Nov 10, 2022 / 13:52

Echeverría no pudo con Reyes Heroles

No tiene desperdicio el libro titulado “Orfandad el padre y el político” de Federico Reyes Heroles donde habla parte de la vida y obra de su padre el tuxpeño Jesús Reyes Heroles. Aquí una fracción del libro: Mi padre estaba acostumbrado a jornadas de trabajo muy largas. Odiaba los desayunos, los evitaba tanto como fuera posible y ese tiempo lo dedicaba a leer prensa. De ahí se iba a la oficina. Mientras fue director de Pemex comía frecuentemente en la casa. Dormía una siesta breve y se regresaba a la oficina. Era bastante noctámbulo, así que trabajaba en esas horas en que los teléfonos se empiezan a apaciguar y las ideas no sufren interrupciones. Las oficinas estaban en Avenida Juárez casi esquina con Reforma. Hacía menos de media hora al sur de la ciudad. Era otro México. Pero el tránsito cambió su vida.

Salía de casa a eso de las diez de la mañana, o más tarde, para regresar pasadas las diez de la noche. Un día, estando en Gobernación, un periodista le reclamó su ausencia en las horas tempranas de la mañana. Reyes Heroles le contestó, discúlpeme, yo no soy el portero, soy el secretario. Al llegar a casa lo primero que hacía era quitarse el saco e inmediatamente botar los zapatos. Se sobaba los pies. Usaba zapatos de horma dura y se sentía liberado al quitárselos. Yo ya usaba zapatos de goma, suaves, resistentes a los charcos y a la humedad de la temporada de lluvias, en fin, soy un crítico de los zapatos duros y con suela de cuero y defensor a ultranza de la comodidad de las nuevas tecnologías. ¿Por qué no te compras unos más suaves? No, de ninguna manera, ve lo feos que son, y señaló los míos. No son formales como los que yo necesito. Por lo menos prueba los fines de semana. No, me dijo.

No me di por derrotado y le conseguí unos lark’s, un zapato irlandés tomado del diseño de los mocasines indígenas, amplios, cómodos y con suela de hule flexible. Se los regalé para Cuernavaca y estoy convencido de que la primera vez que se los puso fue por compromiso y con pena. Pero la comodidad hizo su trabajo y cada vez los usó con mayor frecuencia. El modelo era totalmente informal: qué hacer con los días de trabajo. Un día caminábamos por Nueva York y pasamos frente a una zapatería donde había Clark’s negros. Le insistí, cómprate unos y cuando no tengas ceremonias los puedes usar. Cayó. Se inició un viaje sin retorno. Poco después consiguió otros y cada vez que podía traicionaba la horma dura y salía huyendo hacia sus Clark’s. Dejó de tener molestias en los pies, así de sencillo, así de importante. Las jornadas largas en ocasiones gozaban de ese alivio.

Cuando Reyes Heroles llegó a Gobernación, el ex presidente Luis Echeverría no se había dado cuenta de que ya era eso, ex presidente. Se encontró con que el personaje tenía red federal, pero lo más grave, era que ¡la usaba! Se daba el lujo de llamar a los miembros del gabinete y sugerirles qué hacer o darles instrucciones. López Portillo tenía una relación muy particular con Echeverría, recordemos que de jóvenes viajaron juntos por América Latina y que en alguna ocasión declaró que eran como hermanos. Pero a la vez sabía que no podía permitir su intromisión. Para eso llamó a Reyes Heroles, públicamente distanciado de Echeverría. Pero López Portillo no quería saber cómo se operaría la ruptura.

Reyes Heroles le comentó lo de la red y el presidente no reaccionó. Para las pulgas de Reyes Heroles eso era una afrenta a la vida institucional. Un día López Portillo lo llamó, Chucho, me acaba de hablar Luis, está furioso, que le quitaron la red, ¿quién dio la instrucción?

Yo, fue la respuesta. Y ¿por qué no me consultaste?, le preguntó. Porque usted me hubiera dicho que no lo hiciera. Tiempo después López Portillo lo reconoció, fue lo correcto, gracias.

CD/JV

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