Es la hora de la reconciliación nacional; la victoria contundente en las urnas no debe ser motivo de escarnio para nadie; todos somos mexicanos.

Todo debate es válido en las democracias modernas e inacabadas. En los grandes foros, en la academia, en grupos empresariales de diferentes posturas partidistas; en los cafés o centros de reunión, donde se forjan microideologías que al replicarse a lo ancho y largo de México forman los verdaderos disensos y consensos, incluso, en la misma familia mexicana que es muy dada a disentir con sus mismos miembros; estos ingredientes hacen lo más cercano a la democracia doméstica.

El triunfo de Claudia Sheinbaum debe de ser recibido por todos los mexicanos con madurez y optimismo, no como una parusía, porque no lo es.

Se manifestó la voluntad de millones de mexicanos que saben las carencias de México, como lo es la pobreza. La frase de “Por el bien de todos, primero los pobres” de Enrique González Pedrero no debe ser un “eslogan sino una herramienta” para disminuir la brecha de la desigualdad; a la que todos están llamados a contribuir. Parafraseando a Jesús Reyes Heroles: “Cuando la gente no tenga comida va a ir a buscarla a Polanco o a Las Lomas”, por eso la insistencia de, “Por el bien de todos, primero los pobres”.

Muchos temas no se resuelven con sembrar más violencia. Se debe atacar las causas de la violencia estructural y cultural, de la que habla Galtung, Las redes sociales, los medios de comunicación deben de convocar a armonía entre todos los mexicanos.

La polarización es parte de las diferentes formas de pensar, pero se debe reflexionar, que debe quedar en polarización temática y no efectiva que deja solo rencores.

Es la hora de la reconciliación nacional.

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CD/YC