Dic 30, 2022 / 08:54

Del anecdotario de Pedro Cabañas Díaz

 ***Del anecdotario de Pedro Cabañas Díaz. Once años después del destape de Adolfo López Mateos, Julio Scherer García habló con Gilberto Flores Muñoz (1906-1978), quien siempre había parecido ser el favorito para suceder en la presidencia a Adolfo Ruiz Cortines. En la entrevista –publicada en Excélsior el 14 de mayo de 1975–, quien fuera secretario de Agricultura desmenuzó el proceso del “dedazo”, como un juego de fintas y despistes. Flores Muñoz, personaje de la sucesión presidencial que culminó con la postulación de Adolfo López Mateos en tiempos de Ruiz Cortines, se convirtió en el primer político mexicano que se atrevió a hablar de ese mundo en que se hilaban las madejas del destape sexenal.

“Pollo”, le decía Ruiz Cortines. “Gran Gilberto”, lo llamaba Antonio Carrillo Flores. Cuatro meses antes del desenlace, al rojo las pasiones, este último habría apostado su cabeza en favor de Flores Muñoz como el ungido para el sexenio 1958-64. Decía Flores Muñoz: “La sucesión presidencial se desenvolvió en una atmósfera de fintas e insinuaciones. El presidente Ruiz Cortines no soltó prenda, pero hizo posible que se pusiera en movimiento la imaginación de quienes pudieron creerse los llamados.

En ese rincón oscuro de la política no era saludable sentirse el señalado por ciertas actitudes públicas o algunas deferencias personales del jefe de la Nación. “Ruiz Cortines no engañó a sus colaboradores. Se movió en ese terreno como nadie. Si algún ministro perdió el paso o se le nubló la vista, si interpretó alguna insinuación como indicio de que él sería, fue su culpa.”

En el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines, varios personajes, miembros del gabinete presidencial, sonaban como presidenciables: Ignacio Morones Prieto, secretario de Salubridad y Asistencia, Ángel Carvajal Bernal, secretario de Gobernación, Gilberto Flores Muñoz, secretario de Agricultura y Ganadería y Ernesto Peralta Uruchurtu, regente del Distrito Federal. Pero el secretario del trabajo, Adolfo López Mateos, no aparecía entre los precandidatos.

Llegó el 1 septiembre de 1957 el penúltimo informe de gobierno y no se sabía nada del próximo hombre a sentarse en la silla presidencial. Ruíz Cortines, en una auscultación de horas junto al General Agustín Olachea presidente del CEN del PRI, barajaron los nombres e inicia el siguiente diálogo, según un texto de Humberto Pérez Romero en su libro: “Los dos Adolfos”.

CD/YC

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