***El único regente o jefe de Gobierno en haber llegado a la Presidencia ha sido, justamente, Andrés Manuel López Obrador, y sólo doce años después de dejar el cargo. Ni Fernando Casas Alemán ni Ernesto Peralta Uruchurtu ni Alfonso Corona del Rosal ni Carlos Hank González ni Ramón Aguirre Velázquez ni Manuel Camacho Solís ni Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano lo lograron. Todos lo intentaron. Es un puesto de alto peligro. Marcelo Ebrard ha sido el primer jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal en completar su sexenio de gobernación, comenzando el 5 de diciembre de 2006 y finalizando el 5 de diciembre de 2012.

Sólo por no dejar, conviene sugerir que la opción de Adán Augusto López Hernández es muy parecida a la de Marcelo Ebrard. Sus posibilidades dependen por completo del fracaso de Claudia Sheinbaum Pardo, y aunque su lealtad con AMLO se encuentra por encima de toda sospecha, debe refrendarla de vez en cuando. Su perfil electoral es aún más frágil que el de la jefa de Gobierno y sus supuestas habilidades negociadoras o de “oficio político” no sirven de mucho en las colonias de clase media de las grandes urbes. Además de la lealtad a toda prueba, alberga una ventaja sobre Ebrard como candidato de descarte. A pesar de la negra bitácora del canciller en materia de juego sucio, desde Gobernación es más fácil contribuir a o precipitar la caída de la jefa de Gobierno que desde Relaciones Exteriores. No obstante, existe el riesgo de volverse desleal al pegarle a la candidata del jefe. Probablemente la estrategia del titular de Bucareli resida más bien en portarse bien y esperar que la naturaleza, la cancillería o el destino tumben a Sheinbaum. Es una apuesta de escasas perspectivas, pero también de bajo costo: la estrategia Volaris. El del descarte, en esta perspectiva, sería él, y no Ebrard, como no lo fue Camacho.

Comentario que hace Jorge Germán Castañeda Gutman que es un político y comentarista mexicano que ocupó el cargo de Secretario de Relaciones Exteriores de 2000 a 2003.

CD/YC