Nov 18, 2025 / 08:15

Rocío y el megadato

Crónicas del Poder

José Luis Pérez Cruz

- Deudas antiguas, escenarios nuevos
- La reconstrucción del norte
II y última parte

Hay entrevistas que no sólo informan: revelan.

A veces, en la mirada de un gobernante hay un destello que anticipa una verdad mayor; un “algo” que está por estallar. Así ocurrió durante la conversación con la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle García, y diálogo abierto con el CAP Héctor Robles Barajas, director general de Diario del Istmo.

El tema era inevitable: el estado en que recibió la administración. Se lanzó la pregunta sin rodeos:

—Pero has tenido demasiada cortesía política con el exgobernador, porque encontraste un cochinero en muchos sentidos, ¿o no?

Nahle tomó aire. Bajó la mirada. Y antes de hablar soltó un “¡híjole!” que no se escuchaba a la distancia, pero se sentía. Había tensión, sí, pero también una convicción que parecía venir cultivándose desde hace meses.

—A mí me tocó venir a arreglar muchas cosas aquí —respondió— y les tengo un mega dato que será expuesto en el informe de gobierno.

La exclusiva estaba ahí, asomándose como una puerta entreabierta. Y se le insistió:

—¿Cuál es? Danos la exclusiva.

EL MEGADATO

La gobernadora respiró hondo y finalmente soltó la pieza mayor del rompecabezas:

Veracruz llegó a tener la deuda con el SAT más grande del país: 30 mil millones de pesos.


La más grande también con el ISSSTE: 23 mil millones.

Y, sumando deuda bancaria, laudos, adeudos institucionales y pasivos diversos, el gran total ascendía a 119 mil millones de pesos, una cifra que, como dijo la propia gobernadora, “era muchísimo dinero, muchisisísimo dinero”.

Hoy, asegura, la deuda con el SAT está en ceros.

Ceros.

Ese dato no es sólo un logro administrativo: es una metáfora política. Es como si alguien hubiera decidido, por fin, limpiar el espejo empañado de la Hacienda estatal para ver con claridad qué futuro era posible.

LA DISCIPLINA COMO POLÍTICA PÚBLICA

En un tono que mezclaba orgullo y prudencia institucional, Nahle explicó cómo alcanzaron ese resultado: aprovecharon un transitorio federal emitido en 2024, negociaron acuerdos con el SAT y diseñaron un plan de pagos riguroso, casi quirúrgico.

“Hablamos con la Federación y logramos un muy buen acuerdo”, subrayó.

Y el reconocimiento no tardó. En dos reuniones seguidas, Hacienda puso al estado como “caso de éxito” ante el resto del país.

Esta narrativa no es menor. Veracruz pasó de ser un ejemplo de deuda tóxica a un modelo de orden financiero. Una transformación que, si se sostiene, podría convertir a la entidad en un barco que por fin endereza su brújula después de navegar entre tormentas turbulentas.

EL GIRO DE LA INVERSIÓN PÚBLICA

Pero la conversación no se detuvo en el pasado. La gobernadora detalló que este orden permitió liberar recursos de forma inmediata para lo prioritario:

—“He comprado patrullas, tractores, motocicletas, los Ulúa; invertimos en cultura como nunca; adquirimos el terreno del Polo de Desarrollo en Tuxpan; aumentamos el salario de los trabajadores.”

El mensaje es claro: pagar la deuda no significó paralizar al gobierno. Al contrario, abrió espacio para invertir sin ahorcar el presupuesto.

Un ejemplo es el programa de financiamiento para seguridad a través de un fideicomiso estatal que evita recurrir a los bancos. “No hay deuda, no hay banco, no hay nada”, enfatiza.

El caso del ISSSTE —23 mil millones— sigue sobre la mesa. Existe un programa federal vigente hasta diciembre de 2025 y Veracruz ya está inscrito. Si se logra un acuerdo similar al del SAT, el estado podría colocarse en una posición histórica: libre de sus dos mayores deudas estructurales.

Si eso ocurre, los siguientes años podrían verse marcados por una estabilidad aún mayor, con capacidad para atraer inversión, sostener proyectos estratégicos y mantener una política salarial ascendente.

LA RECONSTRUCCIÓN DEL NORTE

Luego de que finalizara la entrega de apoyos a damnificados en la zona norte del Estado, Rocío Nahle habló de la gran coordinación que existió entre las entidades federales y el estado para en primera instancia, realizar la limpieza y la dotación de recursos a quienes resultaron afectados, para ya en breve iniciar la reconstrucción.

La mandataria reveló algo más que cifras y diagnósticos: mostró la arquitectura silenciosa de un operativo que sostuvo a Veracruz en su hora más crítica. En medio del caos, la logística se vuelve un idioma que sólo entienden quienes han pisado el lodo y escuchado el zumbido de los helicópteros al amanecer.
-“Me ayudó mucho recorrer cada punto del estado en la campaña, conozco municipios y localidades”, decía.

Describió una coordinación que avanzó comunidad por comunidad, con decisiones rápidas y cercanas al territorio. Ahí donde el mapa deja de ser dibujo y se vuelve piel herida, la respuesta institucional demostró que la organización también salva vidas.

El impacto es claro: reconstrucción acelerada, confianza recuperada y un modelo replicable ante futuros desastres. Si la política se mide en gestos concretos, este episodio mostró un liderazgo operativo más que discursivo, dijo

Al final, la gobernadora regresó al punto central:

—“El 30 de noviembre les voy a decir qué tanto hemos hecho y qué tanto alcanza”.

Lo dijo con serenidad, pero también con la certeza de quien entiende que la política es una carrera de fondo, no de velocidad.

Ayer confirma de manera oficial la exclusiva en Diario del Istmo.

“Como reporte de mi primer informe, les comparto en tan solo un año:

  • La deuda total del estado de Veracruz se redujo un 42%.
  • La deuda ante el SAT de casi 30 mil millones de pesos se redujo a CEROS.
  • La deuda ante el ISSSTE se redujo un 50%
  • Se abonó a la deuda bancaria 1,800 millones de pesos”.
    Datos que eran acompañados por una gráfica.

Hoy, el “megadato” no es un simple número. Es una señal. Un mensaje de que, por primera vez en décadas, el peso de la historia dejó de caer encima y, en cambio, comienza a ser un impulso.

Veracruz, con sus luces y sus sombras, parece estar entrando a una etapa distinta. Una donde la deuda ya no es una piedra en el zapato, sino un capítulo cerrado. Y cerrar capítulos, en política, siempre es el primer paso para escribir otros mejores.


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CD/VC

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