Nov 16, 2025 / 13:14

El Shot de la Generación Ficticia: Cuando el Sombrero se Vuelve un Disfraz Político

Martini Político

José Rafael Villa Guzmán

La Generación del Sombrero Ajeno

Bienvenidos a este servicio de barra.
Hoy la barra sirve un trago que se disfraza de protesta, el Shot de la Generación Ficticia. Me refiero a las desangeladas manifestaciones que presenciamos en varias ciudades del país, donde el estandarte no fue una idea, sino un símbolo: el sombrero de Carlos Manzo, el fallecido exalcalde de Uruapan.
La muerte de Manzo y la adopción de su sombrero como emblema de resistencia es la metáfora perfecta de la instrumentalización política actual. Es un ícono que, en manos de la protesta urbana, perdió su honra y su peso cultural.

  1. El Sombrero: Un Símbolo que no Pesa
    El sombrero de ala ancha no es un accesorio de moda en la cultura popular mexicana; es un instrumento de trabajo y un símbolo de dignidad para el campesino, el agricultor y el hombre de campo. Lleva el peso del sol, del sudor y de la honra familiar. En la vida rural de México, un insulto al sombrero de un hombre, o que este cayera al suelo, era motivo de tragedia o de un ajuste de cuentas.
    Ver a contingentes, que claramente jamás han lidiado con un surco o con la jornada agraria, portando el sombrero como un merchandising de protesta, es un ejercicio de cinismo visual. Es usar un símbolo sin entender su costo ni su contexto. Se apropian de una épica que les es completamente ajena, diluyendo el mensaje genuino de Michoacán en una escenografía de cartón para la televisión nacional.
  2. La Ironía de la Generación Z
    La otra parte de la farsa fue la auto-denominación de la "Generación Z" (nacidos después de 1995) como motor de la protesta.
    Esta generación ha sido, irónicamente, la que más se ha desentendido de la política tradicional en México, más ocupada en las pantallas que en las urnas o las calles.
    Sin embargo, al analizar los contingentes, lo que encontramos es una curiosa elasticidad del concepto de juventud. Vimos a supuestos "Generación Z" que, con todo respeto y con varias décadas de experiencia política a cuestas, bien podrían ser los abuelos fundadores de la propia Gen Z. La manifestación se convirtió en un acto donde políticos de siempre, con agendas de siempre, se disfrazaron bajo la etiqueta de una juventud que rara vez vieron en la movilización.
  3. El Valor Manipulado de la Manifestación
    Es vital no caer en el cinismo absoluto. La manifestación es la válvula de escape más importante de la democracia, un derecho fundamental que canaliza el hartazgo y el dolor social. El coraje por la violencia es real y la exigencia de seguridad es legítima.
    Pero esta legítima necesidad de protesta está siendo sistemáticamente manipulada por los viejos políticos y las estructuras de siempre. Usan el dolor ajeno, el símbolo ajeno y la etiqueta ajena (Generación Z) para empujar sus propias agendas contra el oficialismo. Los verdaderos manifestantes, los que genuinamente cargan el duelo por la inseguridad, se convierten en peones de una estrategia diseñada en algún escritorio climatizado.
    El sombrero del campo y la rebeldía juvenil son solo un disfraz conveniente para la vieja política que no tiene la credibilidad ni la convocatoria propia.
    El Cierre: Un Trago de Dignidad Cívica
    El valor de manifestarse es incalculable, pero el valor de ser consciente de la manipulación lo es aún más.
    Al ciudadano movilizado le toca preguntarse: ¿Estoy alzando la voz por mi causa o estoy agitando el sombrero de otro para el beneficio de un político viejo? La genuina dignidad cívica exige que la protesta sea por convicción propia, no por el patrocinio de una agenda oculta o la apropiación de un símbolo que no se entiende.
    Sírvanse, pero con el coraje en el puño y no con el disfraz en la cabeza.

CD/GL

* Las opiniones y puntos de vista expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de Cambio Digital.

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