Mar 11, 2025 / 15:31

El paisaje como obra de arte

El Círculo de Bellas Artes de Madrid reivindica en una exposición al arquitecto, pintor y pensador Dimitris Pikionis, que supo actualizar la tradición

España.-Juan Miguel Hernández León y Covadonga Blasco han comisariado una muestra en el Círculo de Bellas Artes —organizada con el Instituto Cervantes de Atenas— en la que mostrando muy poco, dicen mucho. Ese era, precisamente, el espíritu que defendió el arquitecto —y pintor y filósofo— Dimitris Pikionis (1887-1968), conocido principalmente por un trabajo tan invisible como imborrable: los caminos de piedra hacia la Acrópolis de Atenas.

¿Qué otra cosa son los esfuerzos del arte sino los de la creación de una mirada? Sus pensamientos sobre abstracción, forma, signo y legado se dibujan y desdibujan en las obras que construyó durante su vida. Así, los accesos a la Acrópolis hablan de la Atenas de Pericles, pero también de nuestro tiempo. Construidos a mano, más que dibujados sobre el plano, hablan del rescate no ya de los edificios, también de lo más pequeño, de los materiales más humildes así como de levantar un nuevo mensaje con ellos que no destruya el anterior.

La topografía estética a la que alude el título de esta muestra, escueta y preciosista, que puede verse hasta el 27 de abril y se vale de muy poco para recordar una figura clave, es la de la cultura griega. También la de un suelo hecho de ruinas, retama y olivos. Con esa convivencia trabajaba este arquitecto. Y en ese monte agreste posa en un retrato que abre la muestra y que parece una imagen religiosa de encuentro y acción de gracias.

Contemporáneo de Mies van der Rohe y Le Corbusier, Dimitris Pikionis no necesitó partir de cero. Fue un defensor de la calma, del tiempo lento. Formado como ingeniero en Atenas, estudió pintura y escultura en Múnich y en París, donde se hizo amigo de Giorgio de Chirico. La correspondencia entre ambos nutre esta exposición. Pero en la obra de Pikionis no hay huecos ni metafísica. Él apostó por integrar, por conciliar, por la suma frente a la resta moderna. “¿Qué significa ser griego y moderno?”. La comisaria Covadonga Blasco explica que para Pikionis “el arte era una transición de la naturaleza”. Y eso demuestran sus acciones que hoy podrían calificarse como paisajismo, como land art o como ambas cosas a la vez.

En 1935 levantó la Escuela Experimental en Tesalónica. El edificio protege un hueco en la ciudad. Es el espacio en el que los alumnos juegan. Ese juego es el corazón de la enseñanza. Él hablaba de “la forma de la profunda esencia de la tradición”, pero esa forma es cambiante. Evoca algo conocido y sabe adaptarse.

Consideraba que simple, y orgánico, fue siempre el arte griego, el helenismo. Y que el artesano conocía ese lenguaje porque había aprendido “esa semilla que dormita en nosotros” con las manos, desde el suelo, humildemente, del genius loci. Ese era el desafío: parecerse a lo que realmente se es. Reconocerse a uno mismo. Su Casa Pouris en Marusi habla ese idioma sencillo e íntimo.

Pikionis dedicó años a —se podría decir— sembrar el camino hacia la Acrópolis. Hoy es un sendero eterno. Parece que siempre estuvo ahí porque está hecho de restos, de rescate. Forma un puzle, un juego, un enigma y un legado. Se diría hecho para ser recorrido mirando el suelo. Para bajar la mirada y valorar lo pequeño y alcanzar la cima y saludar lo mayor.

Esta muestra —que incluye un vídeo de ese camino y un gran retrato de Pikionis entre la retama— es, por todo esto, a la vez un mensaje, un legado y una advertencia.

Con información de: El País

CD/AT

Únete a nuestro canal de Whatsapp y entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Notas del día: