Jul 18, 2024 / 08:54

El político debe ser un profesional

Los políticos se quejan de porque la gente habla mal de ellos, que han desprestigiado esa noble actividad y no se dan cuenta que ellos son los que han hundido la honorabilidad por la falta del cumplimiento de sus promesas.

Un político debe ser un profesional como un odontólogo ingeniero, abogado, arquitecto, médico, pero tienen graves fallas sobre todo por la falta de cumplimiento.

Hay un desencanto de la población por el político hasta de burla dicen cuando alguien hable bien y le dicen pareces hasta político o si andan saludando mucha gente le dicen parece que andas en campaña.

Ya no se ven a políticos ir a desayunar a los mercados públicos de Veracruz, como ya acabó la campaña no se han vuelto a aparecer tomándose fotos comiendo tacos, picadas, gorditas entre otros alimentos jarochos.

Los jóvenes que van a incursionar en política ojalá no hereden las mañas de los de la vieja guardia.

Vargas comenta que conocen el dicho: Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila. Hay muchos políticos que se la pasan prometiendo como si supieran que la gente les cree, ellos solo se engañan. Por eso, más vale que las promesas y los acuerdos estén sometidos a un plazo (“te prometo que iré esta semana”, “me encargo de la limpieza este mes”) o contar con cláusulas de alivio (tipo “te prometo que haré todo lo posible por ir esta semana”, “te prometo que intentaré hacer la limpieza este mes”). De lo contrario, corren el riesgo de disolverse en una escala de grados que degradan (valga la redundancia) el propio concepto de promesa o de acuerdo.

Pero prometer que intenten o procuren hacer algo ¿no devalúa un poco la calidad de la promesa? Puede ser difícil demostrar que lo intenté. Aunque siempre podría decir alguien que no lo suficiente. En el ámbito privado, donde la confianza personal está fundamentada, seguramente la cosa no tiene mayor recorrido, y si alguien dice que lo intentó, lo dan por bueno y ya está. Querer no es poder.

Sin embrago, hay la impresión de que las promesas y acuerdos no deben ser vistos como cuestiones de grado, sino que han de entenderse como absolutos: o se cumplen o no se cumplen. No dicen “cumplió su promesa un poco”. Claro que depende de la cantidad de contenido que tenga la promesa o lo acordado. Si la promesa incluye muchas cosas puede ocurrir, es verdad, que algunas se cumplan y otras no (sí dicen “cumplió su promesa hasta donde pudo”). Pero, en ese caso, lo que hacen es desmenuzar lo prometido en sus promesas constitutivas y tratarlas cada una de ellas por separado como absolutas (que se cumplen o no se cumplen).

Los gobernantes y políticos son adictos a prometer cosas que no pueden cumplir o que no van a cumplir (dejando al margen ahora si al hacer la promesa son conscientes de que no la cumplirán; aquí sí pueden darse diversos grados de consciencia).

CD/YC

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