Sep 17, 2021 / 08:33

Hablemos de finísimas personas

La corrupción es una acción deshonesta que destruye la confianza del pueblo en las personas, bancos o políticos. Al escuchar la noticia de que tu banco anda metido en temas de corrupción lo más probable es que cierres tu cuenta y abras otra en otro banco. La palabra corrupción viene del latín – com, que significa “con, juntos,” y rumpere, que significa “romper”. La corrupción rompe tu honradez, tu buena reputación con otros. Cuando corrompes algo que es puro o honesto, le quitas esas cualidades. Es por eso la “corrupción de menores” es un delito grave en nuestro ordenamiento jurídico.

La transa que más se asocia con la corrupción es el soborno, conducta que mide Transparencia Mexicana desde 2001, por medio de una encuesta en la que pregunta sobre pagos indebidos realizados en 38 servicios públicos: la encuesta registra las veces que un entrevistado declaró haber pagado una “mordida” para realizar un trámite o recibir un servicio público. Pero en la vida diaria se da otro sinnúmero de transas que no son medidas por nadie, y muchas de ellas ni siquiera son asociadas con la corrupción por la mayoría de la población, para quienes las transas son las que hacen los políticos y no los ciudadanos; debido a eso, es perfectamente explicable que sea la transa en la administración pública y en la política la más relacionada con la corrupción.

La primera de ellas se hace más evidente y tiene un costo más medible tanto en el trámite de permisos, de licencias de construcción, autorizaciones para cambio de uso del suelo, permisos para vender licores, entre otros, así como para evitar tener problemas en las inspecciones; el objetivo perseguido por el ciudadano es no tener problemas y que se agilicen los trámites. La transa se agudiza en las grandes ciudades, aunque también se presenta en las pequeñas. La demanda de servicios corruptos, es decir, la oferta de sobornos depende del tamaño y estructura del Estado. Se pagan sobornos por dos razones: para obtener beneficios gubernamentales y para evitar los costos. Es posible que en sociedades pequeñas, donde la mayoría de sus habitantes todavía se conocen, los problemas burocráticos se resuelvan con el apoyo de redes sociales basadas en la confianza (por palancas), más que con retribuciones económicas (por sobornos).

La transa política es menos evidente para el ciudadano común, pero ello no es obstáculo para que en el imaginario popular los políticos sean los corruptos por excelencia, imagen que es reforzada por las notas escandalosas sobre actos de corrupción en las que frecuentemente se ven envueltos, independientemente del color partidista, aunque todavía prevalece entre la mayoría de los entrevistados la asociación entre corrupción y político priista.

La transa o ser transa no es privativo de una clase social específica. Involucra a toda la escala social desde el vendedor ambulante hasta el secretario de estado, al diputado o al agente de tránsito, al funcionario que autoriza un permiso indebidamente, al ciudadano que lo solicita, al inspector que hace como que no ve, al que vende productos “pirata”, al policía que cuida a los criminales en lugar de velar por los ciudadanos, todos son ejemplos de acuerdos sustentados en la transa para ganar más. Lo peligroso de estos pactos subterráneos es que en múltiples ocasiones, delincuencia, corrupción y estructuras de poder se hallan interconectadas, y ese dinero mal habido cobra su precio en sangre, o en cárcel cuando algo falla.

¿Cómo nos arreglamos?

Esta expresión que de manera explícita no pareciera decir mucho, fue relacionada con la corrupción por 94 por ciento de los encuestados; su uso concreto, en contextos específicos hace comprender que se trata de una invitación a la corrupción; por ello es importante lograr una comprensión de su uso en la vida social y establecer los límites que la misma sociedad ha impuesto a esta expresión, para comprender cuándo su uso implica elementos y conductas que pueden ser consideradas como malas o sucias y cuándo la pregunta no tiene esta connotación.

La persona que dice ¿cómo nos arreglamos?, hace suponer que está dispuesta a dar o hacer lo que sea con tal de conseguir lo que quiere, sabiendo que no es el procedimiento correcto para lograrlo. Esta breve enunciación constituye una clara invitación al mundo de la corrupción cuando una persona utiliza esa expresión está queriendo abrir espacios, son los que quieren palancas, los que quieren transar utilizan estas expresiones; desde luego que hay personas ingenuas que a veces la usan, pero sin pensar en la extorsión, en la transa, o en la palanca.

CD/YC

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