Nov 28, 2025 / 10:50

El documental 'Un canto de libertad y esperanza' recupera las voces de protestas, huelgas y exilios

México.- En las décadas en que México vivió protestas estudiantiles, huelgas, exilios y una vida cultural que parecía encenderse en cada esquina, un conjunto de voces acompañó a los movimientos sociales con canciones nacidas de la urgencia y del trabajo colectivo.

Aquellos temas informaban, convocaban, consolaban y ponían en circulación relatos que difícilmente encontraban eco en los medios oficiales. Superaron censuras, cambios de época y silencios obligados.

Ese repertorio vuelve hoy a escena en Un canto de libertad y esperanza, documental dirigido por Óscar Carrillo y Fernando Morán, historiador musical, cronista y músico.

“El proyecto nació de una inquietud compartida: recuperar historias poco documentadas y, al mismo tiempo, mostrar cómo esas experiencias inciden en la sensibilidad política actual”, explicó Morán (Ciudad de México, 1961) en entrevista con La Jornada.

“No pretendíamos repetir lo ya dicho. Buscamos entender cómo dialogan esas vivencias con lo que ocurre hoy, qué significan para los jóvenes que están enfrentando otro tipo de batallas.

“Desde esa premisa, el filme entrelaza entrevistas, grabacionesinéditas, fragmentos de archivo y visitas a sitios donde surgieron peñas, brigadas culturales y encuentros artísticos que marcaron la vida pública de los años setenta y ochenta.”

Morán, también articulista de este rotativo, formó parte de este movimiento musical y desde hace más de tres décadas reside en California, Estados Unidos. Para la realización del documental, viajó varias veces a la Ciudad de México, donde se filmó la mayor parte del material; ahí trabajó en la banda sonora y reunió archivos personales de músicos, fotógrafos y colectivos culturales.

La cinta tuvo dos funciones ayer: en la Fonoteca Nacional (Francisco Sosa 383, Barrio de Santa Catarina Coyoacán) y en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, plantel Del Valle (San Lorenzo 290, colonia Del Valle).

Más exhibiciones se preparan en espacios independientes y universidades de los estados, con la intención de que el proyecto circule de manera abierta. “Fue hecho para compartirse. No tendría sentido limitarlo a un circuito cerrado”, subrayó Morán.

El estreno ocurrió el pasado 22 de noviembre en la Villa Olímpica, espacio cargado de significado por su relación con la memoria de 1968 y por haber recibido, años más tarde, a exiliados sudamericanos.

Esa elección también funciona como una declaración de intenciones: el documental quiere situarse en el cruce entre historia, movimientos sociales y prácticas artísticas, sin transformar el pasado en un objeto congelado. Morán lo resumió así: “El pasado nunca está fijo, cambia según las preguntas que hacemos hoy.

“Las entrevistas se realizaron en casas de músicos, pequeños estudios y espacios donde instrumentos y fotografías acumulan décadas de uso. El resultado revela un proceso artesanal que dialoga con la manera en que muchos artistas de antaño produjeron su obra: con herramientas modestas y una convicción enorme.”

En Un canto de libertad y esperanza aparecen cerca de 20 voces que representan la amplitud del movimiento: intérpretes de canción política frontal, músicos de tradición oral, creadores de música infantil, fotógrafos, promotores, roqueros que insistieron en que la guitarra eléctrica también podía ser un vehículo de compromiso social y figuras históricas que aún siguen activas, como León Chávez Teixceiro, hoy cercano a los 90 años.

También se recuerda a artistas que ya no están, entre ellos Óscar Chávez, Amparo Ochoa, Fidel Reyes y José de Molina, cuyas obras continúan siendo nodos fundamentales de la memoria musical latinoamericana.

Militancia y música

El documental reconstruye el panorama de los movimientos magisteriales, ferroviarios, agrarios y estudiantiles de los años sesenta, así como la llegada de músicos exiliados de Chile, Argentina y Uruguay, quienes enriquecieron las sonoridades y ampliaron la mirada política de la escena capitalina.

En pantalla se rememoran peñas históricas y encuentros como el del Campamento 2 de Octubre, donde lo mismo se debatía estética musical que militancia.

“La cinta tampoco omite las tensiones internas: las discusiones sobre géneros, instrumentos, discursos y modos de entender el compromiso social. Hablar de esperanza no significa barrer los conflictos Significa reconocer que, pese a ellos, la gente se organizó, debatió y creó espacios que hoy siguen siendo referencia”, puntualizó el cronista.

Visualmente, Carrillo y Morán optaron por una mezcla de blanco y negro con color, un diálogo entre atmósferas que evita la linealidad. “Los cambios tonales funcionan como puente entre épocas y también como un espejo de los contrastes del país”, añadió el realizador.

“El montaje concede respiros entre testimonios densos y permite que cada historia encuentre su lugar sin imponerse sobre la siguiente. Esa estética responde tanto a decisiones narrativas como a una reflexión sobre el México contemporáneo, donde la luz convive con zonas de sombra.

“Hoy se canta desde los feminismos, desde la defensa del territorio, desde las búsquedas de justicia. Cambian los contextos, pero la necesidad de expresarse permanece.

“Hay muy pocos documentos que reúnan a tantos músicos de esta tradición. Ojalá provoque que las nuevas generaciones tomen la estafeta y comiencen a documentar lo que falta. Si estas canciones siguen vivas, es porque todavía exigen algo.”

Con información de: La Jornada

CD/AT

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