Jul 24, 2024 / 08:17

Amar También es Dejar ir

Alan Yoshmar Domínguez Cervantes

Certamen Estatal de Periodismo Ético DGB 2024 / Reportaje

ESCUELA ANTONIO MARIA DE RIVERA DIURNA

La adolescencia es un laberinto emocional, un torbellino de experiencias donde la amistad se convierte en uno de los pilares más importantes de nuestra existencia. Manu, Emiliano y yo éramos inseparables, una trinidad de hermanos que el destino había unido a través de una pantalla en tiempos de pandemia. No tenía ni idea de que un día tendría que aprender a dejar ir a uno de ellos.

Todo comenzó en esos días oscuros de confinamiento, cuando conocer gente nueva significaba pasar horas frente a una computadora. La suerte nos puso en el mismo equipo de matemáticas y, de repente, la monotonía se rompió con la aparición de dos amigos increíbles. Manu, Emiliano y yo nos convertimos en un trío inseparable, compartiendo risas, frustraciones y una conexión que parecía indestructible.

Dos años pasaron como un parpadeo. Nos veíamos siete horas al día en la escuela y continuábamos nuestras conversaciones interminables a través de chat una vez en casa. Era una rutina que se sentía tan natural, tan necesaria. Compartíamos cada emoción, cada pensamiento, cada sueño. Éramos más que amigos; éramos hermanos. Pero, ¿quién podría haber adivinado que un día Manu se iría para siempre?

Todo cambió el 25 de agosto de 2023. Manu mencionó que tenía un ligero dolor de cadera. "Nada preocupante", dijo. Pero el dolor no se fue. Al contrario, se hizo más fuerte, hasta el punto de que Manu dejó de venir a la escuela. Empezamos a preocuparnos, aunque nadie quería pensar en lo peor.

Pensábamos que era una hernia discal, una lesión deportiva tal vez. Pero la realidad tenía otros planes.
Después de semanas de consultas médicas, llegó la noticia que nos destrozó: Manu tenía un tumor cancerígeno. Sentí como si el mundo se desmoronara a mi alrededor. Manu, el chico que siempre tenía una sonrisa, ahora enfrentaba la lucha de su vida. Era un golpe que no estábamos preparados para recibir. ¿Quién te enseña a perder a un amigo a los 17 años?

Decidimos que no lo dejaríamos solo. Emiliano y yo fuimos a su casa un día antes de que empezara su tratamiento intensivo. Nos prometimos estar con él en las buenas y en las malas. "Si estuvimos en las buenas, estaremos en las malas también", le dije. Era nuestra forma de darle fuerzas, de demostrarle que no estaba solo.

Manu fue internado y durante cinco semanas vivimos una montaña rusa de emociones. Había días llenos de esperanza y otros en los que el miedo nos consumía. Toda la escuela se movilizó para apoyarlo, organizando colectas y rifas para ayudar económicamente a su familia. Ver a tanta gente unida por Manu era conmovedor. Nos daba la fuerza para seguir adelante.

El 25 de octubre de 2023, fui con mis amigos al hospital. Sabíamos que el final estaba cerca, pero aún manteníamos la esperanza de un milagro. Nos quedamos fuera del CECan, rezando y enviándole mensajes de voz a Manu. Cada uno de nosotros le agradeció por todo lo que nos había enseñado, por ser el amigo que siempre habíamos querido. Emiliano entró para verlo una última vez, llevando nuestros mensajes de amor y despedida.

Manu se fue ese mismo día. Era como si nos hubiera estado esperando para decirnos adiós. Sentí que una parte de mí se iba con él. La tristeza y el vacío eran abrumadores, pero también había un extraño sentido de paz. Manu ya no sufría.

El duelo no es fácil, especialmente cuando eres adolescente y tu mundo gira en torno a tus amigos. Para los adolescentes, la pérdida de un amigo puede ser devastadora y tener efectos duraderos en nuestro bienestar emocional y mental. El duelo en esta etapa puede manifestarse en problemas de concentración, tristeza profunda, aislamiento y cambios en el comportamiento.

En México, el cáncer es la principal causa de muerte por enfermedad en adolescentes de entre
15 y 19 años. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), aproximadamente 2,150 niños y adolescentes son diagnosticados con cáncer cada año, y de ellos, alrededor del 50% no logra sobrevivir. El cáncer más común entre adolescentes es la leucemia, seguido de los linfomas y los tumores del sistema nervioso central.

El impacto del cáncer no solo afecta al paciente, sino también a su entorno más cercano. Para nosotros, los amigos de Manu, su lucha y eventual partida nos dejaron cicatrices profundas, pero también nos unieron más. Aprendimos a apoyarnos mutuamente, a recordar a Manu no solo con lágrimas, sino con sonrisas y gratitud. Nos unió más de lo que jamás podríamos haber imaginado.

Manu era más que un amigo; era un hermano. Su pasión por el basquetbol, su bondad y su calma lo hicieron alguien especial. Me enseñó tanto en su corta vida.

La adolescencia puede ser la mejor etapa de nuestras vidas, pero también puede ser la más dolorosa. Perder a Manu nos mostró eso de la manera más dura. Sin embargo, su memoria vive en nosotros, en cada risa compartida, en cada momento de apoyo mutuo. Y así, seguimos adelante, llevando a Manu en nuestros corazones, recordando siempre que amar también es aprender a dejar ir.

CD/GL