A lo largo de nuestra vida se nos presentan momentos difíciles, circunstancias que se tornan adversas, problemas que parecen no tener solución, etapas de crisis en diferentes ámbitos: emocional, familiar, laboral, económico, sentimental, espiritual; tribulaciones que nos hacen perder la paz, esperanza y la fe.

En ocasiones, estas complicaciones, se convierten en batallas, luchas mentales, que nos roban la tranquilidad, por días o por periodos largos al no encontrar una salida, o peor aun, se van agravando con el paso del tiempo. Nos absorben la energía, nos desgastan, nos hacen perder el enfoque, para pensar en cómo encontrar la forma de salir de un mal episodio.

De igual manera, nos afectan en el plano familiar, descuidando a nuestros seres amados, a quienes lastimamos con frecuencia por el mal humor, la desesperación, de encontrarnos en una situación que no podemos superar, o caso contrario, la depresión, la frustración, el desánimo, nos hace ausentes en casa, sin hablar, sin ganas de convivir, a veces ni comer, y lo más grave, sin poder conciliar el sueño, pasando las noches aterrado por la impotencia de cambiar aquello que nos mantiene sumergidos en la angustia, provocando ansiedad de no poder dormir.

En estos días he tenido la oportunidad de platicar con algunas personas, con las que coincidimos en el mismo tema, los tiempos difíciles, épocas de crisis, falta de esperanza por un presente incierto, situaciones adversas que vivimos en el día a día.

Hay quienes tienen la necesidad de un trabajo con urgencia, otros tienen un trabajo, pero necesitan otra fuente de ingreso porque su salario no es suficiente para cubrir sus gastos; y hay personas que teniendo un trabajo, desean obtener más ingresos de alguna u otra manera, pero no tienen ni los medios, ni las oportunidades y a veces, ni los talentos o capacidades.

Escuchando una conferencia del pastor argentino Dante Gebel, hablaba precisamente del mismo tema, y terminaba diciendo que aun en medio de las tribulaciones debemos dejar todo en manos de Dios, tener fe en que Él tiene control de nuestras vidas y creer que nos puede ayudar a salir de cualquier situación, si confiamos plenamente en su poder, que debemos dar pasos de fe, con los ojos puesto en Él, sin mirar abajo, al igual que cuando Jesús andaba sobre el mar y los discípulos viéndolo sobre el mar, se turbaron y tuvieron miedo, pero enseguida Jesús les habló, diciendo: ¡soy Yo, no se asusten! Entonces respondió Pedro y le dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya hacia a ti sobre las aguas. Y Él dijo ven, y descendiendo de la barca, andaba sobre el mar para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dijo ¡Señor sálvame! Al momento Jesús, extendió la mano y asió de él, y le dijo: ¡hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (todo esto, lo puede leer en la Biblia, en el libro de Mateo, capítulo 14). Dante Gebel, nos ánima, al igual que yo lo hago en este momento, a que caminemos sobre el mar en fe, con la mirada puesta en Dios, creyendo, confiando, que por más grande que sean nuestros problemas, que no importa que tan difícil es nuestra situación, o que tan fuerte pueden soplar los vientos en nuestra contra, de la mano de Dios, podremos salir victoriosos.

CD/JV