Dic 02, 2025 / 15:49

La apuesta de Memo contra la corrupción

Crónicas del Poder

José Luis Pérez Cruz

*Va contra la oscuridad administrativa en Minatitlán

*Crearía la Dirección Municipal Anticorrupción y Buen Gobierno

En política, hay decisiones que marcan un antes y un después.

La propuesta del alcalde electo de Minatitlán, Guillermo Reyes Espronceda, de instalar una Dirección Municipal Anticorrupción y Buen Gobierno no solo abre un capítulo inédito en los municipios veracruzanos: plantea un rediseño profundo de la relación entre gobernantes y gobernados.

En un territorio donde el manejo opaco de los recursos ha sido norma, Reyes Espronceda apuesta por un modelo que busca romper inercias y desmantelar prácticas arraigadas. No es menor. Es como intentar encender una lámpara en un cuarto donde, por años, muchos se han acostumbrado a moverse cómodamente en la penumbra.

Lo que distingue esta propuesta no es solo la creación de una oficina, sino la construcción de un sistema anticorrupción municipal con contrapesos reales y participación social.

Reyes Espronceda entiende que la corrupción no se combate con discursos ni estructuras decorativas que sirven más para engrosar nóminas que para detener abusos.

Por ello, plantea reglas claras para los servidores públicos, auditorías continuas y un mecanismo permanente de revisión que involucra a todos los sectores.

La Contraloría seguirá auditando cada área y entregando resultados mensuales, una dinámica que, de cumplirse, obligará a cada funcionario a recordar que la rendición de cuentas ya no será un acto opcional.

TRANSPARENCIA UN DEBER

La transparencia, en este nuevo modelo, no se asume como una concesión sino como un deber.

El alcalde electo subraya que hoy ninguna administración puede esconder sus errores bajo la alfombra: las plataformas digitales y las herramientas de inteligencia artificial utilizadas por instancias como la Auditoría Superior de la Federación o el ORFIS garantizan revisiones más finas y menos manipulables.

Esa advertencia implícita —“nadie puede escapar a una buena revisión”— es, en realidad, un mensaje político contundente para quienes aún creen en los atajos administrativos.

Pero el combate a la corrupción no puede sostenerse sin un componente esencial: la participación ciudadana.

El proyecto anticorrupción de Minatitlán coloca al ciudadano en el centro, ahora como un vigilante directo y no como un espectador resignado.

Maestros, amas de casa, estudiantes, empresarios, artesanos y comerciantes formarán parte de un sistema que busca romper el miedo que por años frenó la denuncia.

La figura del “ciudadano valiente” no es retórica: es un intento de reconstruir la confianza social desde la base, un valor que Minatitlán ha perdido a golpes de opacidad.

Reyes Espronceda también apuesta por un estilo de gobierno itinerante y cercano, una estrategia para acortar la brecha entre la autoridad y la población. Si esto se concreta, no solo se recuperaría empatía, sino que se podría reconstruir el diálogo público desde el humanismo, uno de los ejes que ha reiterado en su discurso. La participación comunitaria, fortalecida a través de comités, podría devolver al gobierno un pulso social que hace años no tiene.

PODRÍA SER REFERENTE

El impacto potencial de esta propuesta es enorme. Si el sistema anticorrupción municipal logra consolidarse, Minatitlán podría convertirse en un referente estatal —e incluso nacional— en la construcción de controles locales contra la corrupción. Pero el riesgo también existe: un diseño tan ambicioso exige coherencia, firmeza y resultados.

Si la nueva oficina se vuelve decorativa, o si se toleran omisiones, rápidamente se revertirá la confianza generada y se alimentará la percepción de que nada cambia, incluso cuando se prometen transformaciones profundas.

Los próximos meses serán decisivos.

La ciudadanía, que otorgó un mandato claro el pasado proceso electoral, evaluará no solo el discurso sino su materialización. En un contexto donde la corrupción es un mal de raíces profundas, Minatitlán tiene ante sí la posibilidad de iniciar un proceso disruptivo.

Si la administración entrante cumple lo prometido y la sociedad participa como contrapeso activo, la ciudad podría ser ejemplo de cómo un gobierno local decide dejar atrás la penumbra para caminar, por fin, hacia una luz institucional que ha brillado poco en la región.

CD/AT

* Las opiniones y puntos de vista expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de Cambio Digital.

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