May 06, 2022 / 22:47

Negociar, la clave para la reforma electoral (I)

Emilio Cárdenas Escobosa

Como todo lo que propone el presidente de México su iniciativa de reforma electoral divide opiniones. Para sus opositores esta propuesta no pasará, simple y llanamente, y más allá de otros temas polémicos, porque pega en el bolsillo de las burocracias partidistas al desaparecer el financiamiento público ordinario y solo dejarlo para las campañas electorales.

Por ello, más allá de que contenga elementos novedosos y necesarios para reducir los costos gigantescos de los procesos electorales, asegurar una mejor representación política en el Congreso de la Unión, en los congresos locales y en los ayuntamientos, la iniciativa será difícilmente aprobada porque Morena no dispone del control total y necesita los votos de parte de la oposición para sacar adelante cualquier reforma constitucional.

Y más porque desde el gobierno lopezobradorista se ha enrarecido el ambiente y alejado la posibilidad de construir acuerdos al persistirse en tildar de traidores a la patria a los legisladores que rechazaron la reforma eléctrica que quería el presidente de México y que son los mismos con quienes se deben sentar a negociar la reforma electoral.

De ahí que solo en la medida en que tanto el presidente López Obrador como los dirigentes y legisladores de su partido atemperen o eliminen los calificativos en contra de los adversarios políticos podrá avanzar la propuesta. Porque podrán organizar foros y asambleas informativas para dar a conocer los alcances de la iniciativa, pero a quienes deben convencer son a los diputados de oposición.

Por otro lado, se ha argumentado también que desde hace cinco décadas las reformas electorales han sido propuestas por la oposición a raíz de la experiencia de la elección inmediata anterior y no desde el gobierno en funciones. Así tenemos como ejemplos la reforma impulsada por Jesús Reyes Heroles que abrió la representación a los partidos minoritarios en 1977, la que ciudadanizó en los años noventa al órgano electoral encargado de organizar los comicios y dejó fuera al gobierno, y la que en el 2007 modificó las reglas de la comunicación tras los excesos de la campaña negra en televisión en las campañas del 2006 cuando AMLO era “el peligro para México”. Ahora la propuesta viene del gobierno y se ha subrayado que llama la atención que todas las reformas previas se hicieron después de las elecciones intermedias y no antes de una presidencial como ocurriría ahora.

Esta iniciativa de reforma político-electoral, que a decir de López Obrador es más una reforma democrática, representa una de las prioridades de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados y se buscará su aprobación entre agosto y octubre próximos, una vez pasadas las elecciones en Oaxaca, Durango, Aguascalientes, Hidalgo, Quintana Roo y Tamaulipas que habrá este año.

Como muchos analistas se preguntan es ¿por qué el presidente de la República envió al Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional en materia electoral que por mayores bondades que pudiera contener estaría condenada al rechazo de los legisladores de oposición?

El espíritu de esta reforma es el de quitar privilegios, hacer más barata la democracia, con un ahorro superior a los 20 mil millones de pesos anuales, y conseguir que los ciudadanos sean representados de manera más directa, ha dicho el presidente de México. Para ello contempla 18 modificaciones a la Constitución e incluye siete artículos transitorios.

Su propuesta contempla que el Instituto Nacional Electoral se convierta en el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, disminuir de 11 a siete consejeros electorales, eliminar el financiamiento a partidos políticos para actividades ordinarias, la desaparición de los OPLEs y los Tribunales Electorales Locales para que el nuevo INEC sea el único encargado de la organización de las elecciones a nivel nacional, estatal y municipal, impulsar el voto electrónico, y la mayor sorpresa: la reducción en el número de curules en las cámaras de diputados y senadores, pero no a través de la eliminación de los diputados plurinominales, como se pensó en un principio, sino en la supresión de los diputados de mayoría relativa, para dejar exclusivamente a diputados de representación proporcional, ahora sobre la base de 32 listas, una por entidad, y no de las cinco circunscripciones presentes hasta ahora. Mismo mecanismo que operaría en la elección de los congresos estatales y los ayuntamientos que también verían reducido al número de sus integrantes a partir de criterios poblacionales.

Un paquete completo que ha generado ya una gran polémica, pero lo que más ha sido cuestionado es que el nuevo Instituto Nacional de Elecciones y Consultas se integre por siete consejeros elegidos por sufragio directo y popular sobre una lista de 60 candidatos presentados por los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. De acuerdo a expertos esto daría lugar a que el presidente y Morena podrían tener el control de las dos terceras partes de esas listas, tanto de conejeros del INEC como del Tribunal Electoral, lo cual sin duda sería un retroceso y sobre todo porque la integración de estos organos precisan de expertos en la materia y no de personajes populares que serían votados en una elección; y en este punto, además, surge la duda respecto a si harán campañas o cómo se conocerán los perfiles de los aspirantes.

