“El arte urbano ya no está sólo en la calle, va a museos, galerías y coleccionistas”: Belin

El artista Belin plantea que hay que redefinir lo que hasta ahora se llama arte urbano
El artista Belin plantea que hay que redefinir lo que hasta ahora se llama arte urbano, porque las obras del género ya van a museos, a exposiciones, a galerías o son compradas por los coleccionistas privados.
“Decir 'arte urbano' quizás sea ya un poco inapropiado, porque nosotros participamos en exposiciones, en galerías y en museos, ya no somos artistas urbanos, somos más. Lo más importante es que se nos defina como artistas o artistas plásticos porque ya no estamos solo en la calle, sino en muchos espacios.
“La gente se equivoca cuando utiliza el término arte urbano o la palabra grafiti de manera despectiva o para quitarle valor. Es el momento de decir: 'No, perdona, también pintamos en la calle, claro que sí, pero es que hacemos cultura; tenemos un estudio donde creamos obras, van a coleccionistas, galerías, exposiciones museos'”, dice a MILENIO Miguel Ángel Belinchón (Linares, 1975) de regreso a México.
Casado con una mexicana y con familia en el país, Belin y sus colegas Said Dokins y Saner participan con el conversatorio Fragmentos de identidad. Diálogos transatlánticos, en el seminario Mapas de la disidencia. Perspectivas en torno al grafiti, arte urbano y derechos culturales en Latinoamérica, organizado por el Centro Cultural de España en México (CCEMx, Guatemala 18), este viernes 1 de agosto, 19:00 horas.
El artista autodidacta, que se declara “un tío de 45 años enamorado de su trabajo”, en el que destaca la influencia del muralismo mexicano, vino por primera vez al país en 2011 y, desde entonces, son recurrentes sus visitas, hoy para esta charla abierta al público, moderada por Eduardo Vázquez Martín.
Con obras en Nueva York, París, Londres, Dakar y Ciudad México, entre otras capitales, Belin abordará con sus colegas mexicanos la conexión del arte español con el mexicano y con el mundial.
—¿Qué es para usted la disidencia?
Lo ilegal.
—¿Y cómo ha cambiado esa concepción con el arte urbano en que se desempeña?
El arte urbano ya está en otro punto de vista. Ahora mismo está en museos y galerías, ya no solamente en las calles. Los artistas urbanos de diferentes partes del mundo podemos participar en proyectos como éste en el Centro Cultural de España en México, donde podemos exponer nuestra visión de donde vinimos, porque al fin y al cabo vinimos del grafiti, yo vengo del grafiti, de la calle, de lo ilegal, de lo clandestino, y cómo con el paso del tiempo hemos podido cambiar esa visión de las personas, que antes intuían que éramos delincuentes, pero pensé que fuésemos así.

—¿A partir de qué se transformó esa percepción en su caso?
Siempre busqué la excelencia en mi trabajo. Era verdad que cuando empiezo a pintar, no tenía recursos para poder expresarme con la libertad que me expreso hoy, me faltaba una economía para poder hacer mejores obras, más grandes, con más colores. Y ahora sí puedo hacerlas. El cambio fue poco a poco, paso a paso, fui trabajando para tener dinero e invertirlo en materiales de pintura para salir a la calle a hacer cosas más grandes. Pero, trabajé siempre con la excelencia.
—¿Cuáles son los ejes en los que gira su obra?
Mi obra siempre ha sido muy humana, y siempre he intentado reflejar a las personas, a los humanos que me rodean. Eso es lo que siempre he mantenido. Desde el principio he pintado a mi familia, a amigos, a mis hijos, y hoy en día lo sigo haciendo. Aunque haya evolucionado la técnica, o haya evolucionado el concepto, la base o el fundamento sigue siendo el humano como mensaje.
—Es artista autodidacta, no pasó por academias. ¿Cómo es que pasó a la academia? Porque ahora participa en conversatorios o en seminarios académicos.
Fue de forma natural. Aunque yo empecé en la calle pintando, con el paso del tiempo he estado trabajando, leyendo, siguiendo a otros artistas, viajando por el mundo, practicando mucho… Y al final he conseguido tener una técnica y un discurso que está dentro de la línea del arte actual y e incluso de del clásico. Lo importante en la pintura es pintar. ¿Y cómo se aprende a pintar? Pintando mucho, eso es lo que hace que aprendas técnica; luego, lo que es el concepto, se aprende trabajando y estudiando.
“Aunque no haya estado en la academia, he leído mucho y me he informado mucho sobre todo movimiento del arte. Mi experiencia tras pintar en la calle, en diferentes partes y conseguir trabajar en una técnica me ha dejado dentro de un espacio de la academia actual. Esta no es la primera vez que trabajo en un seminario, en participado en Ciudad de México, León, Guadalajara, Madrid, Barcelona y otros lugares de España, en Nueva York. El tiempo, la experiencia, es la madre de la ciencia”.

