Sep 20, 2024 / 01:10

Descubren la ciudad más antigua del mundo en Ucrania

Ucrania - Un equipo de arqueólogos asegura haber encontrado en Tripillia, Ucrania, la primera gran ciudad del mundo hace unos 6.000 años. Se trata de un enorme grupo de asentamientos dispuestos en anillos concéntricos que desafía la idea de que las primeras grandes ciudades surgieron en Mesopotamia (actualmente Irak) alrededor del 3.800 a.C. El equipo de investigadores, liderado por el arqueólogo Joseph Müller, de la Universidad de Kiel, en Alemania, comenzó a investigar estos enormes asentamientos en Ucrania en 2011. Los arqueólogos aseguran que los asentamientos datan del año 4000 a.C. —entre el final de la Edad de Piedra y la aparición de la Edad de Bronce— y alcanzaban superficies de hasta 320 hectáreas, similar al casco histórico de Segovia, donde pudieron vivir más de 10.000 personas.

“Cuando empecé a investigar los yacimientos de Tripillia en 2012, nunca pensé que los llamaría ciudades, asegura Muller, que ahora ha cambiado de opinión. "Para mí eso está fuera de toda duda. Una ciudad requiere un concepto. Y aquí, la planificación es evidente desde el principio. El factor decisivo para mí no es que sean asentamientos enormes, sino que ya no conoces a la gente que vive a 1,5 kilómetros en el mismo asentamiento".

Según explican en un reciente artículo publicado por el medio suizo Swiss Neue Zürcher Zeitung, el equipo se basó en investigaciones previas del topógrafo militar Konstantin Shishkin. Shishkin detectó en los años 60 unas estructuras subterráneas anómalas en las fotografías aéreas de Ucrania. Lo que para cualquiera hubieran sido unas simples sombras formadas por la vegetación en el campo, para el ojo entrenado de Shishkin se convirtieron en una prueba irrefutable de la existencia de restos arqueológicos enterrados. Una década más tarde, arqueólogos ucranianos de la Unión Soviética retomaron la investigación usando equipos geomagnéticos que miden pequeñas variaciones en el campo magnético terrestre causadas por estructuras subterráneas y partículas de hierro.

El geomagnetismo sigue siendo hoy en día un método muy usado que requiere de mucho trabajo manual, aunque no tanto como hace 50 años. Según explica Muller, por aquel entonces solo se disponía de un magnetómetro que había que colocar sobre un trípode en cada punto de medición. Además, había que crear una cuadrícula previa en el terreno, un trabajo muy tedioso que no permite examinar grandes áreas. Sin embargo, dice el arqueólogo alemán, era la época de la Unión Soviética. "Se movilizaban clases enteras como parte de los planes quinquenales", dice Müller, "y entonces la medición se pudo realizar". El equipo de Muller ha vuelto a cartografiar geomagnéticamente algunos de los asentamientos, sobre todo los más grandes. Las nuevas imágenes tienen una resolución mucho mayor que las realizadas en la era soviética y los científicos han excavado algunas de las estructuras visibles en ellas y han tomado muestras del suelo.

El tamaño de estos asentamientos era sorprendentemente grande y su estructura muy compleja para la época. Las megaciudades de Tripillia datan del 4.000 a.C y se extienden hasta 320 hectáreas en total, lo que las hace mucho mayores que otros asentamientos contemporáneos situados en Mesopotamia. Los investigadores han identificado más de 140 de estos sitios que ahora están cubiertos por campos de cultivo. Todos ellos cuentan con una disposición que no tiene que ver con la red de calles que forman las ciudades contemporáneas. Estos sitios estaban organizados en anillos concéntricos con bloques de casas alineadas que estaban separados por amplios corredores. El centro de los asentamientos solía estar vacío, lo que sugiere que era un espacio de uso común sin edificar.

Las casas estaban hechas de madera y arcilla y todavía se discute si eran de una o dos plantas o si tenían los remates de sus fachadas acabados en punta o arqueados. En cualquier caso, todas parecían ser muy similares, con un tamaño de unos cinco metros de ancho y 14 de largo, que según Müller, “recuerda a Lego, ya que era un sistema modular". Los propios ciudadanos incendiaban sus casas de forma regulada. Todavía no se sabe la razón, pero los investigadores especulan que se podría deber a un posible culto a los muertos, ya que no se han encontrado tumbas de la época en ningún lugar de los asentamientos. "Las tumbas individuales son algo que representa el papel de los enterrados ante los demás. Este reflejo de las estructuras sociales no existe aquí", dice Müller. "Si no hay tumbas marcadas de forma arqueológica, eso no significa que no existiera un culto a los muertos" Rara vez se encuentran huesos humanos individuales en los vertederos cercanos a las casas, estos también, dice Müller, "tienen sin duda algún tipo de significado". Pero faltan enterramientos regulares que solo aparecen en un periodo posterior.

Los investigadores sugieren que los habitantes de estas megaciudades manejaban su entorno de manera sostenible. Utilizaban el estiércol de sus animales como fertilizante, lo que les ayudaba a mantener el suelo nutrido sin sobreexplotar los recursos naturales. A pesar de la necesidad de talar árboles para conseguir madera, el equipo sostiene que la calidad del suelo mejoró con el tiempo debido a la acción de las lombrices y la formación de tierras fértiles. Müller también defiende la idea de que estas ciudades eran sociedades igualitarias. La uniformidad en el diseño de las casas y la falta de evidencia de jerarquías sociales sugieren que estas comunidades no tenían una estructura social jerárquica marcada. En lugar de centros de poder o grandes templos, Müller y su equipo creen que algunos edificios funcionaban como espacios de reunión comunal donde las decisiones se tomaban de manera colectiva. Aunque es probable que, con el tiempo, las decisiones las llevaran a cabo grupos cada vez más pequeños, como demuestra la desaparición de las casas de reunión.

Hacia el 3.600 a.C., esta ciudad desapareció sin rastros de violencia ni conflicto con un atacante exterior, por lo que es razonable suponer que la causa fue un colapso interno. Según el equipo, esto se debe al aumento del número de habitantes y la necesidad de crear nuevas formas de comunicación para organizarse. Los habitantes de estas ciudades no inventaron la escritura, que sí se desarrolló de forma independiente en Mesopotamia, Egipto y China, por ejemplo, porque existía la necesidad de administrar las ciudades. Cada asentamiento duró unos 200 años y los arqueólogos piensan que todo el fenómeno continuó durante unos 500 años. Esto es mucho más tiempo que la mayoría de los órdenes sociales que se han desarrollado desde entonces, incluido el capitalismo industrial contemporáneo. Aun así, el equipo reconoce que este aspecto de la falta de innovación en la forma de administrarse, al igual que otros factores que faltan por entender, requiere más investigación. Se piensa que los ciudadanos utilizaban las llamadas fichas como sistema de recuento para el comercio. Pero, al parecer, eso no fue suficiente para organizar una ciudad que acabó derivando en el caos y su posterior desaparición. "La razón del colapso fue lo que no se hizo", dice Müller. "Al parecer, la burocratización no arraigó tanto como en Mesopotamia".

Con información de: El Confidencial

CD/NR

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