Otro tema que requiere una amplia discusión es el relativo a la reducción en el número de legisladores del Congreso de la Unión, de los congresos de los estados y de los ayuntamientos, asunto en el que creo hay consenso popular y que es plausible pero que no ha sido bien recibido por los partidos de oposición, pues limita el número de espacios a repartir para una clase política que, dicho sea de paso, poco abona en los espacios legislativos y que significa un enorme gasto anualmente, pues se ha medido que solo el once por ciento de los diputados participa en tribuna en los debates y el resto solo vota y cobra puntualmente sus dietas.

El tema del ahorro que representa la iniciativa es de llamar la atención, porque si a la reducción en el numero de legisladores federales, locales y de ediles le sumamos la desaparición de los órganos electorales y de los tribunales de los 32 Estados de la República, aunado a la eliminación del financiamiento público ordinario a los partidos políticos, efectivamente estamos ante un escenario ideal de abaratar el costo de las elecciones.

Como puede verse son muchos los temas que implica la reforma electoral propuesta por el presidente de México que no pueden ni deben desecharse a priori, solo por extremismos y posiciones polarizadas, o por fobias hacia la 4T, sin mediar el análisis de sus implicaciones. Dada la brevedad del espacio y la importancia del tema, a ello nos dedicaremos en una segunda entrega de esta columna.

jecesco@hotmail.com

www.deinterespublico.com

CD/GL

* Las opiniones y puntos de vista expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de Cambio Digital.

Otras Columnas:

Abr 02, 2024 / 13:41

La divisa de la honestidad

Mar 08, 2024 / 21:02

Por una sociedad libre de violencia machista

Mar 01, 2024 / 11:18

Campañas y debate público

Feb 15, 2024 / 23:28

La violencia incontrolable

Feb 02, 2024 / 11:43

La nostalgia del poder

Ene 16, 2024 / 12:36

La experiencia democrática

Ene 04, 2024 / 21:03

El inacabable drama de los migrantes en México

Nov 15, 2023 / 15:12

En el 2024 se juega el fin de la transición democrática mexicana

Oct 24, 2023 / 14:16

La banalidad del mal vive entre nosotros

Oct 10, 2023 / 12:26

La guerra sin fin en Oriente Medio

Oct 09, 2023 / 11:09

Entre la desconfianza y el conformismo

Sep 12, 2023 / 23:09

Tendremos Presidenta

Sep 07, 2023 / 13:22

La solución contra el dedazo

Ago 02, 2023 / 18:27

Libros de texto para conservadores

Jul 18, 2023 / 14:33

El fenómeno Xóchitl: ¿Riesgo calculado de AMLO?

Jul 13, 2023 / 23:15

La banalización de la política

Jun 26, 2023 / 20:54

Las "ante precampañas" y el reto a la autoridad electoral

Jun 09, 2023 / 14:31

Lucha sucesoria y hartazgo social

May 16, 2023 / 19:06

La reforma judicial o la politización de la justicia

Abr 27, 2023 / 13:19

Ódiame más

Abr 19, 2023 / 13:51

Militares empoderados

Abr 12, 2023 / 23:31

La prisión preventiva oficiosa debe terminar en México

Mar 15, 2023 / 18:52

Enemigo al acecho: el periodismo incómodo

Feb 24, 2023 / 21:20

¿Ciudadanía informada?

Feb 09, 2023 / 12:19

La corrupción, nuestro eterno retorno 

Ene 12, 2023 / 13:48

Los reacomodos del morenismo veracruzano  

Dic 07, 2022 / 14:50

Sí se tocó al INE 

Dic 01, 2022 / 14:29

Se acabó el sueño mundialista

Oct 25, 2022 / 13:02

El fin del TEJAV, el acoso al ORFIS y la simulación del combate a la corrupción 

Sep 26, 2022 / 13:17

Ayotzinapa: Crimen y encubrimiento 

Ago 12, 2022 / 13:15

El negro panorama económico 

Jul 07, 2022 / 23:37

¿En verdad irán tras Peña Nieto?

May 25, 2022 / 00:02

La nueva disputa por la Nación

May 10, 2022 / 11:34

La necesaria reforma electoral (II) 

Abr 25, 2022 / 22:18

México, territorio feminicida

Abr 13, 2022 / 14:08

El informe de la ONU sobre desaparecidos en México 

Abr 06, 2022 / 10:48

La consulta para la revocación de mandato se pervirtió 

Mar 31, 2022 / 13:32

¿Se puede alcanzar la transformación del país al margen de la ley? 

Mar 23, 2022 / 14:05

El costo de la guerra  

Mar 07, 2022 / 23:54

La lucha de las mujeres

Feb 22, 2022 / 11:53

La reforma electoral que viene 

Ene 26, 2022 / 14:34

El periodismo: La profesión más peligrosa

Ene 11, 2022 / 22:03

2022, un año que nos pondrá a prueba

Nov 21, 2021 / 21:45

La Cuarta Transformación después de AMLO

Oct 12, 2021 / 13:49

¡Viva la impunidad!

Oct 07, 2021 / 12:32

Sin redes sociales no hay vida