May 16, 2023 / 09:29

De Zedillo a Fox y la toma de decisiones

***Vargas recuerda que con el pretexto de mantener una sana distancia de su gobierno con el PRI, Ernesto Zedillo Ponce de León marginó de la toma de decisiones a sus operadores políticos, por lo que él mismo comenzó a preparar el camino para la alternancia. A la mitad de su gobierno, el gobernador de Guanajuato, Vicente Fox Quesada, manifestó públicamente su deseo de ser el candidato del PAN a la Presidencia de la República. Con las reformas constitucionales de 1993 que prohibían a los hijos de padres extranjeros aspirar a la presidencia se modificó, por lo que la extranjería de su madre no sería un impedimento. Con la conformación de la asociación Amigos de Fox que presidió un amigo cercano, Lino Korrodi, inició desde 1997 actividades encaminadas a lograr su propósito. Con una legislación que no prohibía actos anticipados de campaña o la obtención de recursos del extranjero, literalmente Fox y la asociación que le financiaba se montó sobre el PAN y logró posesionarse en el escenario nacional. La publicidad que desplegó la hizo sobre la base de su experiencia profesional, en especial a partir de la mercadotecnia y el uso de internet. Las otras dos candidaturas más que surgieron: una en septiembre de 1999, cuando renunció Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano al Gobierno del entonces Distrito Federal y aceptó registrarse; la otra, la de Francisco Labastida el 7 de noviembre de 1999, para hacer lo propio. Estos dos candidatos eran mucho más experimentados que Fox, pero éste se anticipó en su campaña y rompió con todos los esquemas de un aspirante presidencial.

Así, resulta que el principal atractivo electoral del guanajuatense fue menos su plataforma electoral –supuestamente panista, pero de hecho, ecléctica, populista y conservadora– y más su contraste con el resto de la oferta política. Desparpajado, dicharachero y bronco, fueron las características sobresalientes de Fox. Repetía una frase de los cristeros, la cual decía: si avanzo síganme, si me detengo empújenme, si retrocedo mátenme. O bien, como estribillo, repetía que habría que sacar al PRI de Los Pinos y en la limpieza debían sacarse a “los alacranes, alimañas, sanguijuelas, tepocatas, víboras prietas y demás arácnidos”. En su campaña logró sumar simpatías que a la postre le redituaron valía, tal fue el caso del llamado al voto útil al cual exhortaron, para hacer llegar a un neopanista, que insistía desde 1988 en la democratización del país. No pudo tener un mejor resultado, pues Fox ganó las elecciones sin discusión y sus adversarios también aceptaron su derrota. Por su parte, el presidente Zedillo salió con anticipación a felicitar al panista victorioso. Era, desde el punto de vista del priismo, el perdedor, mientras que para la oposición, se mostraba como un auténtico demócrata. Para otros, no fue el último presidente priista sino el primer panista.

Con un gobierno de corte empresarial y con priistas en el ramo hacendario y financiero, Fox presumió que poseía un gabinetazo, aludiendo a sus colaboradores más prominentes. El relevo fue tranquilo, pese al incremento de pobres no había turbulencias en la economía y con una oposición decantada, pudo hacerse del escenario político. Con tropiezos, equívocos y denuncias de corrupción, el gobierno foxista gobernó como en piloto automático.

CD/YC

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