Sep 29, 2021 / 12:05

No hay éxito sin rendir culto al desapego

***No hay persona en esta tierra que pueda ser genuinamente exitosa sin rendir culto al desapego. Todo aquel que fundamente su ánimo y actitud en términos de las circunstancias que le acontecen, no podrá conseguir lo que desea ni disfrutar de ello.

Cuenta una historia que alguna vez un rey reunió a sus súbditos más sabios y les pidió que le proporcionaran una frase a la que pudiera recurrir cuando se encontrara en los momentos más complejos y desesperados. Tenía que ser una frase muy corta, que cupiera perfectamente bajo el diamante del anillo que llevaba en el dedo.

Nadie en la corte supo vencer el desafío, a excepción de un viejo consejero que le dijo:

“Yo sé la frase que debes grabar en el anillo. Durante mi larga vida en Palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad conocí a un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje”.

Acto seguido le proporcionó una pequeña notita al rey para que la guardara en el anillo y solo la leyera en un momento de extrema desesperación.

Desapego en el fracaso:

La ocasión llegó un tiempo después. El reino fue atacado por pueblos enemigos y el rey tuvo que huir precipitadamente de su castillo. En el momento más crítico de la huida, el monarca se vio acorralado entre las fuerzas enemigas y un barranco por el que podía caer. Entonces abrió el mensaje que guardaba debajo del diamante de su anillo y pudo leer: “esto también pasará…”

Su mente se silenció por completo ése momento. Y el ruido de cascos de los caballos que le perseguían se extinguió. Al parecer sus enemigos le habían perdido el rastro y vagaban confundidos. Poco después dieron por finalizados sus esfuerzos y se retiraron.

Despego en la victoria:

El rey se sintió muy agradecido con el viejo consejero que le había dado el mensaje. Y cuando se encontraba en medio de las celebraciones por la victoria sobre sus enemigos, se lo hizo saber: “viejo amigo, tu mensaje me llenó de calma y esperanza en el peor momento de mi vida. Quiero que me expreses, en este momento de felicidad, cualquier deseo que tengas para que te lo conceda”.

Y el viejo consejero le dijo: “vuelve ahora a leer el mensaje”. El rey respondió: “¿pero por qué debo leerlo en este momento de alegría?” Y el sabio le respondió: porque “esto también pasará…”

Ésa es la vida. Un poco de cal y otro tanto de arena. Hoy penas y mañana alegrías. Ahora victoria y luego derrota. Estas son las circunstancias que a todos acontecen. Y en tanto no se mantenga una actitud de desapego ante ellas, la existencia se convierte en un triste cuadro de altibajos y sobresaltos permanentes.

CD/YC

Otras: