Jun 24, 2024 / 09:27

Políticos soberbios no aprenden

Muchos se enloquecen con el poder. Es tanta sus ansias por perpetuarse en la función pública que no saben el grave daño que ocasionan. Verbigracia Napoleón Gómez Urrutia. ¿A poco no hay un Napoleón veracruzano?

Será que sólo haya uno o son varios. Mientras tanto hay un tema que no hay que soslayarlo como que la soberbia es un sentimiento de superioridad respecto de otras personas, que puede provocar abuso, humillación o desprecio hacia ellas. La soberbia puede ser simplemente producto de la imaginación, pero la mayoría de las veces es por encontrarse en una posición de poder. Mientras mayor es la ambición de poder, más riesgo hay de que surjan conductas soberbias.

La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder.

La democracia entrega poder para servir al bien común y no para beneficio personal. Ejercer el poder siempre implica una responsabilidad, porque en el ejercicio del mismo otras personas se verán impactadas. Controlar la soberbia es un desafío permanente de la democracia.

Las redes sociales, en especial X, son plataformas en que los egos y la soberbia intoxican nuestra sociedad. No sólo se utilizan para informar o comentar, sino también para destruir, desprestigiar y mentir. El poder de las redes sociales exacerba conductas antisociales y, desgraciadamente, sus algoritmos de difusión las potencian aún más. Llegará el día en que deberá existir mejor regulación si las empresas tecnológicas no son capaces de autorregularse.

El mejor antídoto para la soberbia es mirar nuestro entorno, a través de los ojos de los demás y no simplemente por medio de los ojos propios. Sólo así podremos ejercer la “miserable cuota de poder” que pudiéramos tener, con humildad y sin soberbia.

CD/YC

Otras: