“En los últimos años de su vida Guillermo Prieto le decía a Luis González Obregón: Mi labor ha sido fecundísima: Poesía, crónicas de teatro, sociales o políticas, narraciones de viajes, novelistas, artículos de costumbres, editoriales, críticas literarias, estudios pedagógicos, cuanto puedas imaginarte…”.

Nació en la Ciudad de México el 10 de febrero de 1818, en el portal de Tejeda número 5 (Primera calle de Mesones); recibió el bautismo en el Sagrario Metropolitano. Su infancia transcurrió en el Molino del Rey, donde su padre –don José María Prieto Gamboa- atendía el molino y la panadería.

Su educación fue la propia de la clase media a la que pertenecía, sufriendo “sujeción a la iglesia y a la familia, castigos y supersticiones a modo de ofensiva didáctica, figura religiosa y milagros adyacentes en profusión”. Sus estudios formales los completó mediante la lectura de clásicos como El Periquillo Sarmiento, Los viajes de Gulliver y los libros de poesía que su padre guardaba en el despacho, al lado de la maquinaria y las muestras de trigo.

En 1831 su niñez dio un vuelco cuando murió su padre de manera repentina y fue testigo de la pérdida del juicio, que por esta súbita pena, sufrió su madre. Su hogar se desintegró, quedó al cuidado de dos tías solteronas y la nueva situación lo obligó a buscar trabajo: Fue aprendiz en la Comisaría General y dependiente en una tienda de ropa.

En junio de 1836, él, los hermanos Lacunza y Manuel Tossiat Ferrer decidieron fundar la Academia de Letrán, centro literario que propuso por primera ocasión en México un proyecto de literatura nacional.

Después de una charla con el presidente Anastasio Bustamante, se integró a su gabinete como secretario particular y redactor del Diario Oficial, donde “comencé a iniciarme en el argot periodístico y a hacer mi arsenal de oposición sistemática, ambición frustrada, vendido a intereses viles, etc.”

En 1841 ingresó al nuevo diario que abría don Ignacio Cumplido, El Siglo Diez y Nueve; en 1843 y 1844 participó en la publicación El Museo Mexicano –de la casa editorial de Cumplido-, que en 1845 cambiaría al nombre de Revista Científica y Literaria de México. A la caída de Santa Anna pasó a colaborar con El Monitor Republicano de Vicente García Torres; en diciembre de 1845 sacó a la luz pública en colaboración con Ignacio Ramírez la publicación satírica y mordaz que llamaron Don Simplicio que circuló hasta 1847.

CD/YC