¿Leche de cucaracha?, la (r)evolución de las proteínas del futuro

México.- México explora nuevas fuentes de proteína sustentable. La leche de cucaracha, rica en nutrientes, podría integrarse a la industria alimentaria gracias a avances biotecnológicos.
En un contexto donde el crecimiento poblacional, el cambio climático y el estrés hídrico obligan a repensar nuestra dieta, México comienza a mirar hacia alternativas alimentarias poco convencionales. Entre ellas, una opción tan disruptiva como intrigante: la leche de cucaracha. Lejos de ser una ocurrencia exótica, este ingrediente ha captado la atención de científicos, nutricionistas y emprendedores del sector biotecnológico por su densidad nutricional y potencial para aplicaciones funcionales.
Según un análisis publicado por The Food Tech, este líquido cristalizado proviene de la Diploptera punctata, una especie de cucaracha ovovivípara, y contiene todos los aminoácidos esenciales, lípidos, azúcares complejos y una carga energética superior a la leche de vaca. No se trata de ordeñar insectos, sino de replicar el compuesto mediante técnicas avanzadas de expresión genética en cultivos celulares.
Innovación biotecnológica sin criar insectos
El verdadero avance radica en la posibilidad de producir estos cristales proteicos sin criar cucarachas. Equipos de investigación en India, Corea del Sur y Estados Unidos —y más recientemente en América Latina— han logrado clonar los genes responsables de la biosíntesis de esta leche y cultivarlos en biorreactores. Esta alternativa permite un desarrollo más higiénico, escalable y libre de las barreras culturales asociadas con el consumo directo de insectos.
En México, universidades como el IPN y la UNAM han comenzado a participar en foros sobre biotecnología alimentaria con interés en proteínas no convencionales, lo que sugiere que el país podría sumarse pronto a esta tendencia desde un enfoque regional y sostenible.

Una superproteína en potencia
Desde el punto de vista nutricional, los beneficios de esta microleche son considerables:
Contiene hasta 3 veces más proteína que la leche de vaca por volumen.
Posee ácidos grasos esenciales y péptidos bioactivos que favorecen la regeneración celular.
Su digestión lenta permite una liberación sostenida de energía, ideal para personas con desgaste físico, deportistas o pacientes clínicos.
Estos atributos la convierten en un candidato prometedor para integrarse a alimentos funcionales, suplementos, barras energéticas o incluso fórmulas especializadas para adultos mayores o pacientes con desnutrición.
Desafíos regulatorios y culturales en México
Pese a sus ventajas, la adopción de la leche de cucaracha aún enfrenta barreras legales y sociales. Ni la FDA en Estados Unidos ni la EFSA en Europa han aprobado su uso comercial. En México, la COFEPRIS exige una serie de estudios sobre toxicidad, trazabilidad y alergenicidad antes de considerar su autorización.
Por otro lado, existe un rechazo cultural importante hacia la idea de consumir productos derivados de insectos. No obstante, la percepción podría cambiar si estos ingredientes se presentan en forma de polvos, cápsulas o incorporados discretamente en productos familiares. La clave estará en la educación alimentaria, la transparencia en el etiquetado y una comunicación clara sobre sus beneficios y origen biotecnológico.

América Latina: potencial de la revolución alimentaria
La región tiene la biodiversidad y el conocimiento técnico para liderar la investigación en proteínas alternativas. En México, el uso tradicional de insectos comestibles —como chapulines, escamoles y gusanos de maguey— podría facilitar una transición cultural menos abrupta, siempre que se presente bajo un marco tecnológico innovador.
Para las startups y emprendedores del sector foodtech, explorar estas proteínas puede significar no solo una respuesta al cambio climático, sino también una oportunidad de diferenciación frente al consumidor moderno, cada vez más exigente con el origen y el impacto de lo que come.
Así, la leche de cucaracha no es una curiosidad, es parte de un ecosistema de soluciones emergentes junto con la carne cultivada, los hongos fermentados y las microalgas. Su futuro depende de tres factores clave: validación científica, aprobación regulatoria y aceptación cultural.
En México, aún estamos en etapa de observación, pero el interés está creciendo. Quizá no pase mucho tiempo antes de que veamos este ingrediente aparecer —aunque sea de forma camuflada— en los estantes.
Con información de: El Economista
CD/GU
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