaría, pero tienen reparos basados en la deseabilidad social o el miedo al juicio.

Conversar sobre los gustos en la cama de cada uno

No hay buenos o malos amantes. Hay parejas que se ajustan más y parejas que aún tienen margen de ajuste. Por ello, y dado que hay tantos gustos en sexualidad como personas, la mejor clave para no dejar a la suerte o a la improvisación el ajuste es la comunicación”, cuenta la psicóloga de Centro TAP.

Como ocurre en otras áreas extraeróticas, la asertividad es una excelente aliada. Expresar con tranquilidad qué nos apetece, cómo nos gustaría que fueran nuestras relaciones o qué límites tenemos, entendiendo que esto no obliga a nuestra pareja a nada, sino que es la manera de poner en común visiones para llegar a acuerdos que sean placenteros y satisfactorios, es fundamental.

Los deseos y las necesidades evolucionan, por lo tanto, puede resultar de utilidad mantener los canales de comunicación sobre sexualidad abiertos para conseguir que haya una alta permeabilidad a esa evolución en las prácticas y los códigos. Es cierto que no es habitual que la evolución sea tan rápida que si no la revisamos con cierta frecuencia nos quedemos atrás, no obstante, poder irle tomando la medida a esa realidad de vez en cuando y dejar claro que “este es un tema del que se puede hablar” suelen ser claves favorables para las parejas.

Con información de: cuidateplusmarca.com

CD/YC

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