—¿Y cómo lidió con crítica para que lo que antes era juzgado clandestino, ilegal, fuera aceptado?
Realmente lo que siempre hice fue quedarme en mi sitio, siempre luchaba por mi sitio. Era algo muy importante. Confío siempre en mí, y siempre me he defendido de forma clara, y es lo que sigo haciendo. Es que no he tenido que cambiar nada; simplemente seguir por mi camino y defenderlo, y decir: “Esto soy yo y esto es lo que hago, y esto es sincero”. Es muy importante que el ser humano necesita expresarse, y es algo que yo he hecho siempre: expresarme. Y es lo que defiendo para que todo el mundo pueda seguir expresándose y pueda seguir contando cosas. El grafiti empieza así: hay que gritar en las paredes, en un lienzo, haciendo una escultura, bailando. Hay que gritar siempre, porque el arte es la expresión que nos diferencia de los animales. Y cuando he tenido algún choque con la crítica, pues realmente he dicho: “Bueno, perfecto”. Pero yo me defiendo y estos son mis argumentos.
—Su trabajo se inició en el espacio público. ¿Qué es para Belin el espacio público?
El espacio público es que es de todos. Tenemos que compartirlo y utilizarlo todos el espacio público. Sabemos que no a todo el mundo le gusta el arte urbano, y no le gusta encontrarse con un mural en la calle que da igual. Por ejemplo, a mí no me gusta cruzarme con una pancarta de publicidad de una marca de comida rápida, pues a mí tampoco me gusta eso. Pero tenemos que convivir todos en ese espacio público. Llevo 14 años viniendo a México y hay una cosa interesante para mí, que es ver las vallas o bardas con nombres de conciertos, de eventos, incluso de partidos políticos, pintadas a mano, con pincel o con brocha y rodillo. Eso para mí es muy simbólico de Ciudad de México.
—¿Y en qué manera se incorpora el arte urbano a un espacio que es de todos?
El arte urbano se incorpora a eso, continúa esa labor de utilizar las vías públicas para contar cosas diferentes, ya no solamente es una publicidad de una empresa, de un concierto, o la propaganda de un político, sino que es lo que tiene el artista dentro, que te lo pone en la pared también y se expresa. ¿Y qué pasa? Una cosa muy importante: que el arte urbano, la parte más buena que tiene, es que hay gente que nunca va a los museos, que nunca ha ido al Palacio de Bellas Artes quizás a ver los murales de José Clemente Orozco o de David Alfaro Siqueiros. Sin embargo, hay gente que, pasando por la calle, sí ve un mural, con lo cual ya se está culturalizando a la sociedad que no acude a galería o a museo.
—Además de una familia, ¿qué le ha dejado a Belin México?
México me ha influenciado mucho con el muralismo; hablamos de artistas, muralistas, que son universales, que lucharon por lo que creían, por su ideología, lucharon por su pueblo. Eso para mí me ha influenciado muchísimo. He tenido la fortuna de poder pintar en diferentes estados y ciudades de México, y poder contar mis cosas y ver que hay gente que sigue mi trabajo aquí, que para mí eso es increíble. Sí que hay una conexión cultural que para mí me une al arte mexicano. Y tener familia aquí es un plus. Igual que el respeto que siempre he tenido desde que vine a pintar en 2011. Y los amigos. Soy muy afortunado por esa conexión con este país donde cada día descubro algo nuevo, una maravilla.
—¿Dónde le gustaría pintar un grafiti en México?
¿Sabes lo que me gustaría, de verdad? Poder hacer un mural dentro del Palacio de Bellas Artes. Lo que pasa con el arte urbano que hacemos en la calle, todo lo que hacemos, va a desaparecer; por la erosión, por el sol, porque lo tapen otras personas, porque se pinte de blanco. Por eso a mí me gustaría dejar un mural en México que dentro de 100 años, 200 años, siga estando aquí.
Con información de: Milenio
CD/AT
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