Mar 04, 2022 / 10:24

La deslealtad ha estado plasmada a lo largo de la historia

Según el poeta italiano Dante Alighieri es uno de los actos más viles, en su obra “La Divina Comedia” confinó a los traidores al último círculo del Infierno; la traición era, en su particular código ético, la peor abyección de la cual el ser humano es capaz, en donde según su narración estaba exilado otro traidor conocido: Judas Iscariote, quien vendió a Jesús de Nazaret al Sanedrín por 30 monedas de plata; y traidores famosos se tiene a Marco Junio Bruto quien conspiró para realizar el asesinato de Julio César, confabulación también plasmada en la obra “La tragedia de Julio César” de Shakespeare donde la frase “¿Incluso tú Brutus?” exhibe el dolor del engaño inesperado.

El que simula aparenta, finge cumplir con objetivos, tener los mismos ideales, las mismas metas en común, los mismos valores; entonces se convierte en un personaje creíble, afín, en una persona confiable, lo peligroso de estos simuladores es que traicionan y venden la lealtad para con el otro y para consigo mismos dependiendo de lo que más convenga a sus intereses políticos.

Hablar de lealtad en política para muchos puede significar un contrasentido, quizá algunos han pensado que son palabras antónimas; sin embargo, la honestidad es la única cualidad que establece lazos sólidos que brindan garantía de sostenibilidad a cualquier proyecto político, económico o social a corto, mediano y largo plazo; porque la lealtad va en dos sentidos: de electores a candidatos, pero sobre todo de gobernantes a gobernados.

La palabra lealtad proviene del latín legalis; es decir describe a una persona que actúa de acuerdo con la ley; esta legalidad hace referencia no sólo a las cuestiones jurídicas, sino a la amistad, al deber para con la patria, al compromiso para con las instituciones, pero lo más importante a la honestidad; en resumen la lealtad, es una forma de ser y de darse para con otras personas, y en la que entra en juego la transparencia, la honestidad, la integridad y la sinceridad.

Ejemplos de deslealtades en política hay muchos, personas que cambian de agrupación política como quien cambia de traje y sólo por intereses personales; funcionarios que abandonan los puestos políticos para los cuales fueron electos con la mira fija en conseguir un nuevo puesto, menoscabando la responsabilidad adquirida en la elección pasada; políticos que buscan protección con el fuero legislativo de acciones criminales, dejando de lado el compromiso obtenido con la ciudadanía a la cual prometieron gobernar. Lo importante es el puesto, el resto es simulación.

Frente a un proceso electoral complicado como el que viviremos en unos meses, se ha dado una constante muestra de deslealtad política, traición que viene esgrimida por el miedo a perder el poder, por la amenaza del olvido, o por la inminente caída económica y es ahí cuando los “supuestos” leales arman su equipaje y buscan refugio en otro partido o a lado de otra persona que pueda arroparlos.

Es lo complicado de la política: Confiar y ser confiable; porque aquellos que simulan ser leales abundan cuando todo va bien, pero escatiman cuando existen los problemas; porque hoy en día la política requiere la convivencia de múltiples valores e intereses, donde a diario se ponen a prueba las lealtades, los juramentos de amistad y los compromisos de apoyo incansables.

El simulador, el traidor, el desleal, destruyen; la deslealtad a la larga aniquila a quien la ejerce porque en el fondo no hay más que una forma de traición: la del ser humano contra sí mismo. Bien por Simón Vargas.

CD/YC

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