Ene 22, 2024 / 18:46

Dacia Maraini hace una apuesta por el valor femenino

Ciudad de México - "La memoria es nuestra conciencia. Sin ella no se puede construir un futuro. Es el conocimiento del pasado para edificar el futuro. La memoria tiene un valor de resistencia”, comenta la escritora italiana Dacia Maraini (1936).

Considerada una de las narradoras más conocidas y traducidas de su país, la novelista, poeta, dramaturga, ensayista y guionista cinematográfica confiesa, en entrevista con Excélsior, que por esta razón ha apostado a recrear la memoria de las sociedades y, en especial, de las mujeres.

La mujer y su entorno violento, sus luchas, ha sido uno de los temas más recurrentes en mi obra. Lo que más me interesa es evocar el valor, el coraje; pero hay que ambientarlo en una historia, en una época”, afirma.

La muerte es otro de los tópicos que nutre la literatura de quien vivió ocho años en Japón, a donde su familia tuvo que emigrar huyendo del fascismo, y fue internada en un campo de concentración entre 1943 y 1946, por negarse a reconocer el gobierno militar de este país.

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En Japón aprendí que la muerte no es el miedo, no es el fantasma, el espíritu o el terror, sino es un pasaje y nuestra relación con los muertos, por el recuerdo que tenemos de ellos, es positiva.

Yo no pienso a los muertos como si fueran vampiros aterradores, sino que los imagino como unas presencias sabias que ayudan a los vivos. La muerte, en el sentido ontológico de la palabra, es un momento importante de la vida y no hay que tenerle miedo”, agrega.

Quien arrancó su carrera novelística en 1962, pero ha incursionado en diversos géneros, considera que todos “tienen en común la palabra y el pensamiento, pero son muy diferentes”.

Explica que “crear una novela es como construir un edificio. Hay que tener una idea del entorno, hacer primero los cimientos, desarrollar el esqueleto y después decorar los interiores. Se necesita tiempo.

Se debe entablar una relación con el tiempo y la sociedad. La novela tiene que hablar de las relaciones entre los individuos; debe profundizar en la historia, la geografía, en la relación del ser humano con el mundo”, añade.

Y el teatro, prosigue la autora de obras como María Estuardo (1975) y Diálogo de una prostituta con su cliente (1978), que se han representado en más de 20 países, es como excavar un pozo.

Es desarrollar una relación entre las profundidades y el cielo. El teatro es muy simbólico y está vinculado con la espiritualidad. Es muy abstracto, no realista, es visionario”.

La poesía, en cambio, prosigue, es “como admirar un bonito paisaje e instalar una carpa; se hace una parada, se disfruta el paisaje, luego se desmonta la carpa y uno se va. La poesía está vinculada a una visión rápida, se relaciona con una experiencia inmediata de belleza, de musicalidad, de contemplación. No cuenta historias, narra momentos, instantes”.

La autora de las novelas Memorias de una ladrona, Mujeres en guerra, La larga vida de Marianna Ucrìa y Voces señala que para escribir no sigue una estructura fija. “Mientras escribo, poco a poco empiezo a entender cómo debo escribir. Es un proceso lento; reescribo mucho, porque la escritura necesita crecer; no es improvisación, es un trabajo de mucho esfuerzo.

Paradójicamente, los personajes vienen a tocar a mi puerta y luego se apoderan de la situación; ellos cuentan su propia historia. Yo no los conozco, ellos se dan a conocer. Poco a poco se crea una relación, pero tienen su propia personalidad”, dice.

La compañera de vida del escritor Alberto Moravia, de 1962 a 1983, e íntima amiga del poeta y cineasta Pier Paolo Pasolini, a quien le dedicó un libro, indica que acaba de publicar un título que narra su vida y su lucha en el campo de concentración japonés.

De Italia, concluye, lo que más le duele es la fragmentación y la falta de valores compartidos. “Un país vive en armonía cuando comparte valores. Hoy, no los hay. No hay una idea de la familia, del futuro, del medio ambiente; una idea en común en la que te puedas reconocer. Hay confusión e incertidumbre. Pero creo que esto ocurre en todo el mundo”.

Maraini confiesa que desea que su presencia literaria crezca en México y América Latina, “que mi obra tenga más lectores”.

Con información de: Excelsior

CD/NR

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